Sin plan, torres en oferta
El gobierno no para de vender los bienes públicos a privados (o a ¿amigos del poder para que sigan haciendo millones?). Si bien argumentan que estas ventas generarán desarrollo y puestos de trabajo, la realidad dicta que la única finalidad es aumentar los ingresos a las arcas que aún esperan la lluvia de inversiones prometida.
Les propongo concentrarnos específicamente en los terrenos que están a la venta en Puerto Madero, en los alrededores de la Reserva Ecológica. Son muchos que se han puesto a la venta y se entregan con la posibilidad de una enorme plusvalía a los inversores, que son siempre los mismos. De a pedazos van vendiendo la ribera de nuestra Ciudad a estos inversionistas.
Se sumó esto a lo que ya está construido en torres en Catalinas y, sobretodo, los terrenos que ya posee IRSA, a la espera de un nuevo regalo de ganancias de la Legislatura que le permita construir las torres de 50 pisos que pretende en Solares de Santa María y Puerto Nuevo.
Pero cada una de estas ventas y rezonificaciones evitan la discusión acerca del desarrollo con vecinos, ONGs y ambientalistas: la isla Demarchi, Santa María del Plata, el complejo Catalinas 2, Avenida de los Italianos 365, Puerto Retiro y un espacio detrás de la Torre Alem Plaza. De nada servirán los estudios de impacto ambiental y audiencias públicas presentados por proyecto individual, en cambio el gobierno debería exigir un estudio de impacto ambiental que incluya a todo el desarrollo en su conjunto. Además, estos gigantes de concreto ¿tendrán algún efecto o presentarán algún reparo sobre el viento que desde el Río de la Plata cumple con la función de limpiar el smog que la Ciudad genera, por ejemplo?
La Ciudad no tiene problemas en cuanto a desarrollo inmobiliario, por el contrario, los inconvenientes acontecieron cuando ese desarrollo inmobiliario se convirtió en especulación inmobiliaria y terminó generando un stock de vivienda del 20% inutilizado, y por otro lado un 20% de la población de la Ciudad que carece de residencia.
Por otro lado, deberían también buscar fórmulas, como por ejemplo el sistema francés, que a quien construye sobre un terreno público, se le concede la propiedad por una determinada cantidad de años, pero no eternamente, lo que permite al Estado no perder los bienes fiscales a manos de especuladores.
La Agencia de Bienes está cumpliendo con creces su función, sin embargo, ni la Ciudad ni la Nación parecen tener un plan que regule su accionar.
Les propongo concentrarnos específicamente en los terrenos que están a la venta en Puerto Madero, en los alrededores de la Reserva Ecológica. Son muchos que se han puesto a la venta y se entregan con la posibilidad de una enorme plusvalía a los inversores, que son siempre los mismos. De a pedazos van vendiendo la ribera de nuestra Ciudad a estos inversionistas.
Se sumó esto a lo que ya está construido en torres en Catalinas y, sobretodo, los terrenos que ya posee IRSA, a la espera de un nuevo regalo de ganancias de la Legislatura que le permita construir las torres de 50 pisos que pretende en Solares de Santa María y Puerto Nuevo.
Pero cada una de estas ventas y rezonificaciones evitan la discusión acerca del desarrollo con vecinos, ONGs y ambientalistas: la isla Demarchi, Santa María del Plata, el complejo Catalinas 2, Avenida de los Italianos 365, Puerto Retiro y un espacio detrás de la Torre Alem Plaza. De nada servirán los estudios de impacto ambiental y audiencias públicas presentados por proyecto individual, en cambio el gobierno debería exigir un estudio de impacto ambiental que incluya a todo el desarrollo en su conjunto. Además, estos gigantes de concreto ¿tendrán algún efecto o presentarán algún reparo sobre el viento que desde el Río de la Plata cumple con la función de limpiar el smog que la Ciudad genera, por ejemplo?
La Ciudad no tiene problemas en cuanto a desarrollo inmobiliario, por el contrario, los inconvenientes acontecieron cuando ese desarrollo inmobiliario se convirtió en especulación inmobiliaria y terminó generando un stock de vivienda del 20% inutilizado, y por otro lado un 20% de la población de la Ciudad que carece de residencia.
Por otro lado, deberían también buscar fórmulas, como por ejemplo el sistema francés, que a quien construye sobre un terreno público, se le concede la propiedad por una determinada cantidad de años, pero no eternamente, lo que permite al Estado no perder los bienes fiscales a manos de especuladores.
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