La decisión de Donald Trump de imponer aranceles generalizados a los socios comerciales de Estados Unidos, incluidos sus aliados más cercanos en materia de seguridad, dio pie a una carrera para encontrar formas de apaciguar a Washington en el breve plazo antes de que las medidas radicales entren en vigor.
La orden ejecutiva del presidente estadounidense sobre los aranceles tendió una ofrenda de paz a los países que dieran "pasos significativos" para remediar los superávit comerciales con EE.UU. y abordar las prácticas fiscales, regulatorias y de concesión de licencias consideradas injustas.
Pero los países tienen menos de una semana para regatear. Trump dijo el miércoles que a partir del 9 de abril se aplicarían aranceles "recíprocos" más elevados, después de que su arancel básico del 10% a casi todos los países entre en vigor el 5 de abril.
Importantes figuras del firmamento Trump, incluido su hijo Eric en un post en las redes sociales, animaron a los países a ofrecer concesiones a EE.UU.. "No me gustaría ser el último país que intenta negociar un acuerdo comercial con @realDonaldTrump", escribió en X.
Alrededor de 60 países que tienen los mayores superávit comerciales con EE.UU. -incluidos aliados estratégicos clave como la Unión Europea (UE), Japón y Corea del Sur- se enfrentan a aranceles adicionales superiores al 10%, que en algunos casos que se extienden al 50% o más en total.
I wouldn't want to be the last country that tries to negotiate a trade deal with @realDonaldTrump. The first to negotiate will win - the last will absolutely lose. I have seen this movie my entire life...
— Eric Trump (@EricTrump) April 3, 2025
Pocos de ellos han tomado represalias. En un intento de reducir su arancel del 20%, la UE está dispuesta a recortar el superávit comercial de u$s235.600 millones que acumuló en 2024 comprando más productos estadounidenses y rebajando algunos aranceles.
Bruselas ha ofrecido rebajar los aranceles sobre los automóviles del 10% al nivel del 2,5% de Washington, según funcionarios al corriente de las conversaciones. También podría aumentar las compras de energía, adquirir más armas estadounidenses o sumarse a las medidas de EE.UU. contra el dumping de productos chinos.
Los funcionarios de la UE creen que la caída de las Bolsas y la perspectiva de una mayor inflación empujarán a EE.UU. a negociar.
Aun así, ambas partes mantienen diferencias significativas: la UE ha rechazado las alegaciones de EE.UU. de que sus sistemas de IVA discriminan a las empresas estadounidenses, y ha descartado transigir en las normas de seguridad alimentaria y de los productos para permitir, por ejemplo, el pollo estadounidense lavado con cloro.

"A pesar de las negociaciones, no vamos a rebajar nuestras normas", afirmó un alto funcionario de la UE. "No discriminamos a nadie".
Los drásticos aranceles de Trump, que han provocado una brusca caída de los mercados, se introdujeron a pesar de los esfuerzos de seducción de países como Japón o Israel, que trataron de adelantarse a los aranceles con medidas destinadas a apaciguar al presidente.
Un día antes del anuncio de Trump, Israel había eliminado los aranceles que aún aplicaba a las importaciones estadounidenses, pero aun así su principal socio comercial le impuso un arancel del 17%.
Japón, por su parte, había prometido en los últimos meses aumentar las importaciones de gas natural licuado (GNL) de EE.UU. e invertir en su proyectado gasoducto en Alaska, y ha sugerido con firmeza que los planes para aumentar el gasto en defensa recaerían sobre contratistas estadounidenses. Trump también pudo anunciar un paquete de u$s500.000 millones de inversión en infraestructuras de inteligencia artificial que la japonesa SoftBank iba a encabezar.
Nada de esto pareció ayudar: Japón fue golpeado con un arancel del 24% a pesar de ser un importante socio de seguridad de EE.UU. en la región.
Funcionarios japoneses afirman que el fracaso de estas ofertas plantea dudas sobre si otros halagos, que podrían incluir más compras de GNL e inversiones empresariales, darán resultados. Un alto funcionario del Gobierno señala que ya no está claro si se puede comprar a Trump con concesiones comerciales, como en su primer mandato.
"Si, como parece posible, quiere cambiar la naturaleza del comercio mundial y utilizar los aranceles para reducir los impuestos en EE.UU., no está claro que haya algo que Japón o las empresas japonesas puedan ofrecer que compense eso", advierte.
Corea del Sur, desde hace tiempo en el punto de mira de Trump por su persistente superávit comercial con EE.UU. -un récord de u$s55.000 millones el año pasado-, se enfrenta a una larga lista de agravios comerciales de Washington, como las restrictivas regulaciones sobre las emisiones de los automóviles, la opacidad de los precios de los medicamentos, la negativa a importar parte de la carne vacuna estadounidense y las tarifas impuestas a proveedores de contenidos estadounidenses como Netflix.

Los analistas afirman que Seúl podría comprar más GNL y armas estadounidenses, y añaden que el país tiene cierta influencia porque sus empresas constituyen la única alternativa viable a los rivales chinos en sectores estratégicos clave como la construcción naval y los chips.
"Hay ciertas industrias estratégicas en las que EE.UU. no podrá permitirse aislarse de las asociaciones de la cadena de suministro mundial", afirma Tom Ramage, analista de política económica del Korea Economic Institute of America.
Han Duck-soo, presidente en funciones de Corea del Sur, ha declarado que el Gobierno hará "todos los esfuerzos posibles" para minimizar las pérdidas de las empresas coreanas derivadas de un arancel previsto del 26%.
Otros países más pequeños del sudeste asiático, como Vietnam y Camboya, que han sido golpeados con aranceles sustanciales, tienen palancas menos evidentes, aunque suministran grandes volúmenes de productos manufacturados de baja tecnología a EE.UU., como ropa, calzado y electrodomésticos.
Vietnam, que en los últimos años se ha convertido en una potencia manufacturera gracias a que las empresas trasladaron la producción desde China, se enfrenta a uno de los aranceles más elevados, del 46%.
Y ello a pesar de sus ofertas de reducir los aranceles sobre los productos estadounidenses y comprar más aviones Boeing, GNL y productos agrícolas. El mes pasado, Vietnam hizo concesiones para permitir a SpaceX, aliada de Trump y dirigida por Elon Musk, probar su servicio de Internet por satélite Starlink en el país.
India también había tratado de apaciguar preventivamente al líder estadounidense, haciendo concesiones en productos como el bourbon, las motocicletas, los coches de lujo y los paneles solares.
Cuando el primer ministro Narendra Modi visitó la Casa Blanca el mes pasado, los dos países anunciaron el inicio de conversaciones sobre un acuerdo comercial, algo que parecía explícitamente vinculado a la amenaza de aranceles recíprocos de Trump, y que pretendían acordar el primer tramo en otoño.
El país ha recibido un arancel del 27% esta semana. El gobierno de Modi mantiene que sigue aspirando a avanzar en un acuerdo comercial entre EE.UU. e India "en los próximos días". Al igual que con Europa, no se espera que Nueva Delhi abra sus mercados agrícolas por temor a una reacción política de los agricultores.

En América latina, dos de los mayores socios comerciales regionales de EE.UU., Brasil y Argentina, consiguieron un arancel mínimo de 10%.
El Presidente libertario de Argentina, Javier Milei, un entusiasta aliado de Trump a pesar de sus diferencias ideológicas sobre el libre comercio, ha dicho en repetidas ocasiones que quiere un acuerdo de libre comercio con EE.UU. Celebró la cifra relativamente baja de aranceles para la Argentina posteando en X: "Friends will be Friends" y compartiendo un enlace a la canción homónima de Queen.
Milei se reunió con Trump el jueves en Mar-a-Lago, donde el argentino recibió un premio de un grupo conservador. Su ministro de Asuntos Exteriores, Gerardo Werthein, se reunió con el representante de Comercio estadounidense, Jamieson Greer.
Sudáfrica, ya en conflicto diplomático con Trump por sus leyes de discriminación positiva, era otro país que mantenía la esperanza de un acuerdo. El año pasado exportó productos por u$s8100 millones a EE.UU., la mitad de los cuales eran minerales esenciales como el platino, utilizado en la fabricación de automóviles.
Su castigo fue un arancel del 31%, pero el presidente Cyril Ramaphosa sostiene que la medida de Trump "reafirma la urgencia de negociar un nuevo acuerdo comercial bilateral y mutuamente beneficioso".
Donald MacKay, director de XA Global Trade Advisors en Sudáfrica, señala que las pequeñas economías tienen que encontrar formas de evitar enfrentarse a Trump.
"Subir los aranceles a los minerales, por ejemplo, perjudicaría los ingresos de las minas y a sus empleados", explica. "Hay poco que los países más pequeños puedan hacer que no les perjudique más a ellos que a EE.UU."





