

Un equipo de arqueólogos de la Universidad de Tokio ha dado con lo que podría ser la Villa Augusto, residencia del primer emperador romano, Cayo Octavio, conocido también como Julio César Augusto.
Este hallazgo, realizado en la localidad de Somma Vesuviana, en el norte del Monte Vesubio, reveló detalles inéditos sobre los últimos días del legendario fundador del Imperio Romano.

La villa de Augusto en Somma Vesuviana: un posible descubrimiento histórico de gran relevancia
En las laderas del Monte Vesubio, en el sur de Italia, se ha realizado un descubrimiento que podría ser de gran importancia para la historia: una villa que se presume perteneció a Augusto.
Los investigadores de la Universidad de Tokio encontraron los restos de una residencia que, por su antigüedad y ubicación, coincide con las descripciones de la villa donde falleció el emperador en el año 14 d.C.
La villa, inicialmente sepultada bajo cenizas y lava por la erupción del Vesubio en el 79 d.C., presenta paredes derrumbadas y tejas fragmentadas, evidenciando la fuerza de la catástrofe.
Tras la erupción, parte de los restos de la villa fueron reutilizados para construir un nuevo edificio sobre las ruinas.
El análisis por radiocarbono de los materiales encontrados, incluyendo restos de un horno similar a los utilizados en las "casas de baños" romanas, sugiere que la villa estuvo activa durante la primera mitad del siglo I d.C., coincidiendo con el reinado de Augusto.
Relatos de historiadores como Tácito y Suetonio ubican la muerte de Augusto en la ladera norte del Vesubio, en la villa que más tarde llevaría su nombre. Incluso mencionan la construcción de un templo conmemorativo en su honor en el mismo lugar.

Cómo era la residencia de Augusto en Pompeya
La evidencia principal que apunta a que esta villa podría haber sido propiedad de Augusto radica en el descubrimiento de numerosas ánforas organizadas en filas y, especialmente, en una caldera destinada a calentar agua para baños.
Las calderas eran un símbolo de lujo reservado para las élites romanas, lo que sugiere que el propietario de la residencia ocupaba una posición de alto rango.
Además, a pesar del parcial derrumbe del techo del cuarto donde se halló la caldera, aún se conservan azulejos, indicando un nivel de construcción elevado.
El baño de la residencia continuó siendo utilizado hasta aproximadamente el siglo I d.C., lo que coincide con el momento en que la villa dejó de estar habitada y pasó a convertirse en un monumento.
Según Masanori Aoyagi, profesor emérito de la Universidad de Tokio y miembro del equipo de arqueología, este hallazgo representa un "avance significativo" que arrojará luz sobre este evento histórico.




