

La Universidad Federal de San Pablo (UNIFESP) y la Universidad de San Pablo (USP) publicaron un artículo revolucionario que demuestra cómo un simple hábito podría ser clave para prevenir o retrasar la aparición del Alzheimer.
De acuerdo con la investigación divulgada en la revista Frontiers in Neuroscience, el entrenamiento de resistencia regular demostró efectos neuroprotectores significativos.
"Solo cuatro semanas de ejercicio con pesas fueron suficientes para revertir las alteraciones físicas y de comportamiento características de la enfermedad en modelos experimentales", señalaron los científicos.
Asimismo, los investigadores destacaron que este tipo de ejercicio resulta particularmente beneficioso para adultos mayores y pacientes con demencia.
"El ejercicio físico regular, como el entrenamiento de resistencia, puede prevenir la enfermedad de Alzheimer, o al menos retrasar la aparición de los síntomas, y sirve como una terapia sencilla y asequible", añadieron.

¿Por qué el ejercicio de resistencia podría ser más efectivo que otras actividades para prevenir el Alzheimer?
El entrenamiento de resistencia, comúnmente asociado con el levantamiento de pesas o ejercicios con el propio peso corporal, se perfila como una alternativa sumamente beneficiosa para la salud integral de las personas mayores.
A diferencia del ejercicio aeróbico intenso, este tipo de actividad física se adapta con mayor facilidad a las capacidades de quienes tienen movilidad reducida o afecciones propias del envejecimiento.
Numerosos estudios respaldan su eficacia en la prevención de enfermedades neurodegenerativas, además de mejorar múltiples aspectos del bienestar físico y mental.
Entre los beneficios más destacados se encuentran:
Accesibilidad y adaptabilidad. Es ideal para personas mayores o con movilidad limitada, ya que se puede personalizar según las capacidades individuales.
Efectos antiinflamatorios. De acuerdo con la doctora Beatriz Monteiro Longo, profesora de neurofisiología de la UNIFESP, el entrenamiento de resistencia ejerce una potente acción antiinflamatoria, lo cual podría ser clave en la prevención de enfermedades cerebrales.
Reducción de proteínas tóxicas. En modelos experimentales, se observó una disminución en la formación de placas beta-amiloide, las cuales afectan la conectividad sináptica y dañan las neuronas, siendo características del Alzheimer.
Control del estrés. Los niveles de corticosterona (equivalente al cortisol en humanos) se normalizan con este tipo de actividad, reduciendo un importante factor de riesgo asociado a enfermedades neurodegenerativas.
Mejora de síntomas conductuales. El ejercicio de fuerza ayudó a reducir la hiperlocomoción, un síntoma temprano de agitación frecuente en pacientes con Alzheimer.
Beneficios físicos múltiples. Este entrenamiento contribuye al aumento de masa muscular, fuerza y densidad ósea; mejora la composición corporal, la capacidad funcional, el equilibrio y previene la sarcopenia.
Aplicabilidad clínica comprobada. Según el doctor Gustavo Sevlever, director de Docencia e Investigación de la Fundación FLENI, los beneficios observados en estudios experimentales coinciden con datos obtenidos en seres humanos, lo que reafirma el rol del ejercicio como factor preventivo.
Estímulo neurocognitivo. El doctor Guido Dorman, de INECO, destaca que el ejercicio de resistencia favorece la producción de BDNF, un factor neurotrófico fundamental para la memoria, la plasticidad cerebral y la neurogénesis.
En conclusión, el ejercicio de resistencia no solo es una opción segura y efectiva para personas mayores, sino que también representa una intervención poderosa para preservar la salud cerebral y mejorar la calidad de vida.


