

La cultura celta se refiere a un conjunto de pueblos que habitaron Europa durante la Edad de Hierro, aproximadamente entre el siglo VIII a.C y el I d.C. Si bien su legado ha dejado cientos de tesoros arqueológicas distribuidos por todo el continente, el funcionamiento de esta civilización sigue siendo un gran parte de un misterio.
Recientemente, una colaboración entre la Oficina Estatal para la Preservación de Monumentos Históricos en Baden-Württemberg y el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (MPI-EVA) en Leipzig ha proporcionado detalles desconocidossobre esta sociedad a través de la restauración de genomas encontrados en túmulos funerarios.

La cultura celta: un pasado enigmático cobra vida a través de la genética
Durante siglos, los túmulos funerarios de Eberdingen-Hochdorf y Asperg-Grafenbühl han sido foco de fascinación para los arqueólogos por su riqueza de artefactos relacionados con la Edad de Hierro.
Mediante el empleo de técnicas avanzadas de secuenciación de ADN, un equipo de investigadores del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (MPI-EVA) examinó muestras de dientes y huesos del oído interno de un conjunto de 30 sujetos procedentes de ambas ubicaciones.
Los resultados demostraron un vínculo genético entre los dos líderes enterrados en los tumultos centrales, lo que sugiere que podrían haber tenido un parentesco.
Este hallazgo tiene implicaciones significativas para nuestra comprensión de la organización social y política de las élites celtas. De hecho, según el líder de la investigación, Joscha Gretzinger, el poder político en esta sociedad podría haber sido transmitido a través de la herencia biológica.

Más allá del aislamiento, un pueblo conectado
Las investigaciones recientes han desafiado la concepción tradicional de los celtas de Baden-Württemberg como una sociedad aislada durante la Edad de Hierro.
De hecho, encontraron una conexión con las poblaciones contemporáneas de Francia, indicando un importante flujo migratorio hacia el sur de Alemania durante ese periodo histórico.
Sin embargo, este flujo migratorio, no fue el único medio de contacto con el exterior. El descubrimiento de artefactos de estilo mediterráneo en las tumbas celtas insinúa que estas comunidades también mantenían relaciones comerciales y culturales con otras regiones de Europa.




