

El próximo fin de semana largo del 21 al 24 de noviembre, por el Día de la Soberanía Nacional, encuentra al turismo interno en un punto de equilibrio particular. De acuerdo con un informe del Instituto de Economía (Ineco) de la UADE, una familia tipo necesita $1.156.988 para realizar una escapada, un monto que equivale al 74% del salario medio. La proporción casi no varió respecto del año pasado, lo que indica que el poder adquisitivo turístico se mantuvo estable pese a los aumentos nominales en transporte y alojamiento.
El estudio muestra diferencias marcadas entre destinos. Mientras viajar a Gualeguaychú ($ 535.735) implica poco más de un tercio de un sueldo, hacerlo a Cariló ($ 2.019.121) demanda casi cuatro veces ese nivel de ingreso. En el medio se ubican localidades como Mar del Plata ($ 942.959), Villa Gesell ($ 976.092), Pinamar ($ 1.316.559) o Colón ($ 685.955), que combinan cierta masividad con una oferta de hospedajes más amplia y, por lo tanto, con mayor margen para buscar precios. La brecha no se explica por el transporte, sino por el costo de alojamiento, que concentra los mayores saltos de valores entre una ciudad y otra.
Aun así, varios destinos se volvieron más accesibles en términos relativos. Puerto Madryn (-4,06%), Iguazú (-3,76%) y San Miguel de Tucumán (-4,13%) requieren hoy una proporción menor del salario que en 2024. En cambio, San Antonio de Areco (1,51%), Tandil (0,52%) y Cariló (0,14%) ampliaron su distancia, consolidando un perfil más orientado a segmentos de mayor poder de compra, donde la variación de precios impacta menos en la decisión final.
El trabajo también señala que la capacidad de financiamiento de las familias no se deterioró. La suba de salarios compensó el encarecimiento nominal de las estadías, y el esfuerzo necesario para viajar quedó prácticamente en el mismo nivel que el año pasado. No es un gasto liviano —el valor estimado no incluye comidas, actividades ni consumos adicionales, que pueden modificar de manera sensible el presupuesto—, pero la relación ingreso–costo que se sostuvo aun en un contexto de bolsillos exigidos y otros gastos del hogar compitiendo por la misma porción de ingreso.
Más costo de estadía
Para elaborar el cálculo, Ineco contempló transporte en ómnibus de larga distancia y alojamiento para una familia tipo definida por el Indec: dos adultos y dos menores. El relevamiento abarcó una veintena de destinos de la costa atlántica y del interior para el próximo fin de semana largo. Tras ajustar los valores mediante un “índice de poder de viaje” para depurar el efecto de la inflación, el estudio registró incluso una leve baja real de 1,6% en el costo promedio interanual. El resultado muestra un turismo interno que se reorganiza en función de precios relativos, servicios disponibles y distancias, pero que no retrocede.
En ese mapa, el comportamiento del consumidor se vuelve más selectivo. Elegir un destino accesible, acortar la estadía, viajar en micro en lugar de avión o priorizar hospedajes de menor categoría se transforman en herramientas para sostener la escapada sin desbordar el presupuesto. La foto no es la de un consumo eufórico, pero tampoco la de una renuncia masiva al descanso: es la de una adaptación gradual a un entorno de precios altos y planificación casi obligatoria.
En paralelo, algunas referencias privadas apuntan en la misma dirección. De acuerdo con datos de Despegar, las búsquedas para el fin de semana largo aumentaron 65% interanual, con un mayor avance en los destinos internacionales y un crecimiento moderado en los nacionales. Aunque responden a lógicas distintas, ambas mediciones coinciden en un mismo punto: la demanda sigue activa, aun cuando los presupuestos obligan a planificar más, elegir con mayor precisión y ajustar las expectativas.



