Lejos de la euforia oficial por el superávit y la baja de la inflación, el equipo económico de Axel Kicillof observa nubarrones en el horizonte, y si bien no quieren ser presentados como "pronosticadores de apocalipsis", afirman que el mercado interno en retroceso y un esquema productivo golpeado por la apertura importadora son los emergentes de la crisis del modelo de Javier Milei.
El gobernador-economista está rodeado por un grupo de pares, algunos de ellos compañeros antiguos de estudios y de militancia juvenil, que miran la realidad desde un prisma que pone el foco en variables como la producción, el trabajo y el salario.
Puede que esa mirada se vea reforzada por la condición industrial de la Provincia, que representa entre el 36 y el 40 por ciento del PIB según el año, concentra casi un tercio del empleo formal y, pese a contar con una matriz productiva diversificada, tiene a la industria como responsable del 28% del PIB.
El ministro de Economía, Pablo López; el titular de Producción, Augusto Costa; y el director de ARBA, Cristian Girard, podrían ser señalados como quienes manejan las cuentas del distrito más extenso del país y quienes expresan su preocupación por el rumbo elegido por el equipo de Luis "Toto" Caputo, a quien acusan de seleccionar un puñado de indicadores para "defender su gestión" y ocultar una realidad preocupante.
En los últimos días, el Palacio de Hacienda nacional hizo circular una placa con aquellos números que considera indicadores de la recuperación económica. Allí se muestran la evolución del PIB, de la deuda pública y del déficit fiscal. En la Provincia creen que, en algunos casos, están falseados o resultan engañosos: "Hablan de una 'macro' financiera absolutamente alejada de la economía real", deslizan.
López lo explicitó en su cuenta de Twitter: para el kicillofismo, consumo, producción e ingresos están "en rojo".
Los tres principales componentes de la economía real están en rojo: consumo, producción e ingresos.
— Pablo J. López (@PabloJ_LopezOK) August 23, 2025
Empecemos por el consumo. Las fuentes públicas y privadas son categóricas: luego de un pésimo 2024, todos los indicadores siguen cuesta abajo. pic.twitter.com/KlM6kZfFny
Fuera de micrófono sostiene que Caputo presenta únicamente aquello que cree que favorece su balance de gestión. Señalan que las comparaciones planteadas por el ministro se hacen respecto de 2023, un año funesto para la economía nacional, marcado por una sequía sin precedentes y por los coletazos de la guerra en Ucrania.
Por ejemplo, remarcan que cuando Caputo computa un déficit de -4,8% en 2023 frente a un superávit de 0,3% este año, "están escondidos los intereses capitalizados de las letras, que ya transforman el resultado financiero positivo en deficitario severo, y que parte del resultado fiscal primario se explica por recortes en partidas clave, como jubilaciones, transferencias a provincias y obra pública".
Lo mismo señalan sobre la baja "récord" de la inflación que promociona el gobierno nacional: "Hubo una inflación récord producto de la devaluación y la desregulación de los mercados de ese primer mes de gobierno. Piden que se juzgue la baja a partir del nivel estratosférico al que ellos mismos la llevaron".
Y recuerdan que en 2015 la inflación era similar a la actual "con una economía en crecimiento, con salarios reales más altos y con niveles de precios en términos de poder adquisitivo mucho menos deteriorados".
Muchas de las comparaciones que realiza el kicillofismo hacen eje en 2015, último año de la gestión de Cristina Fernández de Kirchner. Por ejemplo, muestran como era el consumo de carne y leche de aquella época.
Respecto de los niveles de pobreza y de la afirmación presidencial de que se sacaron de la pobreza a 12 millones de personas, aclaran que la baja se mide contra el primer semestre de 2024, "post devaluación y efecto del ajuste brutal que llevó la pobreza a un nivel altísimo".
Para el equipo de Kicillof, que toda la política nacional "vaya en contra del mercado interno, de la industria y de la producción nacional destroza a la Provincia, y después eso tiene efecto rebote sobre el resto del país".
En ese contexto, advierten que la situación es complicada y recuerdan que la mitad de los ingresos de la Provincia de Buenos Aires provienen de la coparticipación y otras transferencias nacionales, y la otra mitad de la recaudación propia de ARBA.
"Nos caen los ingresos y nos sube la demanda, porque la gente se va de la salud privada, de la educación privada", dicen, y recuerdan que la Provincia reclamó 12 billones de pesos de transferencias que por ley debía enviar Milei y "que no giró desde que asumió".
Si bien se despegan de la posición de "pronosticadores del Apocalipsis", subrayan que "toda la política económica es inconsistente por donde se la mire y está llevando a las provincias -a Buenos Aires y a todas- a una situación realmente crítica".
Tipo de cambio y futuro
Para el kicillofismo, el tipo de cambio actual está lejos de "flotar": "Tenemos algo planchado y atrasado que lo están sosteniendo como pueden. Todo este apretón monetario es porque se les escapaba el tipo de cambio".
Por otra parte, afirman que no existe una apertura comercial sino un "fomento de las importaciones". "Hay presión cambiaria, apertura importadora, tasa de interés por las nubes, desplome del poder adquisitivo. Con lo cual el mercado interno desaparece", pronostican.
Consultados sobre cómo evitar que una devaluación genere una nueva espiral inflacionaria, aclaran que esa pregunta encierra una trampa, ya que no están a favor de devaluar.
"El economista que te dice 'mirá capo, esto es así' y se hace el canchero, está mintiendo. Este es un problema histórico argentino. Lo que haría el equipo del gobernador es encontrar un equilibrio entre las variables macro para llevar la economía a una situación de estabilidad", afirman.
Los economistas entienden que "la gran enseñanza" de la estabilidad macro se traduce "en saber cuánto va a estar el dólar y tener cierta previsibilidad sobre si en el supermercado la semana que viene la botella de una bebida se va a pagar lo mismo o más".
Creen que esa estabilidad tiene valor para la sociedad, que aceptó el ajuste de Milei con la expectativa de conseguir un poco de previsibilidad, aunque sea a costa de "un Estado cada vez con menos instrumentos y más limitado", y con el Fondo Monetario con la capacidad de definir si acepta o no una medida de política económica.
Tres problemas y una coincidencia con Cristina

La respuesta es contundente y no esconden el diagnóstico compartido con Cristina Kirchner. La economía bimonetaria es uno de los tres factores que, según ellos, constituyen los principales problemas estructurales de la Argentina.
"La economía bimonetaria tiene su origen en una estructura productiva históricamente desequilibrada, donde siempre hubo ciclos de stop-and-go: cuando se desarrolla la industria, se acaban los dólares", señalan, parafraseando conceptos ya planteados por el economista Aldo Ferrer.
El segundo problema, para el kicillofismo, es un Estado que fue perdiendo capacidades de planificación, de recursos humanos, de orientación y de articulación social: "Tenés que implementar políticas muy sofisticadas y no tenés cómo hacerlo. Entonces también hay una limitación".
"Y el tercer punto es que de fondo hay un conflicto distributivo que no se resuelve", remarcan.
Por eso sostienen que el equilibrio macroeconómico al que apuesta el gobierno de Milei es el de una economía dual "muy desigual", basada en nichos exportadores "donde la mayoría de la sociedad no consume, un sector muy pequeño sí consume, pero tiene estabilidad macro: no hay inflación y una devaluación no se traduce en precios".
Esa evaluación, aplicada al gobierno 2019-2023, dicen, debe comprenderse en el marco de las limitaciones históricas: la pandemia de Covid, la sequía y la suba de los precios internacionales por la guerra, un fenómeno mundial, y en Argentina "arrancaba con el 54% de inflación que dejó Macri".
Sin embargo, aunque admiten que el esquema de subsidios a los servicios públicos debía revisarse, sostienen que "se podía hacer de otra manera". Y vuelven a 2015 como punto de referencia: la inflación era similar a la actual, pero no había un tipo de cambio tan apreciado, y había más empleo y salarios más altos.



