

La identificación temprana de anormalidades cutáneas es fundamental para acceder a tratamientos más eficaces. En ciertos casos, esta detección puede ser decisiva para abordar condiciones potencialmente graves, como el cáncer de piel. La atención médica de la piel es esencial para identificar y tratar anomalías o condiciones cutáneas.
Una revisión regular por parte de un dermatólogo y la autoexploración son prácticas que facilitan la detección temprana de cambios en la piel, tales como lunares inusuales, manchas, erupciones o lesiones que podrían indicar problemas más serios.
La salud de la piel no debe ser subestimada; cualquier cambio o síntoma inusual debe ser consultado con un profesional médico para un diagnóstico y tratamiento adecuados. Los cuidados médicos de la piel trascienden la estética, constituyendo un componente esencial en la salud y bienestar general de una persona.
Un ejemplo común de lesiones cutáneas son las típicas verrugas que aparecen en el cuello y las axilas. Estas se conocen como acrocordones o fibromas blandos y en este artículo se explicará qué son y cómo pueden eliminarse sin poner en riesgo la salud.

Verrugas en cuello y axilas: causas y tratamientos
Los acrocordones o fibromas blandos son lesiones cutáneas de tonalidad carne o marrón claro, con una textura suave al tacto, que comúnmente se localizan en zonas de pliegue como el cuello, las axilas, las ingles o los párpados.
Pueden presentarse en gran número y alcanzar dimensiones de varios centímetros. Su aparición es más frecuente entre los 25 y 30 años de edad y tanto su cantidad como su tamaño tienden a aumentar con el paso del tiempo o debido a alteraciones hormonales.
En términos generales, estas lesiones no suelen provocar síntomas, aunque pueden inflamarse y generar incomodidad si se localizan en áreas propensas a la fricción. Es fundamental señalar que no son contagiosas.

Causas de las verrugas en el cuello y las axilas
El desarrollo de estos fibromas está estrechamente relacionado con factores como predisposición genética, alteraciones hormonales, sobrepeso y, en ciertos casos, se ha observado que su aparición repentina puede estar vinculada a una diabetes mal gestionada. Es importante señalar que no se encuentran asociados con el uso de collares o cadenas.
La identificación y diagnóstico de estos fibromas es competencia del dermatólogo, dado que pueden ser confundidos con otras lesiones cutáneas similares, tales como verrugas seborreicas, neurofibromas, nevus dérmicos o fibrofoliculomas. Estas últimas no requieren la misma atención ni tratamiento, según lo expuesto en el blog Quirón Salud, en un artículo redactado por la doctora Zayra Merino.
Recomendaciones efectivas para tratar las verrugas en el cuello y las axilas
El tratamiento de los acrocordones se puede realizar a través de láser o electrocirugía, sin necesidad de anestesia general (aunque puede ser necesaria anestesia local). Este procedimiento es rápido (dura alrededor de 15 minutos), provoca un dolor mínimo y no conlleva riesgos de sangrado, infecciones o cicatrices.
Los métodos "caseros" (como atar un hilo alrededor) no son recomendables debido al riesgo de infección, dolor y cicatrices. Además, no hay productos (cremas o líquidos) disponibles en el mercado para su tratamiento en casa y aquellos que están diseñados para otras lesiones cutáneas (como verrugas y moluscos) tampoco son apropiados para estos fibromas, ya que pueden dañar la piel circundante sin lograr, en muchos casos, una eliminación completa de la lesión, dejando además marcas en la piel.



