

Durante el último feriado del 4 de Julio, las autoridades de California desplegaron drones equipados con cámaras para vigilar desde el cielo el uso de fuegos artificiales ilegales. Las grabaciones captadas sirvieron como prueba contundente para aplicar multas millonarias, incluso a propietarios que no estaban presentes en el lugar.
Hasta 100.000 dólares de multa por fuegos artificiales ilegales
Un caso emblemático ocurrió en Elk Grove, cerca de Sacramento, donde un residente recibió una multa de 100.000 dólares luego de que un dron registrara que sus fuegos artificiales arrojaban brasas hacia los techos de viviendas vecinas, generando un alto riesgo de incendio.

Según el código estatal, los fuegos artificiales prohibidos incluyen:
Cohetes de botella
Velas romanas
Petardos
Carcasas aéreas
Cualquier artefacto que explote o se eleve
Por el contrario, solo se permite el uso de los clasificados como "seguros y sanos", como bengalas de mano, bolas de humo y fuentes de chispas que no se mueven del suelo.
Atención californianos: estos son los nuevos detectores de infractores
En ciudades como Riverside, los drones permitieron emitir 65 citaciones durante el fin de semana del 4 de julio, con sanciones de hasta USD1.500 por infracción, incluso si el responsable directo fue un inquilino o visitante: la multa recae sobre el dueño de la propiedad.
Las sanciones pueden escalar rápidamente:
USD 1.000 por el primer explosivo ilegal
USD 2.500 por el segundo
USD 5.000 por el tercero
Hasta USD 10.000 por cada uso en espacios públicos

Más allá de las multas, el uso de fuegos artificiales ilegales representa un peligro concreto para la comunidad. Las autoridades advierten que pueden causar:
Incendios forestales o urbanos
Lesiones graves, especialmente en niños
Trauma en mascotas y personas con sensibilidad auditiva
"Este tipo de actividades no son una simple molestia, son un peligro real que no será tolerado", declaró el jefe de bomberos de Riverside.
Con drones, sanciones elevadas y controles estrictos, California busca erradicar una práctica peligrosa que, año tras año, pone en riesgo la seguridad de miles de personas.





