

En el Océano Ártico, donde las condiciones extremas parecían incompatibles con ciertos procesos biológicos, investigadores de la Universidad de Copenhague acaban de hacer un hallazgo que desafía décadas de certezas científicas.
Bajo las capas de hielo marino, en un ambiente considerado demasiado hostil, detectaron formas de vida realizando una tarea fundamental para la supervivencia marina: la fijación de nitrógeno.
El secreto químico que mantiene vivos los océanos estaba oculto bajo el hielo
Durante décadas, los científicos creyeron que el proceso de fijación de nitrógeno -esa alquimia natural que convierte el nitrógeno atmosférico en nutrientes esenciales para las algas- solo ocurría en aguas cálidas tropicales y subtropicales.
La razón parecía lógica: las bajas temperaturas árticas aumentan la solubilidad del oxígeno en el agua, y el oxígeno interfiere con la nitrogenasa, la enzima clave en este proceso vital.
"Hasta ahora, se creía que la fijación de nitrógeno no podía ocurrir bajo el hielo marino porque se asumía que las condiciones de vida para los organismos que realizan este proceso eran demasiado precarias", explica Lisa von Friesen, estudiante de doctorado involucrada en la investigación. "Estábamos equivocados".
El nitrógeno representa el 78% de nuestra atmósfera, pero en su forma gaseosa es completamente inerte e inutilizable para la mayoría de los seres vivos. Solo ciertos organismos especializados, conocidos como diazótrofos o fijadores de nitrógeno, poseen la capacidad de transformarlo en amonio y amoníaco biodisponibles.
En los océanos, las cianobacterias fueron tradicionalmente las protagonistas de esta transformación química vital. Sin embargo, los investigadores confirmaron que este mecanismo fundamental está activo precisamente donde se suponía imposible: debajo del hielo marino del Ártico central, ejecutado por organismos llamados diazótrofos no cianobacterianos, una categoría de microorganismos que amplía dramáticamente nuestra comprensión de quién puede realizar esta función esencial.

La paradoja del deshielo: ¿bendición o amenaza climática?
El hallazgo genera una paradoja fascinante con implicaciones planetarias que mantienen a los científicos tanto esperanzados como cautelosos. Por un lado, más fijación de nitrógeno significa mayor disponibilidad de nutrientes para las algas, que forman la base de toda la cadena alimentaria marina y absorben dióxido de carbono de la atmósfera mediante la fotosíntesis.
A medida que el cambio climático reduce la cobertura de hielo ártico, estos organismos recién descubiertos podrían incrementar significativamente la capacidad del océano para capturar carbono, actuando como un mecanismo natural de mitigación climática justo cuando más lo necesitamos.
Las algas marinas no son solo importantes por su rol en la cadena alimentaria; son verdaderas fábricas de captura de carbono. Cada célula de alga que crece gracias al nitrógeno fijado por estos microorganismos árticos está literalmente sacando CO2 de la atmósfera y convirtiéndolo en biomasa.
Cuando estas algas mueren, una porción de ese carbono capturado se hunde hacia las profundidades oceánicas, donde puede permanecer secuestrado durante siglos o incluso milenios. Este proceso, conocido como la "bomba biológica de carbono", es uno de los reguladores climáticos más importantes del planeta.
Sin embargo, los científicos advierten que las condiciones dinámicas del océano hacen imposible predecir si el efecto neto será positivo para el clima o si desencadenará consecuencias inesperadas en el delicado equilibrio del ecosistema ártico.
"Aún no sabemos si el efecto neto será beneficioso para el clima", advierte Lasse Riemann, coautor del estudio.




