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Este año la Argentina cayó del puesto 70 al 84 y tuvo un marcado retroceso en el ranking EQx elaborado por la Universidad de Saint Gallen, Suiza, que mide la calidad de las clases dirigentes de 151 naciones. Para obtener el resultado, los investigadores correlacionan 149 indicadores, los ponderan y los comparan con los de todos los países analizados. De esta manera, se evalúa si las élites empresariales están creando valor para la sociedad o extrayéndolo por medio de transferencias.
Para definir a una "élite saludable" el estudio tiene en cuenta dos grandes áreas, la de influencia política y la de creación de valor. El índice es un buen predictor de crecimiento económico para países de ingresos medios o bajos. De acuerdo con el reporte, la calidad de las clases dirigentes es el primer paso para tener luego instituciones fuertes y finalmente eso repercute en un mayor desarrollo económico.
"En 2024 le otorgaron el Premio Nobel de Economía a Daron Acemoglu, por sus estudios sobre la importancia de las instituciones en el desarrollo económico. Su teoría es que para un país es más importante contar con instituciones robustas que otros factores como la geografía o los recursos naturales", explicó Pablo San Martín, CEO de SMS Latinoamérica, que tuvo a cargo el capítulo argentino del estudio.
Pensar en el corto plazo
En el caso concreto de la Argentina, se observó una caída significativa en el ranking en solo un año. El informe explicó que este retroceso se debe, principalmente, a que se han priorizado políticas de muy corto plazo en vez de haber tomado decisiones estratégicas consensuadas.
El estudio detalla que las llamadas políticas de shock incrementaron la concentración de la riqueza en comparación con 2024. Sin embargo matiza el resultado y se señala que con el tiempo se podrá determinar si este modelo responde a criterios de sostenibilidad y posee un potencial real de mejora estructural.
San Martín explicó que la caída en relación con el año pasado se explica por datos como el retroceso del puesto número 20 a la 130 en el índice de Gini, que mide la distribución del ingreso. Otro dato que influyó fue el descenso de 23 posiciones hasta el escalón 54 en materia de libertad de prensa.
En el estudio también se analiza es cuánto pesan sobre el PBI las 30 empresas que más facturan. Esto da cuenta de la influencia que puede tener el poder económico sobre el poder político. La Argentina cayó del puesto 20 al 56.
"Tradicionalmente, la élite argentina no ha utilizado su influencia para crear oportunidades de trabajo para los ciudadanos. Esto se ve en el caso de jóvenes con mayor capacitación, quienes eligen desarrollarse en otros países que ofrecen mejores oportunidades", señaló San Martín.
El resto de los países
En cuanto al resto de los países, Singapur repitió el primer puesto del año pasado. Un cambio trascendental fue el fuerte crecimiento de Estados Unidos, que saltó del 16° al 2° en la clasificación general, por delante de Suiza, que ahora descendió al tercer lugar. Esto se debe a la creación de valor de la inteligencia artificial (IA).
En medio de la escalada de los países asiáticos en el ranking, China también se benefició de su liderazgo tecnológico en la IA y subió dos posiciones, hasta el 19°, un "importante logro" para un país de ingresos medios. En tanto, India también mostró una importante evolución, llegó al puesto 60 y subió 3 escalones respecto al 2024 y 58 en comparación con su clasificación de 2021, cuando ocupó el lugar 118.
En contrapartida, varias economías emergentes se están quedando atrás, una señal clara de los desafíos dentro de sus sistemas de élites. Brasil cayó 8 puestos hasta el 72, mientras que Turquía sufre uno de los descensos más pronunciados del EQx2025, con un declive de 22 ubicaciones, hasta la 84. Rusia sigue mal situada en el 99, Egipto cae 18 peldaños hasta el 102, y Sudáfrica desciende 10 escalones, hasta el puesto 127.




