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Imagina un giroscopio que atravesó una secuencia caótica de giros y rotaciones. ¿Cómo devolverlo exactamente a su posición original? Durante décadas, este problema desafió a físicos e ingenieros, considerándose en muchos casos prácticamente irresoluble.

Ahora, dos físicos teóricos demostraron algo extraordinario: existe un método universal que funciona para cualquier sistema rotatorio.

El profesor Tsvi Tlusty de UNIST (Corea del Sur) y Jean-Pierre Eckmann de la Universidad de Ginebra publicaron un artículo que prueba matemáticamente que cualquier secuencia de rotaciones puede revertirse mediante un procedimiento específico: aplicar la secuencia completa dos veces, re-escalando uniformemente todos los ángulos de rotación.

Lo más sorprendente del resultado es su carácter contraintuitivo: hacerlo una sola vez nunca funciona, pero duplicar la trayectoria garantiza el retorno exacto al punto de partida.

Este "botón de reinicio" podría transformar tecnologías que dependen del control preciso de sistemas rotatorios, desde la resonancia magnética hasta la computación cuántica.

Un hallazgo matemático demuestra que todo movimiento giratorio puede deshacerse con una simple duplicación de su secuencia. Fuente: Shutterstock.
Un hallazgo matemático demuestra que todo movimiento giratorio puede deshacerse con una simple duplicación de su secuencia. Fuente: Shutterstock.

La matemática de las rotaciones: un problema fundamental resuelto

Las rotaciones en tres dimensiones se describen mediante estructuras matemáticas conocidas como grupos de lie. Para objetos clásicos, el grupo relevante es SO(3); para sistemas cuánticos de espín-1/2, como qubits, es SU(2). Estos grupos fueron estudiados durante más de un siglo y son fundamentales en prácticamente todas las áreas de la física moderna.

El problema que Tlusty y Eckmann abordaron puede formularse así: si un sistema experimenta una secuencia arbitraria de rotaciones, ¿bajo qué condiciones esta caminata retorna hacia el punto de partida?

Los investigadores demostraron que casi cualquier caminata en SO(3) o SU(2), incluso extraordinariamente compleja, retornará preferentemente hacia el origen mediante un protocolo específico.

Primero, todos los ángulos de rotación de la secuencia original deben re-escalarse uniformemente por un factor común. Segundo, esta secuencia re-escalada debe aplicarse dos veces consecutivas. El resultado es matemáticamente exacto: el sistema retorna con precisión perfecta a su configuración inicial.

El grupo SU(2) describe matemáticamente rotaciones en el espacio, pero tiene una forma especial: su estructura es como una esfera de 4 dimensiones (una "3-esfera").
Por eso, cuando giras un objeto 360° (2 radianes), no vuelves exactamente hacia el punto de partida dentro de este espacio matemático; hace falta un giro completo de 720° (4) para cerrar el ciclo completamente.

En otras palabras:

En el mundo físico (SO3), una rotación de 360° parece suficiente. Pero en el mundo matemático más profundo (SU2), esa rotación deja una "marca topológica" y solo al girar 720° se borra por completo.

La "duplicación de la secuencia" aprovecha justamente este detalle geométrico.

Implicaciones para la computación cuántica y tecnologías emergentes

El impacto más inmediato de este descubrimiento se encuentra en la computación cuántica, donde el control preciso de qubits es el desafío técnico central. Los qubits son sistemas cuánticos de dos niveles cuyo estado puede representarse como un punto en la esfera de Bloch, y las operaciones sobre ellos corresponden exactamente a rotaciones en SU(2).

En los procesadores cuánticos actuales, los errores se acumulan rápidamente: imperfecciones en las compuertas cuánticas, fluctuaciones en los campos de control y la decoherencia ambiental desvían gradualmente los qubits de sus estados deseados.

Los protocolos de corrección de errores cuánticos requieren frecuentemente "resetear" qubits a estados fiduciarios conocidos. Tradicionalmente, esto se logra mediante medición proyectiva, que destruye la coherencia cuántica, o mediante secuencias de compuertas cuidadosamente calibradas que son específicas para cada arquitectura.

El resultado proporciona una alternativa determinista y universal: sin importar qué secuencia de operaciones haya experimentado un qubit, puede devolverse a su estado inicial aplicando el protocolo de duplicación y re-escalamiento.

En resonancia magnética nuclear (RMN), los núcleos atómicos giran en campos magnéticos fuertes a frecuencias específicas. Las técnicas modernas usan secuencias muy precisas de pulsos de radiofrecuencia para cambiar la orientación de los espines nucleares y obtener información estructural o imágenes médicas detalladas. Si se logra que los espines vuelvan exactamente a su posición original después de estas secuencias, la señal mejora y se pueden hacer mediciones más eficientes.

De forma similar, en los sistemas de navegación y control de orientación en aeronaves o satélites, este principio puede servir para calibrar giroscopios con gran precisión. Así se corrigen errores acumulados con el tiempo sin depender de referencias externas.