

España es conocida por su rica diversidad cultural y gastronómica. Una de sus joyas culinarias menos conocidas internacionalmente pero altamente apreciada a nivel local son las butifarras, especialmente las blancas y negras.
Estas embutidos tradicionales, originarios de Cataluña, han encontrado su lugar en festividades, reuniones familiares y menús cotidianos. Acompáñanos en este viaje culinario y descubre cómo preparar estas delicias en casa.
¿Cómo preparar una butifarra blanca?
Esta variedad se prepara principalmente con carne magra de cerdo, panceta y especias.
Ingredientes
- 1 kg de carne magra de cerdo
- 300 g de panceta
- Sal al gusto
- Pimienta al gusto
- Tripas naturales de cerdo
Procedimiento
- Pica finamente la carne de cerdo y la panceta.
- Mezcla en un recipiente grande, añade sal y pimienta al gusto.
- Llena las tripas con la mezcla preparada, procurando no dejar bolsas de aire.
- Hierve las butifarras en agua con sal durante 30 minutos.
- Se pueden asar o freír antes de servir.

¿Cómo preparar una butifarra negra?
Esta variedad incorpora la sangre de cerdo, lo que le da su color característico y un sabor distintivo.
Ingredientes
- 1 kg de carne magra de cerdo
- 300 g de panceta
- 500 ml de sangre de cerdo
- Sal al gusto
- Pimienta al gusto
- Tripas naturales de cerdo
Procedimiento
- Pica finamente la carne y la panceta.
- Mezcla en un recipiente grande, añade sal, pimienta y la sangre de cerdo.
- Llena las tripas con esta mezcla, cuidando que no queden bolsas de aire.
- Cocina en agua con sal durante 45 minutos.
- Al igual que la butifarra blanca, se pueden asar o freír antes de comer.
Estas butifarras se pueden acompañar con "mongetes" (judías blancas) salteadas, una combinación tradicional en Cataluña. Ya sea en una ocasión especial o un domingo familiar, estas delicias son una auténtica muestra de la tradición gastronómica española.

La historia de las butifarras
Las butifarras, con su distintivo sabor y textura, tienen raíces que se remontan a la antigua Roma, donde se conocía un embutido llamado "botellus", posible precursor lingüístico de la palabra "butifarra". Durante la Edad Media, en medio de las influencias árabes y las restricciones alimenticias islámicas en la península ibérica, la butifarra encontró refugio y popularidad en la Corona de Aragón, especialmente en Cataluña.
A medida que pasaba el tiempo, este embutido se consolidó como una insignia de la gastronomía catalana, diversificándose en variantes como la blanca, la negra y muchas otras especialidades regionales, convirtiéndose en más que un alimento, al representar también un elemento central en festividades y celebraciones tradicionales.






