Lisandro de la Torre o Elisa Carrió

El miércoles pasado se aprobó la ley que crea una comisión bicameral en el Congreso para investigar la denuncia de la AFIP que involucra a 4040 empresas y personas vinculadas con algo menos de 400 cuentas del HSBC de Suiza en las que había alrededor de u$s 3.000 millones cuando el empleado Hervé Falciani sustrajo la información hace ya ocho años.
El informe final que elaboren es el único elemento que permitirá evaluar si la tarea de los legisladores estuvo a la altura de lo que fue la extraordinariamente esclarecedora comisión que, encabezada por el senador Lisandro de la Torre, desnudó en 1935 los delitos que los frigoríficos ingleses cometían en el comercio de carne con la connivencia del gobierno de entonces; o si todo terminará en un fiasco similar al de la Comisión de Diputados que, impulsada por Elisa Carrió en 2001 (e integrada entre otros por Cristina Kirchner, Daniel Scioli y Margarita Stolbizer), desaprovechó profusa y valiosísima información obtenida por el Senado estadounidenses sobre las maniobras de fuga, evasión y lavado de dinero cometida por el Citibank y los ya quebrados bancos de Raúl Moneta.
Hay algunos elementos que alimentan el escepticismo. La lista incompleta y sesgada que filtró la AFIP despierta dudas acerca de si la verdadera motivación del kirchnerismo es desentrañar los hechos. El plazo establecido de 90 días prorrogables por otros 90 parece demasiado breve para encarar con rigor una tarea minuciosa. A lo que, por supuesto, se agrega la suspicacia que genera la simultaneidad con la causa de los hoteles de la Presidenta y los negocios de Lázaro Báez, De todas maneras, el crédito está abierto y serán sus miembros los responsables de utilizarlo o dilapidarlo.
Mientras tanto, todo el ruido que surge del caso de las cuentas en Suiza, es útil para orientar nuevamente el foco de atención sobre la fuga de capitales, que es uno de los grandes flagelos que, ciertamente, azotan a la economía mundial, pero que en la Argentina adquiere una dimensión mucho mayor.
Es indiscutible que se trata de un problema generalizado. Sin ir más lejos, la información sobre 4040 empresas e individuos argentinos que proveyó el gobierno francés, es parte de un listado de aproximadamente 130.000 casos referidos a varios países que figuran en los archivos obtenidos por Falciani. Y para agregar sólo otro caso reciente, la semana pasada se conoció la segunda parte del llamado Luxleaks, el informe del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación que reveló los acuerdos fiscales secretos que centenares de las principales multinacionales del mundo (Disney, Microsoft, Procter & Gamble, Pepsi, Ikea, Deutsche Bank, JP Morgan Chase, entre ellas), con la complicidad de las cuatro grandes firmas internacionales de auditoría y contabilidad (PwC, Deloitte, KPMG y Ernst & Young), firmaron con el gobierno de Luxemburgo para evadir impuestos.
Pero en muy pocos países del mundo el cáncer se expandió tanto como en la Argentina. Según datos oficiales, la riqueza oculta de argentinos alcanzaba en 2010 a u$s 175.000 millones (que ya superaría los 200.000 millones). Pero estimaciones alternativas elevan esa cifra al doble. Una de ellas fue realizada por una de las máximas autoridades mundiales en el tema, Henry James del Tax Justice Network, y otra por los expertos locales Jorge Gaggero, Magdalena Rúa y Alejandro Gaggero.
Ellos tres (que, dicho sea de paso, deberían ser aprovechados por la Comisión Bicameral como asesores de la investigación), publicaron hace poco un nuevo ensayo sobre el tema que incluye una comparación internacional sobre la proporción de activos offshore en relación al Producto Bruto (según la paridad de poder adquisitivo). En la Argentina esa proporción es del 62%, dos veces y media superior a la de Brasil (24 %) y duplica largamente la de México (26 %). En Chile llega al 38% y en Colombia a apenas el 11%. En América Latina sólo están por arriba Trinidad Tobago (204 %) Venezuela (116 %) y Panamá (85 %).
En el trabajo titulado Los Activos Offshore de los Argentinos - Evolución de la Fuga de Capitales y Cuestiones Fiscales Relevantes los autores señalan: "Una característica importantes es que, según los datos disponibles, la mayor parte de la fuga correspondería a capitales no declarados. Comparando el stock de capitales fugados obtenidos con los datos del Indec correspondientes al año 2010 (u$s 175.024 millones) contra el stock de activos situados en el exterior declarados por los contribuyentes a través de sus Declaraciones Juradas del Impuesto sobre los Bienes Personales publicado por el Anuario de Estadísticas Tributarias de AFIP, año 2011, período fiscal 2010 en el organismo recaudador (14.370 millones de dólares, al tipo de cambio de ese momento), podemos concluir que los residentes argentinos sólo han declarado alrededor de una décima parte del total de activos que calcula el Indec".
Además del impacto macroeconómico que implica la indisponibilidad del capital para el funcionamiento productivo y la detracción de ingresos fiscales, el ensayo subraya que la riqueza no declarada es, además, una fuente de inequidad socioeconómica oculta.
Nada de esto debe sorprender en un país donde dueños de autos de muy alta gama los radican en pueblos remotos para ahorrarse algunos miles de pesos de patente.
Noticias de tu interés