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Durante años, los científicos intentaron rastrear el destino de millones de toneladas deplástico que, pese a su producción masiva, parecían haber desaparecido sin dejar rastro.

Aunque su presencia es evidente en los océanos y hasta en el cuerpo humano, desde la sangre hasta la leche materna, una parte sustancial seguía sin detectarse.

Ahora, un nuevo estudio realizado por investigadores europeos aporta una respuesta inquietante: una cantidad enorme de plástico está flotando en los océanos en forma de partículas tan pequeñas que resultan prácticamente invisibles.

El plástico invisible que inunda los océanos

El estudio, publicado recientemente en la revista Nature Nanotechnology, estima que solo en el océano Atlántico Norte existen alrededor de 27 millones de toneladas de nanoplásticos: partículas diminutas, de menos de un micrómetro, que no pueden verse a simple vista, pero que están presentes en todo el ecosistema marino.

A diferencia de los microplásticos o los residuos visibles, estas nanopartículas no habían sido medidas con precisión hasta ahora. "Son invisibles, pero están en todas partes", advierte el equipo de científicos, que subraya que esta fracción podría ser la más abundante de toda la contaminación plástica marina.

¿Cómo se descubrieron?

La clave del hallazgo fue una campaña de muestreo realizada desde una embarcación científica que recorrió el Atlántico desde las Azores hasta la plataforma continental europea.

En ese trayecto, la investigadora Sophie ten Hietbrink recolectó y filtró agua en 12 puntos del océano, eliminando partículas mayores a un micrómetro. El análisis molecular de lo que quedaba permitió dimensionar por primera vez la enorme presencia de plástico en forma nanométrica.

Con esos datos, los científicos extrapolaron los resultados para el conjunto del Atlántico Norte. El resultado fue una cifra impactante de contaminación que hasta ahora había permanecido oculta.

¿Cómo llegan los nanoplásticos al océano?

La ruta del plástico hacia el mar es tan amplia como compleja. Ríos, lluvias, partículas en suspensión en el aire y residuos urbanos son algunas de las principales vías. Pero además, el sol y el oleaje fragmentan los plásticos grandes ya presentes, generando continuamente nuevas partículas diminutas.

Incluso se sabe que existe plástico en la atmósfera, lo que abre la puerta a una circulación global de estas micropartículas contaminantes. Este proceso convierte a los océanos en receptores permanentes de un material que nunca se degrada del todo.

Impacto en el ecosistema

El hallazgo refuerza una preocupación creciente: los nanoplásticos no solo afectan a la fauna marina, sino también a los seres humanos. Estas partículas pueden atravesarbarreras biológicas, llegando al torrente sanguíneo, los pulmones y hasta el cerebro.

"Ya están presentes en cada nivel de la cadena alimentaria", advierte el geoquímico Helge Niemann, coautor del estudio. "Lo que flota en el mar termina en microorganismos, en peces, y eventualmente, en nuestros platos".

El problema del plástico perdido

Aunque este avance llena un vacío importante en la comprensión del "paradigma del plástico", todavía hay interrogantes. El estudio no logró detectar polímeros como el polietileno y el polipropileno, dos de los materiales más comunes, lo que sugiere que aún falta afinar las técnicas de detección.

Además, el equipo admite que los nanoplásticos ya presentes en el océano no podrán eliminarse jamás. Y aunque el Atlántico fue el primer foco de análisis, es probable que fenómenos similares ocurran en el resto de los océanos del planeta.

La advertencia es clara: dejar de contaminar

Según explicaron los científicos, la única manera de frenar esta crisis es dejar de generar más plástico. Cada botella, bolsa o envoltorio descartado puede convertirse, con el tiempo, en millones de partículas invisibles que invadirán el aire, el agua y nuestros cuerpos.