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Esta semana viene con un momento clave para los mercados: Nvidia presentará su balance el miércoles y el evento condensa la narrativa de la inteligencia artificial (IA), el frenesí de flujos hacia las mega-cap y la expectativa de que el “boom” puede extenderse sin fisuras.

En su último informe de mercados, Michael Hartnett, el estratega más escuchado de Bank of America (BofA), advirtió que el mercado estadounidense ya opera en “modo burbuja de expectativas”.

El diagnóstico llega en un momento peculiar. Con el S&P 500 muy cerca de máximos y la narrativa de la IA convertida en un credo macro, Hartnett sostiene que el rally de 2025 dejó de estar respaldado por ganancias corporativas o por fundamentos sólidos, y pasó a depender de un “combo de fe, liquidez y política

“Cuando los inversores descuentan crecimiento sin inflación, subsidios permanentes a la innovación, intervencionismo para contener precios y una Reserva Federal (Fed) lista para cortar tasas incluso en máximos históricos, lo que se infla no son los activos: son las expectativas”, plantea.

A esto se suma la expectativa por el balance de Nvidia, que se publicará después del cierre del próximo miércoles. Goldman Sachs lo llamó en su informe diario “el gran evento para los mercados”, puesto que se perfila como una prueba decisiva para el rally de IA.

Los “puts” del mercado

La frase de Hartnett captura el espíritu de un mercado que hoy internaliza varios “puts” implícitos: una Fed dispuesta a reactivar el QE (programa de liquidez) si hace falta, un Trump que promete recortes de impuestos y estímulos previos a las elecciones, y un National Security que justifica la expansión del gasto público para financiar la guerra energética y la carrera por la IA frente a China.

“Bajo esa lógica, las valuaciones pasan a ser una externalidad menor. La protección es política, no financiera”, dice Hartnett.

Pero para el analista, el corazón del problema está en la mecánica de los flujos. Y los números de 2025 son difíciles de sostener: u$s 1,3 billones anualizados en ingresos a equity ETFs, el mayor registro de la historia; desembolsos récord hacia tecnológicas y bonos investment grade; y un patrón casi monocorde en la asignación global.

En consecuencia, “las mega-cap absorben la mayor parte del flujo y se alejan del resto del mercado a una velocidad que ya no responde a fundamentals”, explica el estratega.

La burbuja, según Hartnett

Lo que emerge es una estructura pesada en la cima, con empresas que se valorizan tanto por sus historias como por su peso en los índices.

El contraste con el resto es brutal. Mientras las siete u ocho compañías que explican una porción dominante del S&P 500 reciben entradas automáticas, el universo de small caps acumula salidas por u$s 64.000 millones, la mayor fuga en décadas.

El riesgo, advierte Hartnett, es que esa arquitectura está montada sobre cimientos que ya muestran vibraciones. Los spreads de crédito de los hyperscalers empezaron a ensancharse, como el caso de Oracle, que actuó de canario en la mina.

No es un detalle técnico: la carrera de inversión en IA requiere capex a niveles sin precedentes, y ese capex no se financia únicamente con flujo operativo. Requiere deuda. Y la deuda está empezando a encarecerse para el sector que el equity considera “impermeable”.

Desde su óptica, la burbuja de expectativas no estalla con un desplome inmediato de las acciones. Estalla cuando el mercado deja de creer que la política puede sostener indefinidamente las condiciones financieras necesarias para validar las valuaciones actuales. Ese proceso, dice, comienza siempre por el crédito, no por la renta variable. Y los primeros signos ya están ahí.

Por eso, el estratega concluye que el rally está más vulnerable de lo que luce: la euforia por la IA, la fe en un Estado que amortigua cualquier shock y la marea interminable de flujos hacia ETFs crearon un ecosistema donde los precios son menos relevantes que la narrativa y la dirección del dinero.

En ese contexto, la concentración récord en mega cap y la sequía en el resto del mercado no son anomalías: son síntomas de un sistema que llega a su límite de saturación.

La mirada de la City

Para Nicolás Max, director de Asset Management de Criteria, la fuerte suba de algunas acciones, concentrada en las grandes tecnológicas vinculadas al desarrollo de la IA, abre una pregunta legítima: si el mercado no está entrando en una nueva “burbuja” financiera, explicó en declaraciones a El Cronista.

Históricamente, explica Max, estos fenómenos son causa de un entusiasmo exagerado alrededor de una nueva tecnología, lo que dispara los precios de las acciones a valores extremos y aumenta el riesgo financiero.

“La memoria más fresca remite al evento del último boom tecnológico que genero la democratización de internet a fines de los 90 y concluyo con un estallido del Nasdaq desde el 2000 al 2002 y que lo llevó a perder 80% de su valor”, agregó.

Y es que si bien existen algunas señales que recuerdan a burbujas pasadas “como las altas valoraciones de las empresas y la gran concentración de riqueza en pocas compañías líderes, también hay diferencias cruciales”, aseguró el estratega.

Según Max, también hay varios elementos que merecen atención en este rally. “El primero es que las empresas que lo lideran exhiben, por ahora, finanzas excepcionalmente sólidas”.

Max aclara este punto porque los altos niveles de inversión necesarios para mantenerse en la carrera —y ganarla— podrían terminar por comprometer esa salud financiera.

“Allí aparece el primer motivo de preocupación: si esas inversiones no generan retornos convincentes en el futuro —algo que hoy es imposible saber—, el factor que impulsó la fiesta puede convertirse en el que la arruine”, aseguró.

Otro punto que menciona, y que ya fue advertido por gestores exitosos de Wall Street, es que las ganancias contables actuales podrían estar “infladas”, debido a plazos de amortización permitidos por las normas contables que exceden ampliamente la verdadera vida útil de los nuevos y potentes chips utilizados para procesar datos. Esto podría llevar a beneficios sobrestimados en el corto plazo.

Max también subraya que el comportamiento reciente de algunos inversores recuerda a episodios de burbujas anteriores. Se observa cierto exceso de apalancamiento, lo que puede generar, acelerar o profundizar caídas ante cualquier noticia o balance que decepcione frente a las expectativas. Por eso, siempre se dice que es más fácil detectar una burbuja que saber cuándo explotará.

Marcelo Lezcano, presidente de Catalaxia, Agencia Global de Inversiones, coincide y comenta que las burbujas financieras (al igual que las burbujas comunes) tienen la característica de ser transparentes y difícil de distinguirlas con facilidad.

Según Lezcano, la literatura económica ofrece numerosas herramientas para intentar inferir la magnitud de una burbuja a partir de ciertos fundamentos. El más relevante es la expansión crediticia y el financiamiento de inversiones no rentables.

En ese sentido, señala que al hoy se observa un alto nivel de apalancamiento en las empresas, aunque mientras la Fed continúe con su inyección de liquidez y permita una baja gradual de las tasas de interés, los riesgos tenderán a disiparse.

Respecto del balance de Nvidia, Lezcano detalla que las previsiones del mercado apuntan a un beneficio por Acción (BPA) de u$s 1,25 y ingresos por u$s 54.800 millones. Los analistas proyectan un aumento de 20,2% del BPA frente al trimestre anterior.

“La compañía cotiza hoy a múltiplos muy elevados —con un EV/EBITDA cercano a 46,55—, aunque estos niveles encuentran respaldo en un margen bruto del 73,5% y un ROE del 119,2%, cifras extraordinarias incluso dentro del sector de semiconductores”, concluye el experto.