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Ya son más de 20 los proyectos de hidrógeno verde en desarrollo en Argentina, con inversiones estimadas de entre u$s 2000 millones y u$s 8000 millones cada uno. Es que el país cuenta con una excelente calidad de recursos naturales, sobre todo, eólicos, indispensables para el funcionamiento de esta actividad en el camino hacia la transición energética.

Sin embargo, la concreción de este tipo de proyectos energéticos se dificulta por un contexto nacional marcado por una normativa débil para este sector, desafíos en la seguridad jurídica y una volatilidad económica que complica las proyecciones de las empresas extranjeras. De esta forma, las compañías están a la espera de mayores garantías regulatorias para finalmente efectuar los millonarios desembolsos en la Patagonia.

Es por esa razón que el Congreso avanza con un proyecto de ley que busca posicionar a la Argentina como un actor central en el mercado global del hidrógeno de bajas emisiones. La iniciativa, presentada la semana pasada por los diputados Martín Maquieyra (PRO) y Lorena Villaverde (LLA), establece un régimen de promoción específico para esta industria, que además se integra al Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) previsto en la Ley Bases, con condiciones adaptadas a los tiempos del sector.

Esta regulación, que todavía deberá ser analizada y aprobada por el Poder Legislativo, otorga estabilidad tributaria por 30 años a toda la cadena de valor del hidrógeno, adhiera o no al RIGI. Además, flexibiliza el régimen para este sector ya que extiende el plazo de adhesión de dos a cinco años (con un año extra de prórroga) y concede tres años para cumplir con la inversión mínima, que va desde los u$s 200 millones hasta los u$s 2000 millones en proyectos estratégicos de exportación.

La magnitud de esta industria es tal, que cada proyecto demanda, en promedio, una inversión de entre u$s 2000 millones y u$s 8000 millones, ya que requiere, desde la instalación de parques eólicos, hasta la construcción de plantas de producción de hidrógeno o amoníaco verde, así como también alternativas para su almacenamiento y posible exportación.

Se trata de proyectos más costosos que, por ejemplo, la producción de combustibles fósiles, ya que la industria necesita contar con fuentes de energía renovable instalada para producirlo, lo que implica una inversión doble. Esta es la principal razón por la que todos los proyectos de hidrógeno verde están situados en la Patagonia.

Este elemento tiene algunas ventajas, como la nula emisión de gases de efecto invernadero durante su uso ni su proceso de producción, así como su versatilidad, ya que puede transformarse en electricidad o combustibles sintéticos.

De hecho, por su potencialidad para descarbonizar sectores como la industria, el transporte y la generación de energía, responsables de más de la mitad de las emisiones globales, el hidrógeno verde gana terreno como una pieza clave en la transición energética global. Además, puede mejorar la competitividad en rubros como la agroindustria, la siderurgia y la aviación. Los países de la región, como Chile y Brasil, ya lo aplican en refinerías, alimentos, usos industriales y a la producción de amoníaco, base de los fertilizantes.

Según Hydrogen Europe, la asociación industrial europea que representa a más de 600 empresas del sector, el 55% del hidrógeno mundial se destina a la producción de amoníaco -clave para fertilizantes y explosivos-, un 25% a la refinación de petróleo, un 10% a la fabricación de metanol, y el 10% restante a otros usos industriales.

Proyecto Gaucho

Desarrollado en Santa Cruz por la firma austríaca RP Global, tiene el objetivo de producir 0,6 millones de toneladas de hidrógeno verde por año y 3,51 millones de toneladas de amoníaco verde anuales.

En noviembre del año pasado, el desarrollador austríaco informó formalmente la puesta en marcha de la primera fase de su proyecto. Para eso, instaló un parque eólico de 4,2 gigawatts para alimentar electrolizadores (un dispositivo que utiliza electricidad para separar el agua en hidrógeno y oxígeno), lo que le permitirá generar hasta 1,7 millones de toneladas de amoníaco verde anuales, principalmente para exportar a Europa.

El megaproyecto de los Benetton

Agustín Dranovsky, CEO de la Compañía de Tierras del Sud Argentino, la pata local del holding de la familia Benetton -el mayor propietario de tierras del país- había adelantado a El Cronista que el grupo encara un proyecto para producir hidrógeno verde en la Patagonia argentina.

"Ya estamos instalando las torres de medición y haciendo estudios complementarios para ver la viabilidad para producirlo. Lo estamos desarrollando en Cóndor, en Río Gallegos, y en Puerto San Julián, en Santa Cruz. Para hacer hidrógeno verde se necesita alguna energía renovable, que en este caso es eólica porque Santa Cruz y la zona donde estamos es una de las mejores a nivel mundial en recurso viento para producir energía. Después se necesita agua y un proceso de hidrólisis para separar las moléculas, que también hay. Estamos pensando en un proyecto que esté orientado a la producción de hidrógeno verde que hoy lo más común es que se transforme en amoníaco, una materia prima para la industria química, para fertilizantes", dijo el ejecutivo a este medio.

Proyecto Pampas

Creado en 2020 por Fortescue Future Industries, la subsidiaria de la minera australiana Fortescue Metals Group, en Río Negro, el proyecto demandará un desembolso de u$s 8400 millones hasta 2028 y creará 15.000 empleos directos y alrededor de 30.000 indirectos.

La compañía al frente del desarrollo tiene el objetivo de crear un polo exportador de hidrógeno verde. Para 2050, proyecta producir alrededor de 2,2 millones de toneladas anuales. Actualmente, está en etapa de prefactibilidad, un proceso que tarda alrededor de dos años, ya que se deben realizar estudios ambientales, sociales y de ingeniería.

Fortescue confirmó la continuidad del proyecto al gobierno de Alberto Fernández en 2023. Sin embargo, en ese entonces, ya había solicitado contar con "un marco regulatorio que defina las bases del desarrollo de esta industria en la Argentina".

Eco-refinerías del Sur

Se trata del único proyecto para producir SAF (combustible sostenible para la aviación, según sus siglas en inglés) en América latina. La iniciativa está impulsada por la alianza estratégica entre la alemana GreenSinnergy y la francesa Axens, con el apoyo de la provincia de Chubut.

El proyecto se concretará en tres etapas: la primera de ellas iniciará con una producción de 100.000 toneladas de SAF al año a partir de 2030 y se irá aumentando progresivamente hasta superar las 500.000 toneladas anuales en su máxima capacidad.

Uno de los grandes retos -y costos- de la aviación es volverla más sostenible. Según referentes del mercado aeronáutico internacional, este combustible podría reducir sus emisiones en un 80%. Y, a pesar de que ya se utiliza en las aeronaves Airbus o Boeing, por su escala de producción se trata todavía de una alternativa muy costosa.