Donald Trump aterrizará en Arabia Saudita esta semana para suprimer viaje oficial al extranjero desde que volvió a la Casa Blanca, con grandes expectativas de conseguir una serie deacuerdos multimillonarios. Sin embargo, es probable que el mayor de todos se le resista.

El presidente estadounidense no ha escondido que el atractivo de los petrodólaresde los países del Golfo es la principal motivación de su visita, que incluirá paradas en Qatar y Emiratos Árabes Unidos. También se espera que acudan a Riad muchos de los ejecutivos más poderosos de EE. UU., como Elon Musk, Sam Altman, Mark Zuckerberg y Larry Fink.

Pero es poco probable que Trump consiga su objetivo: un gran acuerdo que lleve a Arabia Saudita a normalizar sus relaciones con Israel, mientras su escalada bélica de 19 meses contra Hamás en Gaza sacude la región.

"Arabia Saudita quiere que la visita se centre en las relaciones bilaterales", afirma Ali Shihabi, comentarista saudí cercano a la corte real. "La normalización está descartada a menos que Israel haga los movimientos serios que Arabia Saudita quiere: el fin de la guerra y el establecimiento de un Estado palestino. De lo contrario, no irá a ninguna parte".

Esta disonancia pone de relieve que, en medio de la ostentación y la negociación, Trump descubrirá cómo ha cambiado la dinámica en Oriente Medio desde su último viaje a Arabia Saudí en 2017.

Los acuerdos seguirán fluyendo desde los Estados del Golfo, que tradicionalmente favorecen a los presidentes republicanos, gestionan algunos de los mayores fondos soberanos del mundo y lo recibirán a Trump con ceremonias lujosas.

Aunque desconfían de la imprevisibilidad del presidente y de las repercusiones de sus guerras comerciales, los Estados autocráticos abrazan su estilo transaccional y ven con buenos ojos su actitud desdeñosa hacia los derechos humanos.

"Le halagarán de un extremo a otro del Golfo", afirma Aaron David Miller, ex diplomático estadounidense. "Y a diferencia del Trump 1.0, hay mucha más sustancia en juego".

Donald Trump aterrizará en Arabia Saudita esta semana para su primer viaje oficial al extranjero desde que volvió a la Casa Blanca, con grandes expectativas de conseguir una serie de acuerdos millonarios. Foto: EFE.
Donald Trump aterrizará en Arabia Saudita esta semana para su primer viaje oficial al extranjero desde que volvió a la Casa Blanca, con grandes expectativas de conseguir una serie de acuerdos millonarios. Foto: EFE.Fuente: EPA/POLITICO POOLFRANCIS CHUNG / POOL

El príncipe heredero saudí, Mohammed bin Salman, ya ha prometido queRiad invertiría 600.000 millones de dólares en Estados Unidos en cuatro años; Emiratos Árabes Unidos le ha seguido con una promesa de 1,4 billonesen 10 años; y se espera que Qatar haga su propia promesa de inversión por valor de cientos de miles de millones de dólares durante la parada del viaje de Trump en Doha.

Los analistas se preguntan cómo podrían desplegar semejante magnitud de capital en los plazos previstos, incluida Arabia Saudita, que lidia con unos precios del petróleo más bajos y se centra en proyectos nacionales.

EE. UU. también está en conversaciones con Qatar para que Trump acepte un avión jumbo de 400 millones de dólares de Doha como sustituto del Air Force One, una medida que ha suscitado críticas de partidarios y detractores del presidente.

El Tesoro de Estados Unidos dijo el jueves que establecería un "proceso de vía rápida para facilitar una mayor inversión en las empresas estadounidenses" de los aliados, algo para lo que los Estados del Golfo presionaron con el fin deacelerar las inversiones en IA en el país norteamericano y tener un acceso más fácil a los chips estadounidenses.

El mes pasado, Trump emitió una orden ejecutiva pararelajar las restricciones sobre algunas ventas de armas y acelerar los procedimientos de adquisición, algo que los Estados del Golfo, entre los mayores compradores de armas estadounidenses, también han perseguido.

Mientras Trump defiende su política de inversión "América Primero", los consejeros delegados estadounidenses asistirán el martes a un foro de inversión entre EE. UU. y Arabia Saudita que se centrará principalmente en la tecnología, la IA y la energía, y que se cerrará con un aluvión de anuncios de inversión.

"No se trata de un viaje geopolítico, sino de un viaje basado en una visión estratégica de la región", afirma Dennis Ross, otro ex diplomático estadounidense. "En el primer mandato hubo una preocupación por hacer anuncios sobre grandes acuerdos e inversiones junto con grandes ventas de armas estadounidenses. Espero que veremos repetirse esa situación".

Sin embargo, Trump no podrá ignorar los desafíos. La ofensiva israelí en Gaza, lanzada en represalia al ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023, ha indignado a los líderes árabes, que temen que generaciones de sus jóvenes se radicalicen por la carnicería.

El príncipe heredero saudí, Mohammed bin Salman, ya ha prometido que Riad invertiría 600.000 millones de dólares en Estados Unidos en cuatro años. Foto: Pixabay.
El príncipe heredero saudí, Mohammed bin Salman, ya ha prometido que Riad invertiría 600.000 millones de dólares en Estados Unidos en cuatro años. Foto: Pixabay.

El príncipe Mohammed, que estaba a punto de llegar a un acuerdo a tres bandas con EE. UU. para normalizar las relaciones con Israel antes de que estallara la guerra, ha calificado la conducta de Israel en Gaza de "genocidio" e insiste en que Riad no mantendrá relaciones diplomáticas con Israel hasta que se establezca un Estado palestino.

Esto ha frustrado las esperanzas de Trump de ampliar los denominados Acuerdos de Abrahamen los que medió en su primer mandato, que llevaron a EAU y otros tres Estados árabes a formalizar relaciones con Israel en 2020. Pero Arabia Saudita, líder del mundo musulmán suní, siempre se consideró el gran premio y la clave para conseguir que otros Estados árabes y musulmanes siguieran sus pasos.

Trump también se encontrará con que los líderes del Golfo presionarán a EE.UU. para que llegue a un acuerdo con Irán sobre el expansivo programa nuclear de la república islámica, ya que temen el riesgo de que estalle una nueva guerra en Oriente Medio.

Durante el viaje de Trump en 2017, un príncipe Mohammed más joven y descarado y el líder de EAU, el jeque Mohammed bin Zayed al-Nahyan, fueron dos de los mayores defensores de Trump cuando se dispuso a retirar a EE.UU. del acuerdo nuclear que Teherán firmó con la Administración de Barack Obama y otras potencias mundiales.

Esta vez, Arabia Saudita y EAU buscarán la distensión con Irán. Parte de la razón es su experiencia durante el primer mandato de Trump, cuando su Administración dio lo que consideraron una respuesta tibia después de que Irán fuera culpado de un ataque con misiles y drones contra la infraestructura petrolera de Arabia Saudita en 2019.

En Riad y Abu Dhabi se consideró una prueba más de la imprevisibilidad de EE.UU. y de su cuestionable compromiso con su seguridad. Ahora apoyan un nuevo acuerdo con Irán para poner fin a la crisis nuclear, después de que el presidente iniciara negociaciones con Teherán, pero también amenazara, junto con Israel, con una acción militar si fracasa la diplomacia.

"Los saudíes y EAU se han dado cuenta de que si Irán es realmente amenazado y atacado, serán las víctimas de un contraataque", explica Bernard Haykel, profesor de estudios sobre Oriente Medio en la Universidad de Princeton. "Así que creo que los saudíes han desempeñado un papel mediador muy importante y también una especie de papel atemperador con la gente de Trump".

Arabia Saudita también ha facilitado las conversaciones entre EE. UU. y Rusia, mientras que Qatar está mediando entre Israel y Hamás, junto a EE. UU. y Egipto.

Los diplomáticos afirman que Gaza y otras crisis regionales estarán en la agenda. Pero Michael Wahid Hanna, de Crisis Group, se pregunta hasta qué punto van a estar dispuestos los dirigentes del Golfo a gastar capital político en estas cuestiones en medio de la exuberante negociación de acuerdos.

"No pueden ignorarlo. Pero, ¿hasta qué punto va a ser un tema central?", dijo. "La cuestión principal va a ser la economía y no van a querer que la acritud la socave".

Washington ha presionado para lograr una tregua a corto plazo en la guerra de Gaza que garantice la liberación de un pequeño número de los 59 rehenes en manos de Hamás, entre ellos Edan Alexander, el último ciudadano estadounidense que se cree que sigue con vida.

El domingo, Hamás anunció que liberaría a Alexander después de entablar un diálogo directo con Estados Unidos, en lo que parecía ser un gesto de buena voluntad hacia Trump antes de su viaje. Los mediadores siguen trabajando para lograr un nuevo acuerdo de alto el fuego.

Israel amenaza con ampliar su ofensiva y avanzar hacia la plena ocupación de la franja, que, según afirma, iniciará tras el viaje de Trump si no hay un nuevo acuerdo de alto el fuego.

"No se puede evitar hablar de Gaza, pero la atención se centrará en los acuerdos económicos", afirma un diplomático.