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¿Te imaginas lanzarte a un lago helado para rescatar a desconocidos atrapados bajo el agua? No es una escena de película, sino la vida real. La madrugada del 16 de septiembre de 1976, en la ciudad de Ereván (Armenia), ocurrió un accidente que parecía sacado de una pesadilla.

Un autobús repleto de pasajeros se precipitó al lago y quedó sumergido en aguas turbias y gélidas. Entre los testigos de ese desastre estaba Shavarsh Karapetyan, un joven deportista armenio que por entonces acumulaba títulos mundiales de natación con aletas. Sin saberlo, ese día le llegaría la prueba más difícil de su vida: una oportunidad única de convertirse en héroe.

Shavarsh no era un nadador cualquiera. Con 23 años, este atleta soviético ya había sido 17 veces campeón mundial y batido varios récords en su disciplina. Le decían el "Pez Dorado" por su increíble destreza bajo el agua. Sin embargo, ninguna medalla lo preparó para lo que enfrentó aquella mañana.

Cuando escuchó un estruendo y vio gente corriendo en pánico, Karapetyan intuyó que algo andaba muy mal. En cuestión de segundos, tomó una decisión que cambiaría su destino para siempre. ¿Qué había pasado en el lago de Ereván y qué hizo este campeón para salvar tantas vidas?

Un autobús repleto de pasajeros se precipitó al lago y quedó sumergido en aguas turbias y gélidas. Esto sucedió en la ciudad armenia de Ereván, en aquel tiempo parte de la Unión Soviética, en 1976. (Imagen: Wikimedia Commons)
Un autobús repleto de pasajeros se precipitó al lago y quedó sumergido en aguas turbias y gélidas. Esto sucedió en la ciudad armenia de Ereván, en aquel tiempo parte de la Unión Soviética, en 1976. (Imagen: Wikimedia Commons)

La hazaña de Shavarsh Karapetyan: salvar 20 vidas de un autobús sumergido

El ruido que sacudió la calma de aquella mañana provenía de un trolebús (autobús eléctrico) que, por razones no del todo claras, se había desviado y caído al lago. Dentro del vehículo, más de 90 pasajeros luchaban por salir mientras el agua helada inundaba todo.

En tanto, Shavarsh Karapetyan estaba entrenando cerca junto a su hermano Kamo cuando vio la escena. Sin pensarlo dos veces, se quitó la ropa de deporte y se arrojó al agua fría. El bus había caído a unos 10 metros de profundidad, con visibilidad nula por el lodo removido. A pulmón limpio, el nadador buceó hasta el vehículo y rompió una ventana a patadas para abrir una vía de escape.

"Cuando el trolebús salió volando hacia el agua, el ruido fue como si explotara un proyectil. Inmediatamente me tiré al lago. Yo mismo estuve cerca de ahogarme varias veces. Sabía cómo se ahogarían, sabía cómo morirían", dijo Karapetyan en 2012 al medio ruso Pravmir.

A pesar del pánico, su entrenamiento le permitió mantener la calma bajo el agua. Karapetyan empezó a sacar pasajeros uno por uno. Cada inmersión le tomaba unos 25 segundos y requería una fuerza sobrehumana. Hizo alrededor de 30 incursiones al fondo, entregando víctimas a su hermano en la superficie y volviendo a sumergirse de inmediato. Gracias a esa hazaña logró rescatar a 20 personas con vida de las profundidades.

En su última zambullida, al borde del desmayo por la falta de oxígeno, Shavarsh palpó entre los restos sin poder ver nada y subió a la superficie con un bulto. Para su horror, al sacarlo descubrió que era un asiento y no un pasajero. Ese error le pesó durante años: "Durante mucho tiempo tuve pesadillas con ese asiento. Podría haber salvado una vida más", confesó Karapetyan al Canal Uno de la televisión rusa.

En total, el "Pez Dorado" estuvo unos 20 minutos dentro de aquel lago helado realizando un rescate tras otro. Los testigos cuentan que salió del agua cubierto de cortes por los cristales rotos y completamente extenuado. Había dado todo de sí para salvar a cuantos pudo.

Tras la caída de la URSS, Karapetyan se mudó a Moscú y abrió una pequeña empresa de calzado a la que llamó simbólicamente "Second Breath" (Segunda Respiración). (Imagen: Wikimedia Commons)
Tras la caída de la URSS, Karapetyan se mudó a Moscú y abrió una pequeña empresa de calzado a la que llamó simbólicamente "Second Breath" (Segunda Respiración). (Imagen: Wikimedia Commons)

El precio de un héroe: la URSS ocultó la hazaña de Shavarsh Karapetyan

El valentísimo acto de Shavarsh no estuvo exento de consecuencias. Al sacar a la última persona, Karapetyan colapsó. Tenía profundas heridas, hipotermia severa y había ingerido agua contaminada. Pasó más de un mes hospitalizado, la mitad de ese tiempo en coma. Los médicos lograron salvarle la vida. Sin embargo, sus pulmones quedaron tan dañados que la promesa de volver a competir se desvaneció.

A sus 24 años, la estrella de la natación con aletas se vio obligada a retirarse del deporte. Shavarsh Karapetyan sacrificó su carrera profesional por salvar aquellas 20 vidas, un gesto que demuestra un heroísmo genuino pocas veces visto.

Increíblemente, durante un tiempo su hazaña permaneció en las sombras. La Unión Soviética de los años 70 no difundió inmediatamente la noticia del rescate en Ereván. "Inmediatamente después del accidente, algunos quisieron publicar la historia, pero no se les permitió. En la URSS, se suponía que los trolebuses no debían caerse al agua", recordó Karapetyan años después de su acto heroico.

Recién en 1982, seis años más tarde, un periódico de Moscú publicó un artículo contando la "batalla submarina" de este campeón anónimo. La reacción del público soviético fue masiva: Shavarsh recibió unas 60.000 cartas de agradecimiento y admiración. Su nombre, antes conocido solo en el mundo deportivo, se convirtió en leyenda.

Más allá del agua: el legado de Shavarsh Karapetyan

La vida de Karapetyan no dejó de dar sorpresas después de aquel rescate. Años después protagonizó otro acto heroico en un incendio, del que salió con quemaduras. Esa vocación altruista le valió el premio Fair Play de la UNESCO por su heroísmo.

Tras la caída de la URSS, Karapetyan se mudó a Moscú y abrió una pequeña empresa de calzado a la que llamó simbólicamente "Second Breath" (Segunda Respiración). Con el tiempo llegarían más reconocimientos. Fue declarado Ciudadano Honorario de Ereván y llevó la antorcha olímpica en los Juegos de Invierno Sochi 2014. Incluso un asteroide del cinturón principal fue bautizado con su nombre - el (3027) Shavarsh.

Hoy, con más de 70 años, Shavarsh Karapetyan vive humildemente en Moscú. Su historia inspira al mundo entero como ejemplo de valentía y generosidad, recordándonos que los héroes reales existen y a veces llevan traje de baño en vez de capa.