

Cada vez que arrojamos algo a la basura se genera un costo, tanto por el transporte y disposición de ese residuo, como por su falta de aprovechamiento. Los argentinos tiran 14 millones de toneladas de basura por año, cifra que tiende a aumentar, a medida que crecen la población y el consumo.
El principal complejo habilitado para enterrar los residuos de la Ciudad y el Conurbano (el Ceamse) está virtualmente colapsado desde el 1° de mayo de este año, al tiempo que se multiplican los basurales clandestinos en todo el país.
En este contexto, algunos miran las oportunidades que surgirían más allá de cobrar un canon por enterrar la basura. El costo de los insumos básicos está creciendo y por tanto su tratamiento y recuperación se hace importante, dice Walter Pengue, docente e investigador de la Universidad Nacional de General Sarmiento (Usam). En los últimos años, varios municipios mejoraron el tratamiento de residuos y su reconversión a bienes transables, generando un beneficio económico, social y ambiental, afirma el conferencista y autor de varios libros sobre Economía Ecológica.
El municipio de Rafaela, convirtió un basural a cielo abierto en un Parque Industrial del Reciclado, donde las empresas generan valor a partir de la basura, como pellets para la construcción, muebles a partir de plásticos reciclados, biocombustibles y compostaje.
Desde la producción de biogás a la de biocombustibles, pasando por la transformación en compost, biofertilizantes, hasta procesos más complejos de reciclado de plásticos, la Argentina, está avanzando, lentamente aún, hacia procesos que involucren hacia un tratamiento más eficiente de la basura, afirma Pengue. Más del 50% de los residuos domésticos son húmedos, con un gran componente orgánico que podría aprovecharse para hacer compost (ver página III). Un 17% corresponde a papel y cartón, un 14% plásticos, 5% vidrios, 2% metales y 12% residuos varios (ver gráfico). La mayoría son materiales procesables o reciclables, apunta el investigador de la Unsam.
Acciones Triple R
Hoy , la basura vale", y las empresas están empezando a estudiar los ciclos de vida de sus productos, para decidir cómo, dónde y cuándo disponer sus residuos. Y ya hay numerosas experiencias bajo la premisa de las 3 R: reducir, reciclar y reutilizar.
La compañía Beiersdorf, fabricante de las marcas Nivea, Eucecrin, Curitas y Atrix, inició en 2012 junto a la ONG Manos Verdes el programa Usá la Basura, para la gestión de sus residuos. Se capacitó a los empleados en la separación y se colocaron cestos diferenciados, explica Paula Palacios, a cargo de los programas de RSE.
Una vez por semana, la cooperativa El lamo retira los reciclables. Durante el último año, se recuperaron 400 kilos de plástico, 650 de papel y cartón y 12.400 envases y tapitas donadas al hospital Garrahan. Participamos todos, desde los directores hasta los empleados, incluso trayendo reciclables desde los hogares, afirma Palacios. La respuesta a esta iniciativa fue inmediata, ya que -según una encuesta previa al lanzamiento del programa- muchos tenían la necesidad de hacer algo por el medioambiente".
Siemens Argentina es otra de las compañías que participa del programa Usá la Basura, apoyando el proyecto de talleres deeducación ambiental en escuelas de Manos Verdes.
En las oficinas de la firma se realizó una campaña para la reducción de papel. Acotamos el número de impresoras y promovimos el manejo digital de la documentación, explica Guadalupe Temprano, encargada de Comunicación y RSE de la firma. Reciclamos el papel que se desecha, y finalmente plantamos árboles junto a la Fundación Banco de Bosques. En 2012 la compañía evitó talar 240 árboles y plantó 480 más.
La campaña Usá la basura involucra también a la aseguradora Allianz y a una docena de colegios públicos y privados de Capital y Gran Buenos Aires. La idea es este año sumar a más colegios y empresas al programa, cuenta su coordinadora, Verena Böhme, y establecer contactos con más cooperativas de recicladores.
La planta de fabricación de productos de limpieza de Unilever, en Gualeguaychú, Entre Ríos, alcanzó a comienzos de este año su objetivo de basura cero, conforme a una política global de la compañía de no enviar basura a los rellenos sanitarios. Según Tarcisio Mülek, coordinador de Sustentabilidad y Responsabilidad Empresaria, se reciclaron 481.800 kilos de basura, que representan el 94% de lo que genera la planta.
Como contraparte, en Procter & Gamble, el objetivo es reducir los desechos que van a rellenos sanitarios a menos del 0,5% de las materias primas para 2020. Y, además, incorporar 100% de energía renovable en todas sus plantas fabriles.
En las oficinas locales, pequeñas acciones como el cambiar vasos por tazas, llevó a evitar el uso de 200.000 vasos descartables por año.
Pensar global, actuar local
El de la basura es un típico problema con implicancias globales, pero que exige soluciones a nivel local, en cada establecimiento, hogar y municipio.
En el partido de Tigre, por caso, la cooperativa Creando Conciencia organizó a mediados de mayo el Festival Vos separás, nosotros reciclamos. El objetivo fue concientizar a los vecinos sobre la importancia de separar en origen. Si 61 familias separan la basura que tiran por mes, se cubre el ingreso básico más cobertura social de un reciclador urbano, apuntan los organizadores.
En el municipio de Vicente López, la ONG Geofans creó un sistema logístico en el que los hogares que se registran separan sus residuos, y los reciclables son recolectados en forma diferenciada una vez por semana.
Las formas actuales de producción y consumo plantean un problema pero también salidas hacia el desarrollo sustentable. Reducir, reutilizar y reciclar depende de cada uno.










