

Una conclusión apresurada del multitudinario cacerolazos del 13 de septiembre último: Las redes sociales se recibieron en Argentina con el título de reemplazantes perfectos de políticos opositores y medios de comunicación.
Es cierto que la convocatoria para ese día fue la primera verdaderamente exitosa que se hizo a través de las redes sociales, aunque tampoco fue la primera: un par de meses atrás aparecieron en algunos puntos de la Ciudad de Buenos Aires algunos cacerolazos esporádicos por las restricciones al dólar, convocados desde las redes.
Incluso hace un par de semanas, como reacción a la primera cadena presidencial de radio y TV transmitida en pleno prime time, a través de las redes sociales se generaron cacerolazos en varios puntos de la capital.
No fueron pocos los analistas que compararon las protestas del 13-S con la Primavera Arabe y el rol que tuvieron en algunos de esos países las redes sociales. Pero de ahí a concluir que Twitter, Facebook o el tradicional e-mail servirán para convocar protestas, aun si el gobierno se apodera de Cablevisión el mentado 7 de diciembre desoyendo a la justicia, todavía hay un largo trecho.
Yendo a lo concreto: TN, a diferencia de los cacerolazos menores antes mencionados, transmitió ese día en directo desde Plaza de Mayo desde poco después de las 19 y llegó a tener nueve puntos de rating: una audiencia totalmente desproporcionada para un canal de cable, que no hace más de 3 puntos de promedio, aun siendo la señal de noticias líder. Otros canales, como C5N, ahora en manos oficialistas, o el más tibio Telefé, comenzaron más tarde a transmitir, obligados por el único canal que lo hacía y seguía creciendo en rating. ¿Una forma de, por lo menos, parar el crecimiento de TN y enmarcar la transmisión con un relato más benévolo?
Esto permite imaginar que, de no haber estado TN, ningún otro canal lo habría mostrado. ¿Tuvo la TV incidencia en la marcha? Sí: a partir de las 21 muchos empezaban a pegar la vuelta, mientras que otros se seguían sumando, cuando veían la protesta por TV. Lo mismo sucedía en docenas de ciudades del interior, a donde llegaba la señal de TN.
Para evitar eso, justamente, se hizo la ley de medios, y, de acuerdo con la voluntad del gobierno, o Cablevisión directamente desaparece, o TN quedaría limitado a una cantidad reducida de distritos, sin más cobertura nacional.
Primera conclusión: la TV y la radio todavía son esenciales para generar opinión pública y contagio a nivel nacional.
Pero además hay otro factor clave que relativiza el poder de las redes: la circulación de la información a nivel masivo y el rol del periodismo de investigación siguen dependiendo de los medios masivos de comunicación.
Para muestra, un botón: la información sobre los escabrosos pormenores del escándalo Ciccone, o Boudougate estaban disponibles meses antes de las elecciones de agosto y octubre de 2011, cuando la fórmula Cristina Fernández de Kirchner/Amado Boudou arrasó en las urnas. Se lo podía leer con lujo de detalles en el sitio del periodista, político y escritor Jorge Asís (www.jorgeasisdigital.com).
Pero hoy la imagen pública de Boudou y, en general, del gobierno, está en niveles casi tan bajos como en la Guerra del Campo de 2008/2009 en parte luego de que el popular Jorge Lanata lo reflotara, un año después, y lo convirtiera en uno de sus temas principales de investigación: provocó el escándalo político que Asís, con un puñado de miles de ávidos lectores de Internet, nunca imaginó.
Por eso los líderes de la primavera de Internet en Argentina deberían entender que, sin medios independientes, masivos y periodismo de investigación, todavía estarían en el más crudo de los inviernos, pese a Facebook o Twitter.









