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El hígado graso es una afección mucho más frecuente de lo que se cree, ya que una parte considerable de la población la padece sin saberlo. Para suerte de muchos, existen diferentes métodos naturales que eliminan los dolores y la inflamación abdominal en tiempo récord.

En detalle, el hígado graso puede presentarse en distintos grados, siendo el más preocupante aquel que progresa hasta convertirse en cirrosis. Por eso, detectarlo y tratarlo a tiempo es clave, ya que en sus etapas iniciales aún es posible revertir el daño y recuperar la salud del órgano.

Síntomas del hígado graso. Fuente: Shutterstock
Síntomas del hígado graso. Fuente: Shutterstock

Adoptar un estilo de vida saludable y reducir el consumo de grasas saturadas son pasos fundamentales para combatir esta enfermedad. Además, algunos remedios naturales pueden complementar este proceso, y entre ellos destaca el aceite de oliva.

¿Cómo se puede eliminar el hígado graso?

El aceite de oliva -en especial el extra virgen- posee cualidades que pueden ser útiles para reducir el hígado graso y fortalecer la salud del órgano. Estos son algunos de sus beneficios más destacados:

  1. Alto contenido de grasas saludables: favorece el metabolismo lipídico, lo que ayuda a disminuir la acumulación de grasa.

  2. Acción antiinflamatoria: contribuye a reducir la inflamación del hígado, una característica común en quienes padecen esta condición.

  3. Mejora la sensibilidad a la insulina: puede contribuir a una mejor respuesta del cuerpo a la insulina, lo cual resulta clave sobre todo en personas con trastornos metabólicos o diabetes.

  4. Protección antioxidante: contiene antioxidantes como la vitamina E y diversos polifenoles, que ayudan a proteger las células hepáticas del daño provocado por el estrés oxidativo.

  5. Regulación de lípidos en sangre: colabora en el control de los niveles de colesterol y triglicéridos.

¿Cómo se debe ingerir el aceite de oliva?

Una de las formas más recomendadas para aprovechar sus beneficios es tomar una cucharadita en ayunas, antes del desayuno. Esta práctica puede ayudar a activar el metabolismo de las grasas y favorecer la función hepática. Puede ingerirse solo o acompañado de unas gotas de jugo de limón para potenciar su efecto.

Otras maneras de incorporarlo a la dieta incluyen:

  1. Cantidad diaria sugerida: se aconseja consumir entre 1 y 2 cucharadas soperas al día, dentro de una alimentación saludable. Esta cantidad es segura y eficaz para obtener sus propiedades beneficiosas.

  2. Incluirlo en las comidas: lo mejor es utilizarlo en crudo, por ejemplo, como aderezo en ensaladas, vegetales cocidos, pescados o tostadas. antioxidantes naturales.

  3. Alimentación saludable: su consumo debe ir acompañado de una dieta baja en grasas saturadas, azúcares añadidos y productos ultraprocesados. Prioriza alimentos frescos como frutas, verduras, cereales integrales, pescado y frutos secos.

  4. Consumo moderado: aunque es un alimento saludable, también es calórico. Por ello, debe tomarse en cantidades ajustadas a las necesidades energéticas de cada persona.

Es fundamental entender que el aceite de oliva debe utilizarse como parte de un enfoque integral que incluya una alimentación equilibrada, ejercicio regular y seguimiento médico para lograr resultados sostenibles en la salud hepática.