En el último libro que escribieron Juan Carlos De Pablo y Ezequiel Burgo, titulado "Tratando de entender el fenómeno Milei", el profesor cita una idea del prestigioso economista argentino Guillermo Calvo: "Una misma medida de política económica genera resultados muy distintos, dependiendo de si cree que va a durar o no".

Justo en ese tramo, De Pablo pone el siguiente ejemplo: "La liberación del mercado cambiario puede aumentar la oferta de dólares del sector privado si se piensa que la medida llegó para quedarse o aumentar la demanda si los integrantes del sector privado piensan que será revisada en cuanto el Banco Central se quede sin reservas".

El texto en cuestión fue escrito en simultáneo con el levantamiento de las restricciones a la compra de dólares para las familias a mediados de abril pasado. Por entonces, el equipo económico afirmaba que no había de qué preocuparse porque no habría dolarización en masa posible dado que no había pesos en la calle para alimentar tal cosa.

Con los datos de formación de activos externos de julio que fueron récord desde 2017, lo que se estima de agosto y lo que va de septiembre luego de la fuerte derrota electoral que sufrió el Gobierno en la provincia de Buenos Aires que generó un salto del dólar a $1425, hay cada vez más dudas respecto de si el esquema actual podría soportar una escalada del tipo de cambio.

Por ende, se suman preguntas sobre si volverá o no algún tipo de cepo o restricción o si, para no hacerlo, se aceptará un reacomodamiento del precio del dólar más arriba. Es decir, si en la turbulencia la solución llega una vez más por un ajuste en la cantidad de dólares vendidos o en su su valor.

En la noche del domingo, el equipo económico analizaba una variable que consideraban clave para medir el impacto de lo que sería el lunes que finalmente se vivió. "No tenemos un volumen relevante de inversores extranjeros en activos argentinos", se tranquilizaban.

Sin embargo, la sospecha es que la principal urgencia no viene por ahí. Si hasta el viernes existía la certeza de una dolarización de carteras por parte de los individuos que obligó al Tesoro a quemar todos sus libros y salir a vender divisas para frenar el incremento antes de las elecciones, hoy el principal riesgo es que se desate una dinámica en la demanda de divisas que se retroalimente. Además, el Tesoro enfrenta vencimientos en pesos importantes en la semana también, todo un desafío en un contexto donde las tasas de interés ya no tienen mucho más margen para subir y tentar a los bancos.

El techo de la banda cambiaria fijada en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional ronda hoy los $1470, el número mágico a partir del cual el Banco Central quedaría habilitado a vender reservas. Se trata de un recurso que podría contener el dólar pero que al mismo tiempo gatillaría una nueva psicosis: la cuenta de cuántas reservas se están usando y cuántas quedan para bancar la parada.

En el mercado financiero, en tanto, ayer se vivió un día de sacudones como en los peores días. La caída del mercado de futuros A3 por 50 minutos generó suspicacia luego de los grandes volúmenes de contratos que había vendido el Central en la previa de los comicios. "Corte breve por temas técnicos", explicaron en la empresa, pero en la City se habló de "papelón" y de "día para la historia".

Además, en las mesas de dinero también hubo repliegue de las tesorerías de las grandes empresas. Sólo algunos audaces vieron un piso en los precios y decidieron sumar posiciones en bonos y acciones.

"Fue un récord de volumen a la baja que no se veía desde 2021", dijeron en un fondo de inversión. Hubo llamadas y zooms como esos días típicos de la volatilidad electoral en la Argentina, con una incógnita extra: ¿cuál puede ser la respuesta de la política y de la conducción económica para cambiar el clima, a 36 días hábiles -48 en total- de las legislativas nacionales?

En las conversaciones en la tarde de ayer y en algunos mensajes de WhatsApp de operadores que tienen diálogo con los integrantes del equipo económico, había al menos tres escenarios de lo que puede venir:

- Una eliminación de las bandas cambiarias para dejar que el tipo de cambio se reacomode algo más arriba de lo que tocó hasta ahora, de manera tal que una vez que alcance un precio más acorde con el funcionamiento de la economía entren fondos del exterior y la oferta termine logrando un nuevo equilibrio;

- A la par de esa estrategia, se comentó la posibilidad de algún anuncio del Palacio de Hacienda de nuevas líneas de financiamiento externo para intentar mostrar más robustez de la posición del Banco Central para enfrentar una jugada de ese tipo. Una fantasía: una línea directa de Estados Unidos como la que el secretario del Tesoro, Scott Bessent, mencionó en algún momento luego de su visita al país.

Algo más realista, en tanto, podría ser algún paquete especial de organismos multilaterales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Su presidente Ilan Goldfajn estuvo ayer en el país y visitó la Casa Rosada. Al mismo tiempo, fue objeto de una silenciosa polémica porque hay legisladores que quieren preguntarle si sabe si los fondos que está girando ahora se están usando para la finalidad pactada o los está usando el Gobierno para el mercado de cambios.

- En ese contexto eventual, sin bandas para el dólar y con algún apoyo externo, en el ente monetario ya habían adelantado semanas atrás que pasada la elección podrían armar un esquema a la chilena de acumulación diaria de reservas, de manera tal de calmar a los mercados e intentar contribuir a una baja del riesgo país que se sabe, no se mueve tanto por el "riesgo kuka" sino por lo inconsistente de la no acumulación de dólares en el Central.

En cualquier caso, se trataría de una batería de decisiones que constituirían un giro que nadie sabe si podría hacerse sólo con anuncios técnicos o si debería incluir también algún relanzamiento de la gestión política con cambios en el gabinete en el marco de anuncios que apunten a cambiar el relato rumbo a la elección. Si esto ocurriera, se trataría de un reconocimiento tácito de que lo que tantos economistas del palo ideológico le dijeron a Milei era correcto.

A propósito, el último en plantear cuestionamientos sobre la no acumulación de reservas, el valor del tipo de cambio y el error de desarmar las Letras Fiscales Financieras fue Miguel Angel Broda. En el estudio de Broda, el presidente Javier Milei trabajó cuatro meses antes de ir a la Corporación América. En el libro de De Pablo y Burgo, ambos le preguntan al jefe de Estado cómo fue trabajar con él. Milei responde: "Ahí me hice economista. Definitivamente".