Acreedores y analistas culpan cada vez más al FMI de las trabas entre países endeudados como Zambia y Sri Lanka y sus acreedores, alegando que el enfoque del Fondo es demasiado complejo e incoherente.

Los críticos también apuntan a la falta de voluntad del FMI para criticar públicamente a China, por lejos el mayor acreedor bilateral del mundo.

Mark Sobel, presidente estadounidense del think-tank Foro de Instituciones Monetarias y Financieras Oficiales exrepresentante de Estados Unidos en el Fondo, afirmó: "El FMI tiene que ser mucho más agresivo y franco públicamente sobre los préstamos oficiales de China".

Varias de las economías con más dificultades del mundo llevan años esperando que se resuelvan las conversaciones sobre cómo reestructurar su deuda, un problema que muchos acreedores han achacado a la falta de voluntad de China para conceder un alivio de la deuda acorde con lo que ellos están dispuestos a ofrecer.

Pero altos cargos con conocimiento de las negociaciones afirman que no es sólo la intransigencia de Beijing lo que está retrasando los acuerdos. Dicen que el hecho de que el Fondo se centre en técnicas complejas e incoherentes para calcular la solvencia de los países también está retrasando los acuerdos.

Los críticos afirman que los criterios del Fondo para evaluar la capacidad de un país para pagar su deuda -el llamado análisis de sostenibilidad de la deuda, o ASD- están desfasados y se han utilizado de forma arbitraria, lo que añade incertidumbre al proceso.

"La intransigencia china ha retrasado el proceso de forma inequívoca", afirmó Brad Setser, miembro del Consejo de Relaciones Exteriores y exfuncionario del Tesoro estadounidense. "[Pero] un observador de Marte no entendería cómo el FMI se estaba centrando en diferentes variables y en diferentes niveles de deuda como sostenibles".

Beijing ha insistido en que los prestamistas multilaterales, incluidas las instituciones lideradas por Occidente como el FMI, rompan con las normas y ofrezcan alivio de la deuda. Sin embargo, sus puntos de vista se han alineado más con los de otros acreedores en los últimos meses.

Los acreedores han advertido que los retrasos en la resolución de la deuda se están sumando a los costos humanos del default, incluyendo un crecimiento económico más lento, la reducción de la esperanza de vida y el empeoramiento de la mortalidad infantil.

"Tenemos que trabajar en un plazo razonable, hasta ahora hemos tardado demasiado", dijo la semana pasada el presidente del Club de París, Emmanuel Moulin. "No podemos dejar a los países esperando más de dos años para un tratamiento de la deuda", citó Reuters.

Zambia, que dejó de pagar en 2020, aún no ha llegado a un acuerdo con sus acreedores, aunque la presencia del presidente zambiano, Hakainde Hichilema, y del primer ministro chino, Li Qiang, en la cumbre de París de la semana pasada ha aumentado las esperanzas de un avance.

Chad solicitó la reestructuración de su deuda en enero de 2021, pero se salvó del default gracias a la suba de los precios del petróleo. Ghana entró en mora en diciembre y ha alcanzado un acuerdo preliminar con el FMI y acreedores bilaterales.

Mark Flanagan, subdirector del Departamento de Estrategia, Política y Evaluación del FMI, destacó los progresos realizados en estos países y acusó a los críticos de ser "impacientes".

"Hay que mantener los ojos en la pelota, y eso no significa poner en marcha un programa a cualquier precio, sino resolver el problema [de los países que soportan deudas insostenibles]", afirmó, añadiendo que el FMI también estaba trabajando adecuadamente con China.

"Estamos siendo muy cuidadosos", afirmó. "Cuando un acreedor es lo suficientemente grande tiene influencia: hay que trabajar con ese acreedor mayoritario y conseguir que se sume".

A la hora de calcular la sostenibilidad de la deuda, el FMI cuenta con dos marcos: uno para los llamados países con acceso al mercado -economías avanzadas y de renta media- y otro para los países de bajos ingresos.

Sin embargo, estas distinciones a menudo ya no se aplican. Sri Lanka, que entró en mora hace poco más de un año, está siendo evaluada con arreglo al marco de acceso al mercado del FMI, que implica una mayor discrecionalidad a la hora de aplicar las condiciones de los rescates. Pero Zambia y Ghana no lo están, a pesar de haber emitido bonos en los mercados internacionales de capitales y haber pedido préstamos a China en condiciones comerciales.

En el caso de los países de bajos ingresos, el FMI califica a los deudores según su capacidad de endeudamiento sea débil, mediana o fuerte. Los críticos afirman que el método utilizado para llegar a esta clasificación es a la vez demasiado retrospectivo y demasiado dependiente de previsiones poco confiables. "Se trata de un proceso inherentemente crítico, con muchos supuestos técnicos muy complejos que pueden cuestionarse de principio a fin", afirmó Sobel.

Flanagan dijo que el marco para los países de bajos ingresos podría tener en cuenta el acceso al mercado. En una próxima revisión se estudiará la posibilidad de adoptar un enfoque más específico para cada país.

Zambia sigue emitiendo deuda en su mercado nacional desde su default, y continúa pagando a los tenedores extranjeros de esos títulos, a diferencia de los tenedores de sus bonos externos.

El Ministerio de Finanzas declaró en octubre que el pago a estos últimos consume alrededor del 80% del dinero disponible para el servicio de toda la deuda externa de Zambia, por lo que los demás acreedores se sienten gravemente perjudicados. "Hay una razón por la que China se muestra tan intransigente", afirmó un inversor en deuda que participa en las negociaciones.

Según Sobel, tanto los acreedores bilaterales como los prestamistas privados han podido escudarse en discordias como ésta para resistirse a conceder un alivio profundo de la deuda. El FMI, una vez establecidas las condiciones de reestructuración, "tiende a mantenerse al margen", afirmó. "No quiere meterse en una gran pelea entre acreedores y deudores, y nadie quiere enredarse con China".