La competitividad y la productividad demandan una reforma laboral integral

Nuestra legislación laboral se concibió en la posguerra y se quedó congelada en el tiempo siempre pensada con la vista puesta en el pasado.
Salvo algunas excepciones singulares, ninguna de las reformas llevadas adelante por los partidos políticos desde el regreso de la democracia diseñaron y promovieron normas pensando en el futuro de la Argentina, ni en los nuevos desafíos que nos imponen las nuevas tecnologías y las nuevas formas de organizar el trabajo.
Al contrario, una serie de normas regresivas contribuyeron a generar rigideces dentro del modelo de relaciones laborales, elevaron los costos de las empresas, y contribuyeron en alguna medida a la caída vertiginosa de los niveles de productividad.
Si a éste escenario le agregamos un sistema de aportes y contribuciones a la seguridad social y un sistema impositivo anacrónico, que se deformó por la necesidad de cubrir el déficit que representa contar con una economía clandestina que supera el 40%. Entonces este cuadro de evasión o de elusión no solo está instalado en la actividad privada sino que también se enraizó en el Estado nacional, provincial y municipal.
También han jugado un papel confuso y hasta contradictorio las representaciones sindicales de los distintos sectores, en donde se cometieron abusos, y en función de ellos se distorsionaron herramientas fundamentales como la huelga o la negociación de los convenios colectivos. A su vez, el sector empresario cedió a las presiones del Estado y de los sindicatos, creando mecanismos que consolidaron el fracaso del modelo populista, y lo transformaron en una trampa de la que hoy nos cuesta salir a todos sin excepción.
Si nuestro país quiere afrontar el desafío de volver a relacionarse en forma efectiva dentro del mundo, tendrá que hacer una profunda autocrítica, porque de lo contrario, nadie, desde las empresas o desde el estado, tendrá autoridad moral para proponer, aprobar y liderar los cambios que imponen las circunstancias.
En el plano específico de la realidad laboral, las reformas que se requieren son las siguientes:
- 1. Tomar todas las normas regresivas y volverles a dar el dinamismo que imponen las modernas formas de organizar el trabajo;
- 2. Establecer el marco regulatorio para las nuevas tecnologías, donde tienen prioridad todas las actividades informáticas, el teletrabajo, el home office, la telemática, y la robótica y la robotización de los procesos productivos de bienes o de servicios;
- 3. Reordenar el modelo de relaciones laborales, teniendo en cuenta que más del 70% de las normas laborales han caído en desuso por efecto de su anacronismo, o sencillamente, por no hacer seguido el paso de los cambios y de los nuevos desafíos;
- 4. En lo que hace a los convenios colectivos, es imprescindible una reforma al estilo de lo que recientemente se desarrolló en España y en Francia, de donde siempre nos copiamos para generar rigideces, y ahora que cambiaron de rumbo para salvar sus respectivas economías, no los tomamos como ejemplos;
- 5. Las relaciones gremiales también requieren de un proceso de autocrítica y de modernización, sin dejar de tomar como base que nuestro modelo y nuestro sistema sindical se desarrolló sobre parámetros diversos de la mayoría de los países comparables, y que su aggiornamento es una obligación que deben asumir las organizaciones gremiales, el Estado y todos los estamentos de la sociedad;
- 6. La promoción del empleo y de la educación con salida laboral son herramientas básicas de los países centrales como se puede comprobar en los Estados Unidos, en Alemania o en China y Japón, sin calidad educativa orientada a los nuevos requerimientos del mercado, y sin puentes que puedan conectar a los ciudadanos con el empleo digno no existe la posibilidad de generar empleabilidad, ni se pueden promover la multiplicidad y la diversidad de oportunidades que el mercado debe ofrecer.
Si hemos aceptado afrontar los desafíos del futuro, debemos legislar para el futuro, y no lamentarnos de los errores y de las normas regresivas que estamos padeciendo. Este desafío de del Estado y de todos los que creen en el desarrollo y en el crecimiento que vendrá.
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