

En octubre, Vladímir Putin confirmó que Rusia realizó con éxito pruebas de un vehículo submarino no tripulado (UUV) cagopaz de cambiar por completo el equilibrio militar. Se trata del Poseidón, un supertorpedo de propulsión nuclear diseñado para atacar ciudades costeras y generar consecuencias a gran escala.
Analistas advierten que, más allá del impacto inicial, su verdadero peligro radica en la radiación persistente que podría volver inhabitables amplias zonas del litoral durante décadas.

Poseidón: el torpedo nuclear que podría golpear a cualquier costa del mundo
El Poseidón es la versión más avanzada de un proyecto que comenzó a llamar la atención internacional en 2015, cuando sus planos aparecieron filtrados en un programa de la televisión. Desde entonces, Moscú aceleró su desarrollo y dio inicio a pruebas oficiales en 2018. De acuerdo con estimaciones de expertos, el UUV tendría unos 20 metros de largo y un alcance cercano a las 6.200 millas, suficiente para considerarlo un arma intercontinental.
Para dimensionar su capacidad, la distancia entre la ciudad rusa de Petropávlovsk-Kamchatski y San Francisco es de poco menos de 3.300 millas náuticas, muy por debajo del radio máximo atribuido al sistema.
Además, se estima que el Poseidón podría desplazarse a velocidades cercanas a las 115 millas por hora, superando ampliamente a los buques de superficie actuales. Además, Vladimir Putín aseguró que no existe un sistema capaz de interceptarlo, lo que refuerza su valor estratégico como arma militar.
Las pruebas más recientes marcaron un hito: fue la primera vez que el Poseidón fue lanzado utilizando el sistema de eyección de un submarino portaaviones. Aunque Rusia no confirmó qué nave se utilizó, analistas recuerdan que en ensayos previos se empleó el submarino B-90 Sarov, equipado con un generador nuclear auxiliar.
🇷🇺 El desarrollo del Poseidon y el Burevestnik tiene una importancia histórica para el pueblo ruso, declaró Putin
— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) November 4, 2025
Su creación ha sentado unas bases sólidas para el futuro y Rusia seguirá avanzando, enfatizó el presidente ruso en la ceremonia de entrega de premios a los… pic.twitter.com/LDaNF20B6w
Olas radiactivas y una amenaza que va más allá del impacto inicial
Según estimaciones citadas por analistas occidentales, podría transportar una ojiva nuclear de hasta dos megatones -según datos de Reuters-, una potencia muy superior a la de las bombas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki. En el pasado, Rusia sostuvo que el arma sería capaz de provocar tsunamis artificiales al detonar cerca de la costa, aunque especialistas discrepan sobre la magnitud real de esas olas.
Más allá de la discusión técnica, el consenso apunta a que el mayor daño no sería inmediato, sino ambiental. Las detonaciones nucleares contaminan grandes volúmenes de agua y sedimentos, generando radiación persistente que afecta a ecosistemas completos y a las poblaciones humanas cercanas. Un ejemplo histórico es el atolón Bikini, en el Pacífico, donde pruebas nucleares realizadas por Estados Unidos dejaron zonas inutilizables incluso más de medio siglo después.
El anuncio sobre el Poseidón coincidió con otra demostración de poder militar ruso: el lanzamiento del misil de crucero nuclear Burevestnik, capaz de volar durante horas y recorrer miles de millas. Para expertos en desarme, este tipo de desarrollos tiene un fuerte componente político. Rusia busca anticiparse a posibles avances en los sistemas de defensa antimisiles de Estados Unidos y reforzar su posición en la carrera armamentista.
Putin, por su parte, minimizó el carácter sorpresivo de estas pruebas y afirmó que forman parte de una estrategia anunciada desde hace años. Según el mandatario, Rusia simplemente está fortaleciendo su capacidad nuclear estratégica, de forma similar que otras potencias mundiales, en un contexto global cada vez más marcado por la desconfianza.




