En esta noticia

Estados Unidos intensificó su interés por un territorio ártico que considera vital para su seguridad. Donald Trump volvió a colocar a Groenlandia en el centro del debate geopolítico, generando una crisis con Dinamarca y la Unión Europea.

El presidente estadounidense no solo reiteró que su país “necesita” esta isla, sino que llegó a nombrar un enviado especial con el objetivo explícito de incorporarla a territorio americano.

Groenlandia, pieza clave en la seguridad militar y misilística del hemisferio norte. Fuente: Shutterstock.
Groenlandia, pieza clave en la seguridad militar y misilística del hemisferio norte. Fuente: Shutterstock.EFE/EPA/SHAWN THEW / POOL

La isla que Washington considera “innegociable” para su defensa estratégica

Donald Trump fue contundente y explicó las razones detrás de su insistencia: la seguridad nacional está en juego. Durante una conferencia de prensa en Florida, el mandatario señaló que la presencia de embarcaciones rusas y chinas en las costas de Groenlandia representa una amenaza directa. “Si miras Groenlandia, recorres la costa de arriba abajo, tienes barcos rusos y chinos por todos lados”, declaró, añadiendo que “necesitamos Groenlandia para la seguridad nacional, no por los minerales”.

La designación del gobernador de Luisiana, Jeff Landry, como enviado especial fue el paso más concreto en esta dirección. De hecho, no ocultó su propósito: lograr que el territorio danés se convierta en parte de Estados Unidos. Esta movida provocó una respuesta inmediata de Dinamarca, cuya primera ministra, Mette Frederiksen, junto al líder groenlandés Jens-Frederik Nielsen, emitió una declaración tajante: “No se puede anexar otro país”.

La posición geográfica de Groenlandia la convierte en un punto crítico en la ruta más corta para misiles entre Rusia y Estados Unidos, una realidad que Washington considera demasiado importante para ignorar.

La batalla diplomática que sacude los cimientos de la relación transatlántica

La reacción europea no se hizo esperar. El ministro de Asuntos Exteriores danés, Lars Lokke Rasmussen, calificó el nombramiento de Landry como “totalmente inaceptable” y expresó estar “profundamente enfadado”. La convocatoria del embajador estadounidense en Copenhague marca un punto de inflexión en las relaciones entre ambos países, aliados históricos dentro de la OTAN.

La Unión Europea cerró filas con Dinamarca. Tanto Ursula von der Leyen como Antonio Costa subrayaron que la integridad territorial y la soberanía son principios fundamentales del derecho internacional. El respaldo europeo a Copenhague evidencia que esta disputa trasciende una simple cuestión bilateral y amenaza con erosionar la confianza entre Estados Unidos y sus socios europeos.

Rasmussen fue claro en su mensaje: “Todos, incluido Estados Unidos, deben mostrar respeto por la integridad territorial del Reino de Dinamarca”. Las autoridades danesas y groenlandesas reiteraron en múltiples ocasiones que la isla no está en venta y que su futuro debe ser decidido por sus 57.000 habitantes, quienes según encuestas recientes prefieren la independencia de Dinamarca, pero no la anexión estadounidense.

Recursos naturales, rutas marítimas y poder global: el trasfondo del conflicto ártico Fuente: archivo.
Recursos naturales, rutas marítimas y poder global: el trasfondo del conflicto ártico Fuente: archivo.

El tesoro ártico que despierta el apetito de las superpotencias mundiales

Más allá de los argumentos de seguridad, Groenlandia esconde un potencial económico que no pasa desapercibido para ninguna potencia global. El territorio posee vastos recursos minerales sin explotar, incluyendo tierras raras esenciales para la industria tecnológica moderna. El cambio climático está abriendo nuevas rutas marítimas en el Ártico, lo que incrementa exponencialmente el valor estratégico de la región.

Estados Unidos ya mantiene la base militar de Pituffik en Groenlandia y abrió un consulado en la isla en 2020. La competencia por el control del Ártico se intensificó en los últimos años, con Rusia, China y otras naciones expandiendo su presencia en la zona. Para Washington, permitir que rivales geopolíticos ganen influencia en Groenlandia representa un riesgo inaceptable.

La cuestión groenlandesa refleja una realidad más amplia: el Ártico se convirtió en el nuevo tablero de ajedrez donde se dirimirá el equilibrio de poder del siglo XXI. Con el deshielo polar acelerándose, el acceso a recursos naturales y rutas comerciales está redefiniendo las prioridades estratégicas de las grandes potencias.