

En relación al artículo publicado por el exvicecanciller Roberto García Moritan, en el que señala que la puesta en plena potencia del reactor de Atucha es un acto político y otra serie de apreciaciones equivocadas sobre los acuerdos celebrados con la República Popular China para la construcción de centrales nucleares, creo necesario realizar algunos comentarios.
Sin dudas, haber alcanzado el 100% de potencia de la Central Nuclear Dr. Néstor C. Kirchner Atucha II, ocurrido el miércoles 18 de febrero, es un hito histórico para el sector nuclear y la industria nacional que implica claramente mucho más que una cuestión técnica.
Haber logrado con éxito la plena potencia de la central representa, además de aportar 745 megavatios al Sistema Interconectado Nacional, la finalización y puesta en marcha, con recursos propios, de una obra paralizada por décadas, lo que fue posible gracias al plan de reactivación nuclear que anunció Néstor Kirchner en 2006 y continúa la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, enmarcado dentro del Plan Energético Nacional 2003 - 2015.
El reinicio de la obra, como consecuencia del decreto 1085/06, representó la recuperación en primer término de técnicos y profesionales especializados, así como contratistas y proveedores, formación de soldadores, cañistas y montadores de calidad nuclear, entre otras especialidades que habían desaparecido, recobrando así las capacidades nacionales para el diseño y construcción de centrales nucleares de potencia. Es decir que completar Atucha II implicó la realización de dos proyectos, el primero crear y recuperar los recursos humanos necesarios, dilapidados por la parálisis del sector nuclear y el segundo la ejecución de la obra con esas capacidad recuperada.
Este alentador contexto, sumado a la experiencia obtenida en la operación de las centrales nucleares Atucha I, hoy Juan Domingo Perón y Embalse, le permiten hoy a nuestro país poder desarrollar una cuarta y quinta central nuclear con una amplia participación nacional.
En el año 2009, el Gobierno Nacional envió al Congreso Nacional el Proyecto de Ley Nuclear Nº 26.566, que se aprobó en noviembre de ese año. Esta ley establece la Política de Estado en materia nuclear y dispone la construcción de dos reactores, la Extensión de Vida de las Centrales Nucleares Embalse y Atucha I, y la construcción del CAREM.
Para la Cuarta Central se tomó la decisión tecnológica de adoptar el ciclo de combustible de uranio natural y agua pesada, que la Argentina domina, y usar para el reactor la tecnología CANDU, que es de propiedad del país como consecuencia de la construcción de Embalse.
Para este proyecto Nucleoeléctrica Argentina, empresa del Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios, será el propietario y arquitecto ingeniero, encargado de llevar adelante el pre-proyecto, el diseño, construcción, montaje, puesta en marcha y operación de las instalaciones.
Además, el país fabrica localmente el agua pesada y el combustible nuclear necesarios para su funcionamiento, situación que permite tener el ciclo completo de combustible en forma local, sin necesidad de importarlo.
Por primera vez el 70% de sus componentes serán construidos en el país. Argentina estará a cargo de la contratación de la obra civil, la cual será 100% nacional, al igual que la ingeniería, el montaje, y gran parte de los materiales. Asimismo, la mano de obra será nacional en su totalidad y se emplearán 6000 trabajadores.
El 30% de los insumos y materiales extranjeros serán los que exclusivamente no se pueden fabricar en el país.
Para la Quinta Central se decidió analizar la posibilidad de utilizar el ciclo de combustible de uranio enriquecido y agua liviana, considerando que el grado de desarrollo científico tecnológico de la Argentina permite absorber esta tecnología, ampliamente utilizada en el mundo, sin que implique abandonar la de uranio natural que ya domina. Durante el año 2010 como resultado de este análisis se calificaron tecnologías procedentes de Corea, Francia, Rusia, China y los Estados Unidos.
Es importante recordar que todas estas actividades relativas al reactor de agua liviana cobraron mayor impulso a partir de Julio de 2014, en el marco de los acuerdos de asociación estratégica integral entre China y Argentina, lo que culminó con la suscripción de un acuerdo en el cual ambos países acuerdan cooperar para estudiar la construcción de una central de uranio enriquecido y agua liviana en Argentina usando la tecnología china ACP1000. Se establece en este acuerdo que Nucleoeléctrica Argentina S.A. recibirá una propuesta integral de CNNC (su par chino) de carácter técnico, comercial y financiero en los próximos meses. En caso de ejecutarse el proyecto, el mismo se estructurará con CNNC como tecnólogo y NASA como arquitecto-ingeniero. Se procurará la máxima contratación local de bienes y servicios y se transferirá la tecnología. Asimismo se prevé instrumentar una sociedad conjunta NASA-CNNC para desarrollar proyectos nucleoeléctricos en otros países de Latinoamérica. La participación de la industria nacional será del 50%, y se emplearán 5000 trabajadores argentinos. Debe tenerse en cuenta que en las próximas centrales esa participación se elevará al 70%.
Estos convenios no restan de ninguna manera protagonismo a la participación nacional en el desarrollo de las nuevas centrales. Al contrario, aumenta el potencial de Argentina, que cuenta hoy con autonomía para el manejo de los recursos estratégicos nucleares, habiéndose recuperado y desarrollado las capacidades nacionales necesarias para llevar adelante todos los emprendimientos.










