

Tres físicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts han publicado un estudio que cruza la frontera entre la física teórica y la metafísica. Daniel Harlow, Mykhaylo Usatyuk y Yikun Zhao llegaron a una conclusión matemática contundente: si el universo es un sistema completamente cerrado, no puede existir ningún observador externo. La afirmación aparece en una nota al pie del artículo científico, pero ha desatado un intenso debate dentro y fuera del ámbito académico.
El trabajo aborda un problema clásico de la física teórica: la gravedad cuántica en un universo cerrado. A diferencia de otros modelos cosmológicos que asumen fronteras o límites externos, un universo cerrado no tiene bordes ni exterior. Lo incluye absolutamente todo. En ese marco, los autores demuestran que un universo así solo admite un estado físico global posible, eliminando estructuralmente la posibilidad de un observador separado del sistema.
Qué dice el estudio del MIT sobre el universo cerrado
El equipo liderado por Daniel Harlow trabajó sobre la teoría de la gravedad cuántica aplicada a universos cerrados. Este tipo de universo no está contenido en nada más y carece de un “afuera”. Los cálculos matemáticos indican que en estas condiciones solo existe un único estado físico posible para todo el cosmos.
Si el universo lo contiene todo y su estado es único, no se puede estar fuera de él. Esta conclusión matemática choca con la idea teísta clásica de un Dios que existe separado de su creación y la observa desde el exterior. Los propios autores expresan esta implicación con cautela: en un universo cerrado con un solo estado físico posible, no puede existir un observador externo entendido como una entidad divina separada.

Por qué un universo sin exterior elimina al observador externo
La lógica del estudio se basa en la teoría de espacios de Hilbert y códigos cuánticos. Cuando los físicos estudian teorías cuánticas, deben llevar la cuenta de todos los estados posibles en los que puede encontrarse un sistema físico. Para ello emplean espacios abstractos llamados espacios de Hilbert, que incorporan diferentes estados cuánticos añadiendo dimensiones matemáticas.
Sin embargo, cuando se aplica esta fórmula a un universo cerrado, el resultado es inesperado: un espacio de Hilbert de una sola dimensión. No hay información adicional. Todo el universo solo puede estar en un único estado cuántico, sin la complejidad ni siquiera de un solo bit. Esta paradoja plantea una pregunta: si desde una perspectiva externa hipotética el universo sería un punto estático sin cambios, pero desde dentro vemos complejidad y movimiento, ¿dónde está realmente la información?
La reacción de la comunidad científica al paper del MIT
El físico y divulgador Brian Cox calificó el documento como “estimulante”, destacando cómo una cuestión puramente matemática sobre espacios de Hilbert termina rozando preguntas que durante siglos pertenecieron a la metafísica. El artículo no intenta demostrar ni refutar la existencia de una divinidad, sino señalar una incompatibilidad entre ciertos modelos cosmológicos y la idea clásica de un observador externo.
El trabajo se publicó a principios de 2025, casi al mismo tiempo que otro grupo presentaba una idea muy similar. Los investigadores resuelven la paradoja mediante teoría de códigos cuánticos y holografía, sugiriendo que la complejidad que percibimos es una ilusión de la perspectiva interna. El físico Edgar Shaghoulian de la Universidad de California en Santa Cruz había anticipado este problema: “En mi escritorio hay un número infinito de estados”, pero los cálculos indicaban lo contrario para un universo cerrado.




