El regreso al FMI

En los últimos años hemos escuchado despotricar al kirchnerismo contra el FMI tomándolo como el arquetipo del enemigo contra el que se lucha. Sin decir que el FMI es un organismo de bien público -que, desde ya, no lo es- al kirchnerismo seguramente no le gustará que le recuerden que el 20 de septiembre de 2003 el gobierno del presidente Néstor Kirchner firmó en Dubai un Acuerdo Stand By con el Fondo por un período de 36 meses y un monto equivalente a u$s 12.500 millones. El equipo económico de entonces logró un entendimiento con cláusulas posibles de cumplir para la Argentina. Sin aquel Stand by, Kirchner no hubiera podido hacer el acuerdo por el 76,07% de la deuda pública con el sector privado mediante el canje de bonos con una quita de u$s 67.000 millones.

Tiempo después, Néstor Kirchner encontró dos motivos para romper con el FMI: 1) Brasil se le anticipó en una jugada y Lula se colocó por encima del presidente argentino en la búsqueda del liderazgo regional. 2) El pésimo derrotero económico de la Argentina no podía, para el criterio de los Kirchner, quedar evidenciado en las estadísticas internacionales.

A fin de 2005, Brasil, que estaba en mejor posición financiera que la Argentina, canceló el total de su deuda con el FMI, pagando al contado u$s 15,5 mil millones. Brasil tenía reservas por u$s 67 mil millones; la cancelación comprometió sólo 23% de sus divisas. Fue una decisión financiera, sin costo para su economía que colocó al mandatario brasileño en posición de liderazgo en la región.

¿Qué hizo entonces Kirchner? También le pagó de un plumazo al FMI el total de la deuda: u$s 9.800 millones, en este caso con 32% de las reservas del BCRA, que quedaron en sólo u$s 16.990 millones.

A partir de entonces los Kirchner rehusaron cumplir la Consulta del Artículo IV del FMI, que establece que todos los miembros deben proporcionarle al organismo la información necesaria supervisar al sistema financiero internacional. Argentina siguió siendo miembro del FMI; la ruptura consistió sólo en incumplir tal obligación.

El FMI es un banco que actúa como prestamista de última instancia a países con problemas de balanza de pagos; sus créditos son siempre a plazos y tasas mejores que las del mercado, aunque sus exigencias han sido siempre excesivas, por incluir ajustes. De allí la necesidad de que los países que negocian con el FMI tengan equipos económicos capacitados y una decisión política firme para sostener sus objetivos.

El kirchnerismo dirá que no se ha sometido a la Consulta del Artículo IV por una cuestión de principios y porque Néstor y Cristina no estaban dispuestos a dejar sus convicciones al entrar en la Casa de Gobierno; pero no parece que esa la verdad. La renuencia a a la Consulta del Artículo IV se debe a que los Kirchner introdujeron como parte del modelo el falseamiento de los indicadores económicos.

Al fin, no parece posible que Evo Morales, un gobernante más radicalizado que los Kirchner, haya dejado sus convicciones antes de entrar al Palacio Quemado. Bolivia se ha prestado toda vez que fue necesario realizar el Artículo IV. La última, el FMI halló que "las políticas macroeconómicas bien equilibradas, acompañadas por una mejora en los términos de intercambio en los últimos años, le han permitido a Bolivia lograr resultados macroeconómicos muy positivos".

Por ende, para normalizar las relaciones financieras internacionales y poner al país en marcha, es imprescindible que el nuevo gobierno ofrezca al FMI realizar la Consulta del Artículo IV, sean cuales fueren las cifras reales de la economía Argentina, por cuanto el organismo, mal que nos pese, siempre será la última capilla a la que se pueda recurrir si acaso en algún momento las papas quemen.

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