

El papa León XIV afirmó en la misa de inicio de su pontificado en la Plaza de San Pedro, el pasado 18 de mayo y ante decenas de miles de fieles y unas 150 delegaciones internacionales, que el papa no puede ser "un líder solitario o un jefe por encima de los demás", ya que "Dios quiere a todos unidos en una única familia".
"Hermanos y hermanas, quisiera que este fuera nuestro primer gran deseo: una Iglesia unida, signo de unidad y comunión, que se convierta en fermento para un mundo reconciliado", reclamó. El papa León XIV planteó este domingo la necesidad de una iglesia unida contra el odio del mundo moderno y un modelo económico que "margina" a los pobres y "explota" a la Tierra.

León XIV acepta la promesa de obediencia de 12 representantes de la Iglesia católica
León XIV recibió la promesa de obediencia de doce personas, en representación de toda la Iglesia católica, durante la misa de inicio de su pontificado, celebrada en la plaza de San Pedro ante una multitud de decenas de miles de fieles. En los últimos años, el rito ha experimentado cambios significativos; ya no son los cardenales quienes prometen obediencia, sino representantes de la iglesia.
Tras recibir el palio y el Anillo del Pescador, símbolos del poder pontificio, los doce representantes se acercaron ante el pontífice. Entre los cardenales presentes se encontraban el canadiense Francis Leo, en representación de América del Norte; el brasileño Jaime Spengler, en representación de América del Sur; y el cardenal John Ribat, de Papua Nueva Guinea, representando a Oceanía.
Asimismo, se acercaron a prometer obediencia el obispo de Callao (Perú), Luis Alberto Barrera; el presbítero Guillermo Inca Pereda; y el diácono Teodoro Mandato. La ceremonia de la obediencia es un componente esencial del ritual de inicio de pontificado, que comenzó con una oración en la tumba de San Pedro, ubicada en el interior de la basílica vaticana.
León XIV aboga por una iglesia unida en la lucha contra el odio
León XIV, ante más de 150 delegaciones de países de todo el mundo y de diversas religiones, así como miles de fieles en la Plaza de San Pedro, propuso que la iglesia extienda su mano hacia un mundo marcado por conflictos y violencia.
"En nuestra época, aún somos testigos de una excesiva discordia, de numerosas heridas infligidas por el odio, la violencia, los prejuicios y el temor a lo diferente, así como de un paradigma económico que explota los recursos de la tierra y margina a los más desfavorecidos", lamentó.
Y añadió: "Deseamos ser, en medio de esta multitud, una pequeña levadura de unidad, comunión y fraternidad. Queremos invitar al mundo, con humildad y alegría: ¡miren a Cristo! ¡Acérquense a Él! ¡Acojan su Palabra que ilumina y consuela!".
El nuevo pontífice, elegido el pasado 8 de mayo tras el cónclave, ha inaugurado su ministerio petrino con esta misa en la que ha recibido el palio y el Anillo del Pescador, símbolos del poder papal.
En su homilía, instó a la iglesia a superar sus divisiones y a construir puentes con otras religiones y ramas del cristianismo, actuando como un bastión de "comunión y fraternidad".
"¡Miren a Cristo! ¡Acérquense a Él! ¡Acojan su Palabra que ilumina y consuela! Escuchen su propuesta de amor para formar su única familia: en el único Cristo somos uno.
Esta es la senda que debemos recorrer juntos, unidos entre nosotros, pero también con las Iglesias cristianas hermanas, con aquellos que siguen otros caminos religiosos y con todos los hombres y mujeres de buena voluntad", afirmó.
Todo esto, sostuvo, "con el fin de construir un mundo nuevo donde prevalezca la paz", provocando el aplauso de la plaza.
Con información de EFE.


