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A primera vista, abrir una lata de refresco parece un gesto automático y sin misterio. Sin embargo, este acto cotidiano esconde una historia de innovación técnica y conciencia ambiental que comenzó hace más de seis décadas. Lo que muchos consideran simplemente un detalle de diseño -ese pequeño agujero en la pestaña de aluminio es un truco con un propósito muy concreto que va más allá de sostener una pajita.

El truco detrás del agujero de las latas

Aunque con el tiempo se ha popularizado la idea de que el agujero en la pestaña de las latas sirve para fijar la pajita y evitar que flote, su creación responde a un objetivo completamente distinto. La evolución del diseño de estas anillas comenzó en 1962, cuando el ingeniero estadounidense Ermal Cleon Fraze inventó este truco: una pestaña extraíble para abrir las latas sin necesidad de herramientas, motivado por una situación tan sencilla como olvidarse el abrelatas en un picnic.

El truco detrás del agujero de las latas. Foto: Pexels.
El truco detrás del agujero de las latas. Foto: Pexels.

El sistema fue revolucionario, pero pronto presentó un inconveniente: al separarse del envase, las pestañas acababan muchas veces en el suelo, generando residuos peligrosos tanto para las personas como para el medio ambiente. Para resolver este problema, el ingeniero Daniel F. Cudzik rediseñó en 1975 la pestaña para que permaneciera unida a la lata tras su apertura. Y con esta mejora nació también el ahora icónico agujero.

Este orificio no fue pensado para insertar pajitas, sino como una mejora mecánica. Su función es optimizar el efecto palanca al levantar la anilla, distribuyendo mejor la fuerza aplicada y facilitando así la apertura sin deformar el aluminio. Esta innovación mejoró la experiencia de uso y permitió reducir la cantidad de material utilizado, generando un impacto positivo en los costes de producción y en el uso de recursos.

El orificio de las latas sirve para optimizar el efecto palanca al levantar la anilla. Foto: Pexels.
El orificio de las latas sirve para optimizar el efecto palanca al levantar la anilla. Foto: Pexels.

Latas y sostenibilidad: una evolución necesaria

El rediseño de la pestaña supuso una respuesta efectiva al problema de los residuos, pero no todos los usuarios han adoptado su uso como se planeó. Muchas personas continúan arrancando las pestañas por costumbre, lo que genera nuevamente residuos innecesarios. Estos restos, si no se desechan adecuadamente, pueden resultar perjudiciales para el entorno: desde la contaminación directa hasta daños en animales que los ingieren o se hieren con ellos.

Ante este panorama, expertos en sostenibilidad recomiendan no separar la anilla del envase y reciclar adecuadamente el aluminio. Como alternativa, algunas personas reutilizan estas pestañas en manualidades o proyectos decorativos, siempre que se haga con responsabilidad.