

Charles Darwin es actualmente recordado por haber planteado un modelo científico que cambió el entendimiento de la biología para siempre: la teoría de la selección natural. En términos generales, plantea que las especies evolucionan con el tiempo adaptándose a su entorno para poder sobrevivir.
Dentro del campo científico existe una pregunta a raíz de dicho postulado: ¿si la evolución de las especies volviera a ocurrir desde cero, tendría el mismo rumbo? Una reciente investigación científica determinó que sí, cuando se trata del cerebro y de su regulación de comportamientos.
El estudio, publicado en Nature Ecology & Evolution, analizó el comportamiento de cinco grupos diferentes de aves y constató que frente a la misma amenaza todas fueron capaces de desarrollar soluciones similares.

Las aves de la "doble evolución" que sorprendieron a los científicos
Las cavidades en los árboles son un recurso escaso de conseguir para las aves. En respuesta a esto, los científicos observaron que las aves que anidan en ellos son capaces de desarrollar de manera independiente mayor agresividad que las que pueden anidar en lugares alternativos.
Para el estudio, el equipo expuso a cientos de aves de cinco linajes diferentes -golondrinas, currucas torcaces, gorriones, tordos y reyezuelos- a un peluche y sonidos agresivos, simulando una amenaza que las obligaba a refugiarse. En cada linaje se comparó la respuesta de una especie forzada a anidar en cavidades para reproducirse y otra con estrategias más flexibles, constatando el aumento en la agresividad de aquellas que debían anidar.
Cuando observaron sus cerebros, encontraron un patrón repetido: un pequeño conjunto de genes mostraba cambios similares en todas las especies agresivas, sin importar su origen evolutivo.
"Es emocionante porque la evolución se repitió. Sabíamos que esto podía suceder por rasgos físicos, pero no por un comportamiento complejo como la agresión", afirmó Kimberly Rosvall, directora principal del estudio.

Por qué este descubrimiento es importante para la biología
Los investigadores explican que este estudio constató que la selección natural es como un artista capaz de pintar el mismo paisaje cinco veces, con leves diferencias
"Nuestros resultados no señalaron los genes estereotipados de 'agresión', como los relacionados con la testosterona", explicó Rosvall. "En cambio, vimos aumentos convergentes en la agresión vinculada a genes con conexiones con trastornos neurodegenerativos".
Este hallazgo permite comprender que "la evolución ha modificado repetidamente estos genes para cambiar la función y el comportamiento del cerebro". Según la científica, comprender por qué podría permitir inspirarse en este proceso para idear tratamientos o terapias que favorezcan a los humanos.


