Con el empleo, cae el último bastión del Indec K

Se veía venir. Desde que el Gobierno decidió sincerar el índice de inflación, estaba claro que el resto de las estadísticas económicas iban a empezar a acomodarse más cerca de la realidad.

Hace diez días le tocó al crecimiento, ajustado a la verdad de los nuevos vientos durante el período 2005-2012, que resultó más bajo de lo que se había informado en todos esos años. Hasta se reconoció que el cupón del PBI pagado en 2009 no se debería haber abonado, lo que le habría ahorrado a los argentinos unos 2.000 millones de dólares que le hubieran venido muy bien a la educación, a la salud o a cualquiera de las variantes locales de la pobreza.

Ayer fue el turno para que el Indec difundiera las cifras renovadas del desempleo, una de las grandes banderas que el kirchnerismo agita constantemente para diferenciarse de las gestiones anteriores.

Es cierto que las condiciones laborales actuales de la Argentina son superiores a lo que sucedía en el comienzo de la década pasada, pero el enfriamiento de la economía, la suba de tarifas por el recorte de los subsidios y las suspensiones y despidos en industrias determinantes hacen tambalear al último bastión de un modelo que transita su etapa final bajo el signo de la decadencia.

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