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¿Es viable la dolarización? Un informe de la consultora Anker, que lidera Luis Caputo, el ex funcionario de Mauricio Macri en Finanzas y el BCRA y ahora futuro ministro de Economía de Javier Milei,evaluó en medio del debate por los riesgos y ventajas del sistema que fue uno de los ejes de la campaña del libertario, quien por otra parte confirmó este viernes que, el cierre del Banco Central "no es negociable".
La designación de Caputo fue vista como una muestra de pragmatismo por parte del futuro Gobierno de La Libertad Avanza en contraposición a la visión de asesores como Carlos Rodríguez, el ex funcionario menemista que anunció su salida tras la confirmación de "Toto" en Economía. "Hay que sufrir para que la gente aprenda que las cosas salen", había dicho Rodríguez, que cuestionaba las alternativas propuestas desde el macrismo para 'amortiguar' el golpe de las medidas.
En el análisis de Caputo, junto a su escudero Santiago Bausili y economistas que podrían integrar su equipo como Martín Vauthier y Federico Furiase, aclaran que no se busca tomar partido sobre la dolarización pero anticipan que es "una alternativa de difícil implementación, que requiere una arquitectura legal y financiera compleja, pero no imposible de llevar adelante".

En ese marco, advierten que "a columna vertebral del próximo programa económico debe ser el equilibrio fiscal", en línea con el plan motosierra de Milei. "La inflación, el dólar o las crisis de deuda son las consecuencias de la forma en que se financia el déficit", aseguran. "El financiamiento monetario genera inflación y suba de dólar". La frase sustenta el leitmotiv libertario de "dinamitar el Banco Central" para cortar la emisión.
El programa monetario
Para los economistas de Anker "es esencial implementar un esquema monetario que sea consistente con el esfuerzo fiscal requerido y que ayude a mitigar la amenaza candente del excedente de pesos". El programa monetario para "atender la sobreabundancia de pesos se convierte en una pieza fundamental para determinar el éxito o fracaso de un futuro plan de estabilización", indicaron.
El alto stock de pasivos remunerados "puede reducirse "por las buenas" o "por las malas". Por las malas, mediante una licuación inflacionaria o la ruptura de contratos (por ejemplo, un Plan Bonex). Por las buenas, si la sociedad recuperara la confianza en un programa económico" donde los pasivos se conviertan en base monetaria. Pero advierten que es difícil basar el éxito de un programa en un comportamiento de la sociedad, la 'confianza'.
"Un programa que apunte a equilibrio fiscal, libre flotación cambiaria con liberalización del cepo y metas de inflación es una alternativa sumamente riesgosa a la que NO suscribimos. No estamos diciendo que no pueda funcionar, sino que puede NO funcionar", advierte Caputo con su equipo.
Allí entra en juego la dolarización como alternativa. Los economistas la plantean como una vía más. "No es el único régimen que obedece a este objetivo, pero es el que nos toca analizar", dicen en la búsqueda de un esquema monetario que "ayude a resolver el problema de la sobreemisión de pesos y el stock resultante de pasivos remunerados sin correr el riesgo de basar el modelo de equilibrio general en una recuperación acelerada de la demanda de dinero, que podría no materializarse".
Así, entre las ventajas citan que la dolarización es el esquema más rápido para bajar la inflación. "Al eliminar la moneda, los desequilibrios entre la oferta y la demanda de pesos dejan de tener un impacto en el nivel de inflación", pero aclaran que "no es una solución mágica". "Resignar moneda propia es la consecuencia de haber perdido toda credibilidad para cumplir con programas económicos serios", indican en relación a poner a la política por encima de la economía.
Cuántas divisas se necesitan para dolarizar
"Para poder implementar la dolarización, se requiere que el Banco Central disponga en su activo de la cantidad de dólares suficientes para transformar todos sus pasivos en pesos (la Base Monetaria compuesta por el circulante y los encajes no remunerados, las Leliqs y los Pases Pasivos) a dólares, a un tipo de cambio similar al tipo de cambio libre", detallan los economistas de Anker.

Aclaran que no tendría sentido hacerlo a un valor del dólar muy por encima del cambio libre. "Está descartada la dolarización 'a cualquier precio', ya que si se la intentara implementar a un tipo de cambio más alto que el que incorporan los precios de la economía porque "así dan las cuentas", se registraría una fuerte inflación en dólares que es contrario al objetivo buscado", advierten.
El informe, de mayo de este año, estimó en ese momento que se necesitarían activos en dólares por u$s 40.800 millones para dolarizar. Las reservas del BCRA se estiman hoy en un negativo de u$s 11.000 millones.
Para implementar la dolarización, indican, "haría falta financiarla de alguna manera". Entre las fuentes contabilizan incluso los activos del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) de Anses, bonos del Tesoro que no pueden ni deben venderse por el efecto en la deuda pública y la falta de demanda.
Pero plantean que "sí pueden constituir la materia prima de una arquitectura financiera que permita el acceso a nuevos dólares", una garantía en un "fideicomiso de jurisdicción extranjera que podría utilizar estos activos como colateral para la obtención de nuevo financiamiento".
Por el riesgo argentino, esa demanda de financiamiento "se encontrará con una oferta limitada", anticipan. Por eso plantean que se necesitan instrumentos adicionales como "un mejoramiento crediticio avalado por alguna entidad con calificación crediticia de AAA, algo similar a lo ocurrido con los bonos Brady en el pasado".
Fondos frescos del FMI
"¿Podría aportar nuevos fondos frescos el FMI en un nuevo programa?", plantearon los economistas. Y en ese momento consideraron que sería factible obtener entre u$s 10.000 y u$s 15.000 millones".
Con todo, "si hubiera u$s 12.000 millones del mercado, u$s 4.000 millones por activos del FGS y u$s 15.000 millones del FMI, habría una disponibilidad de financiamiento por un total de aproximadamente u$s 31.000 millones". La dolarización, aclaran, debería ser un procedimiento gradual.
En término de números también agregan que habría que conseguir un superávit financiero consistente, estimado en ese momento en el 2,5% del PIB, "lo que implicaría un ajuste fiscal en torno al 7% del PBI frente a la inercia fiscal proyectada para 2023". Para el IARAF, para llegar al equilibrio que promueve Milei, se requiere un ajuste real del 15% del PBI.



