Efecto Trump: Ford canceló una inversión millonaria en México
Las amenazas de aumentos de impuestos a importaciones ya alteran planes de negocios de empresas. El sector petrolero busca alternativas para proteger sus intereses
La empresa automotriz Ford anunció la cancelación de su plan de inversiones por u$s 1.600 millones en la localidad mexicana de San Luis de Potosí, donde tenía previsto construir una nueva planta de montaje de vehículos.
Mediante un comunicado dijeron también que producirán la nueva generación del modelo Focus en la planta de montaje de la ciudad mexicana de Hermosillo "para mejorar la rentabilidad de la compañía", y que que invertirán u$s 700 millones en la fábrica estadounidense de Flat Rock (Michigan).
Aunque el presidente de Ford, Mark Fields, negó que la cancelación de la inversión en México fuese una concesión a Donald Trump, el anuncio se hizo horas después de que el presidente electo amenazara a General Motors con la imposición de aranceles aduaneros a menos que produzca sus vehículos en Estados Unidos.
El republicano había amenzado a la automotriz al decirle que "fabrique en EE.UU. o pague un gran arancel aduanero". En respuesta, GM señaló en un breve comunicado que produce la versión sedán del Cruze en Ohio.
Durante la campaña electoral, Trump había acusado a Ford de despedir a miles de trabajadores en Estados Unidos para desplazar parte de su producción a México.
En la misma línea, las grandes petroleras estadounidenses unificaron posiciones para proteger sus intereses ante una propuesta republicana de gravar las importaciones de petróleo. En el gabinete del presidente electo Donald Trump abundan defensores de la industria sensibles a eventuales mayores precios de las naftas.
Entre los funcionarios destacan el ex presidente ejecutivo de Exxon Mobil Corp, Rex Tillerson, nombrado como Secretario de Estado, el ex gobernador de Texas Rick Perry, nuevo Secretario de Energía, y el fiscal general de Oklahoma, Scott Pruitt, que será administrador de la Agencia de Protección Ambiental.
Los republicanos en la Cámara de Representantes quieren aprobar una amplia reforma fiscal que reduzca drásticamente las tasas impositivas para las corporaciones y pondría fin al gravamen sobre las ganancias en el exterior de las firmas estadounidenses. Sin embargo, la llamada ajustabilidad fronteriza alimenta la controversia.
Aunque la intención es impulsar las manufacturas estadounidenses eximiendo de impuestos a los ingresos por las exportaciones, preocupa a algunas industrias porque también gravaría las importaciones.
Como las refinerías estadounidenses importan cerca de la mitad del crudo que usan para elaborar gasolina, diesel y otros productos, los analistas creen que el cambio podría elevar los precios en los surtidores y afectar potencialmente al crecimiento económico.
Estas novedades en la política comercial norteamericana y buenos datos de construcción y manufacturas impulsaron el dólar, que cerró ayer en su nivel más alto en 14 años ante el euro y una canasta de monedas.
Al mismo tiempo, en México, sucedió todo lo contrario. El peso terminó la jornada marcando el mínimo histórico desde que se revaluó la divisa en 1993.