TRIBUNA

"Mi hijo el programador"

Como sociedad, estamos inmersos en un profundo proceso de transformación digital, donde la tecnología atraviesa y modifica a todos los sectores productivos, generando un verdadero cambio de época.

Cuando uno les pregunta a sus hijos a qué se quieren dedicar cuando sean grandes, se despliega un pequeño catálogo de opciones tradicionales: médico, abogado, contador, docente. Y ahí es cuando me pregunto: ¿será porque los chicos no conocen lo que es el software o porque los adultos no tienen presentes las carreras del futuro que marcarán el camino de estas generaciones?

Como sociedad, estamos inmersos en un profundo proceso de transformación digital, donde la tecnología atraviesa y modifica a todos los sectores productivos, generando un verdadero cambio de época. Sin embargo, todavía vemos que en nuestra industria anualmente quedan 5000 puestos que no pueden ser cubiertos por no contar con los profesionales necesarios.

Es así como en este año, 17 después de Google, uno de los desafíos es empezar a posicionar la Argentina de Mi hijo el Programador, donde adoptar la transformación digital se convierte en una de las grandes armas contra la pobreza, abriendo un panorama de oportunidades. Hoy en día, según las cifras del INDEC, una familia necesita $ 13.155 para no ser pobre, y un programador junior comienza ganando $ 15.500.

Frente a esta realidad, el conocimiento en las nuevas tecnologías es lo que permitirá llegar a un mundo sin fronteras e integrarnos en una cadena de valor mundial. Citando a Manuel Sadosky, "el mayor capital que puede tener un país es el talento de su gente". Es así como nos encontramos con que el talento es la nueva moneda, el bien escaso, el verdadero capital.

En esta carrera, consideramos imprescindible promover el triángulo de Sábato, donde la universidad, el gobierno y la empresa, trabajen en conjunto con el objetivo de crecer.

Por un lado, es preciso que cada vez más universidades adopten programas de estudio donde el software sea considerado como una nueva disciplina, y no como una rama de la ingeniería. Por otro lado, se deben fomentar programas como Empleartec y el Programa 111 MIL, para que se generen 100.000 nuevos programadores, 10.000 ingenieros y 1000 emprendedores. Finalmente, consideramos fundamental la prórroga de la Ley del Software, que para nosotros es la ley de creación del empleo tecnológico, sustentable y aspiracional.

En conclusión, estamos en medio de un cambio de época donde la programación y la tecnología van a modificar y transformar el tejido social y empresarial, y los profesionales que se sumen al sector tendrán la posibilidad de adoptar un rol protagónico en este escenario.

En este contexto, desde la Industria del Software queremos generar una nueva tradición en Argentina, la de Mi hijo el Programador, para posicionar a esta profesión como un nuevo sinónimo de movilidad social ascendente, y de generación de oportunidades, ampliando el clásico catálogo de opciones consideradas.
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