

Frente a la amplia gama de distracciones potenciales al volante, es común cuestionarse qué acciones son permitidas al manipular ciertos accesorios. ¿Es legal interactuar con la pantalla del vehículo o con un GPS montado en el tablero? ¿Se aplica la misma normativa cuando el vehículo está estacionado?
Asimismo, surgen interrogantes en torno al uso de auriculares mientras se conduce. ¿Está permitido su uso al manejar un automóvil? ¿Es factible utilizarlos al desplazarse en bicicleta?
Diferencias entre lo legal e ilegal
Es legal mantener conversaciones a través del sistema de manos libres; sin embargo, la Dirección General de Tráfico (DGT) desaconseja esta práctica, ya que puede incrementar la distracción del conductor.

Por otro lado, el Reglamento General de Circulación sanciona la utilización de auriculares durante la conducción, independientemente de que sean inalámbricos.
En particular, el Artículo 18.2 del Reglamento General de Circulación establece que se prohíbe "la conducción mientras se utilizan auriculares o cascos conectados a dispositivos reproductores o receptores de sonido, salvo durante la enseñanza correspondiente y la realización de las pruebas de aptitud en circuito abierto para la obtención del permiso de conducción de motocicletas de dos ruedas, cuando así lo exija el Reglamento General de Conductores".
Este Reglamento también indica que "está prohibido el uso de dispositivos de telefonía móvil y de cualquier otro medio o sistema de comunicación durante la conducción, excepto cuando la comunicación se realice sin emplear las manos, ni se utilicen cascos, auriculares o instrumentos similares".
Imágenes y fotografías capturadas por las cámaras de la DGT evidencian el riesgo que implica manipular estos dispositivos al conducir:
Multas y consecuencias de conducir con auriculares
La sanción por conducir utilizando auriculares asciende a 200 euros, además de la pérdida de tres puntos en la licencia de conducir. Esta normativa no solo se aplica a los conductores de automóviles, sino también a quienes operan motocicletas, patinetes eléctricos y bicicletas.

La justificación de esta prohibición es evidente: el conductor se convierte en un riesgo tanto para los ocupantes del vehículo como para los transeúntes. Al aislarse auditivamente, el conductor puede no percibir sonidos de emergencia, como sirenas o bocinas, lo que incrementa su nivel de distracción y pone en peligro la seguridad vial.
Asimismo, en caso de que ocurra un accidente y el conductor desee presentar una reclamación ante su aseguradora, esta podría negarse a cubrir los daños, argumentando que el conductor asumió la responsabilidad por el uso de dispositivos que generan distracción.






