

Un telescopio financiado por la NASA detectó un cometa con una trayectoria nunca antes vista, que proviene de fuera del sistema solar y no pertenece a ningún cuerpo celeste conocido por la ciencia. El hallazgo podría marcar un antes y un después en el estudio de objetos interestelares.
Se trata del tercer objeto interestelar jamás identificado por la astronomía moderna, y ya fue bautizado como 3I/ATLAS. Su descubrimiento ocurrió el 1 de julio de 2024 mediante el sistema de telescopios ATLAS, administrado por la Universidad de Hawái y respaldado por la NASA.
Un nuevo descubrimiento de la NASA alerta sobre un cometa desconocido
El objeto fue avistado cuando aún se encontraba a unos 4.500 millones de kilómetros del Sol. Los primeros cálculos orbitales demostraron que su trayectoria es hiperbólica, es decir, no está ligada gravitacionalmente al Sol, lo que confirma su origen interestelar. Esto lo convierte en el tercer cuerpo de este tipo descubierto, después de Oumuamua en 2017 y Borisov en 2019.

El telescopio que lo detectó forma parte de la red ATLAS (Asteroid Terrestrial-impact Last Alert System), una iniciativa que monitorea el cielo en busca de objetos cercanos a la Tierra. Aunque el cometa fue visto desde el hemisferio sur, los expertos explican que su paso cercano al Sol -previsto para octubre de 2024- permitirá observarlo también desde el hemisferio norte.
¿Por qué sorprende a los científicos de la NASA?
A diferencia de los objetos interestelares anteriores, 3I/ATLAS parece comportarse como un cometa tradicional: desarrolla una coma de gas y una cola al acercarse al Sol. Su velocidad y dirección indican que proviene del disco grueso de la Vía Láctea, una región poblada por estrellas muy antiguas.
El astrofísico Matthew Hopkins, según National Geographic, explicó que el objeto podría haberse formado antes que el sistema solar y vagado miles de millones de años por la galaxia. Según su análisis, podría ofrecer información clave sobre las condiciones físicas y químicas de otros sistemas estelares.

Se estima que el cometa alcance su punto más cercano al Sol el 29 de octubre de 2024, pero no representa ningún riesgo para la Tierra. Los astrónomos seguirán monitoreándolo hasta diciembre, cuando desaparezca temporalmente detrás del Sol. Más adelante, podría ser nuevamente visible y analizado con nuevos instrumentos.






