

En España, la demanda de vivienda supera con creces la oferta disponible, lo que provoca un aumento sostenido tanto en los precios de compra como en los alquileres y dificulta la posibilidad de construir una vida independiente.
La combinación de precios altos y escasez de oferta ha intensificado la competitividad en los mercados de alquiler y venta, generando situaciones de estrés y frustración para quienes buscan independizarse.
En este contexto complejo, actuar con precaución es importante. Tanto en la compraventa como en el alquiler, comprender lo que se firma y revisar cada cláusula resulta clave para evitar sorpresas y proteger los derechos de ambas partes.

Las cláusulas que tienes que firmar siempre
El contrato debe incluir la identificación completa de las partes y la descripción detallada del inmueble, especificando su domicilio, superficie, usos permitidos y, si se trata de una vivienda amueblada o con anejos como trastero o garaje.
La duración del arrendamiento también debe estar claramente establecida, con fecha de inicio, plazo establecido, condiciones de prórroga automática o de renovación, para evitar incertidumbres sobre la continuidad del alquiler. Estas definiciones ayudan a que ambas partes tengan expectativas claras y eviten conflictos innecesarios a lo largo del tiempo.
Asimismo, la renta mensual, la forma y plazo de pago, la cuenta bancaria o método elegido, y la actualización de la renta en caso de que se pacte índice de subida, deben figurar sin ambigüedades.
La fianza legal y cualquier garantía adicional frente a impagos o daños también han de definirse: el importe, el momento de entrega, las condiciones de devolución y si existe aval o seguro de impago.
Deja por escrito el encargado de cada pago
Entre los puntos clave destacan las obligaciones de mantenimiento y reparación, donde es fundamental especificar qué tareas corresponden al arrendador —como garantizar la habitabilidad y el correcto funcionamiento de las instalaciones básicas— y cuáles son responsabilidad del inquilino, como el uso adecuado, las pequeñas reparaciones o el cuidado del mobiliario.
También conviene detallar el uso permitido del inmueble: si será exclusivamente vivienda habitual, si se admite el subarriendo o la cesión, y las normas internas del edificio o comunidad.
Finalmente, es imprescindible pactar las causas y efectos de resolución del contrato anticipado, concretar quién asume los suministros o gastos de comunidad, y adjuntar los anexos necesarios como inventario del mobiliario, certificado de eficiencia energética o normas de la comunidad de propietarios.


