

"Nunca está agotado el diálogo con el Gobierno en la medida que haya una iniciativa positiva, por supuesto. Pero el año pasado nos convocaron en dos oportunidades, institucionalmente hablando, se comprometieron en canalizar las inquietudes que le planteamos y terminaron no haciendo nada", se queja Andrés Rodríguez, líder de la Unión Personal Civil de la Nación (UPCN), uno de los gremios de mayor peso en el Estado, en la antesala del tercer paro nacional contra Javier Milei.
En diálogo con El Cronista, ante del arranque de las 36 horas de acciones sindicales con una movilización al Congreso, el secretario general adjunto de la central afirma que no se rompieron todos los puentes con la Casa Rosada pero que no existen hoy interlocutores claros desde el otro lado. Cuestiona los "grandes errores" de la gestión libertaria y defiende los tiempos para volver a la calle, luego de un lapsus de meses tras las protestas de la primera mitad de 2024: "Nosotros siempre somos tiempistas".
-En la previa del inicio de las 36 horas desde la CGT publicaron un comunicado donde endurecieron las críticas al gobierno de Milei al que acusan de "insensible" con la gente. ¿Qué los motivó a hacerlo en este momento y cómo se definió ese tono?
-Hay dos realidades que están emparentadas, pero son diferentes a la vez. Una son las reivindicaciones propias que, individualmente, no estamos siendo satisfechos en el mundo laboral, como los salarios públicos que están por debajo de la inflación o, en la actividad privada, la no homologación de los salarios cuando las partes acuerdan libremente una cifra diferente a la que propone el Ejecutivo. Lo mismo que también, por supuesto, la expulsión de mano de obra del Estado y de la actividad privada. Son reivindicaciones propias por la cual estamos haciendo las medidas de acción directa. Pero todo ello está en el contexto de una filosofía de este gobierno muy criticable. Por eso es el contenido del documento que presentamos ya que encierra otras cuestiones. Porque estamos en desacuerdo con la característica que ha tomado este Gobierno en un montón de realidades, desde el nombramiento de la Corte por decreto a dar lugar a la autodeterminación de los kelpers para decidir el futuro de Malvinas.
-Hasta el verano aún mantenían cierta expectativa en conseguir algunas cosas a través de la no confrontación directa. ¿Ese margen de maniobra ya se agotó?
-Nunca está agotado el diálogo en la medida que haya una iniciativa positiva, por supuesto. Pero el año pasado nos convocaron en dos oportunidades, institucionalmente hablando, se comprometieron a canalizar las inquietudes que le planteamos y terminaron no haciendo nada. Esa situación se nos presentó a comienzos de este año, con otra serie de cuestiones, grandes errores del gobierno, y nos llevó entonces a determinar que impulsáramos un plan de acción.

-¿Por qué saltar de cero a un plan de acción de 36 horas? ¿Cómo se definió que tenga lugar de esta manera, con una movilización que preceda al paro?
-En realidad comenzó con la movilización del 24 de marzo, en conjunto, por supuesto, con las organizaciones de derechos humanos y otra serie de movimientos sociales que también nos expresamos en la calle en una manifestación muy fuerte. El movimiento obrero ahí tuvo una participación muy concreta. Después, por supuesto, viene como segunda acción la citación a las regionales, la decisión de la medida de fuerza y allí se decidió acompañar la movilización de los miércoles de los jubilados y mañana jueves un paro de 24 horas. Pero incluso después el plan de lucha sigue con la movilización masiva que vamos a hacer desde la CGT, del campo del movimiento obrero, el 1 de mayo. Estos son los hitos, por lo menos hasta esa fecha, que tenemos ya resueltos.
-Algunos de los sectores más combativos, incluso dentro de la propia CGT, llegaron a cuestionar a la central por demorar en tomar esta decisión de salir a la calle. ¿Qué piensan desde la cúpula directiva: llegan a tiempo o muy tarde frente a ese reclamo?
-No, no es así. Nosotros siempre somos tiempistas: medimos realmente la sensación que existe en determinados momentos. Porque hay que decir la verdad: hasta el año pasado, incluso hasta los meses de septiembre, octubre, noviembre, mientras descendía la inflación, parte de la sociedad se ilusionó con que eso era una suerte de salida para la problemática argentina. Nosotros teníamos en claro que la reducción de esa inflación tenía más que ver con un ajuste que con una salida de crecimiento del país. Pero hasta que la sociedad volvió a desilusionarse, a principios de este año, no fue que comenzó a percibir que el ajuste disminuye sus ingresos; el consumo bajó notoriamente, es decir, hubo expulsión de mano de obra y las provincias tienen dificultades para abarcar sus planes de gestión. Todo esto determinó ahora una reacción de la sociedad y una reacción del sector del trabajo y nosotros esto lo medimos, por supuesto, para canalizarlo por un plan de acción, un plan de lucha.
-O sea que se, siguiendo su argumento, salir antes a la calle hubiera sido chocar con el clima social más que liderarlo...
-Totalmente. Así como al principio del Gobierno se generaron algunas decisiones que nos permitieron la movilización del 24 de enero, el paro del 9 de mayo, etcétera, en el segundo semestre la situación se había estabilizado y había una sensación como que esto se salía a flote y no pasó. Al contrario, se empeoró la situación.

-Hoy el vocero de la UTA confirmó que no están adhiriendo por la conciliación obligatoria por lo que habrá servicio normal de colectivos, ¿cómo les pega a ustedes para conseguir una adhesión contundente?
-No modifica nada. Lógicamente la UTA tiene una situación particular porque ellos tienen una conciliación obligatoria que abarca solamente al AMBA (o sea, todo el interior del país está liberado como para hacer medidas de fuerza) pero de cualquier manera es un ingrediente más. Nosotros no estamos basando el paro o no solo en el transporte. Por supuesto que son trabajadores y que si quieren parar, paran, como paran los ferrocarriles, los subtes, pero la vez pasada cuando hicimos el paro el 9 de mayo había líneas de colectivos que funcionaban y sin embargo, iban vacíos. La sensación térmica del paro se mide por eso, donde nadie o la gran mayoría no va a trabajar, tanto en la industria como en la parte pública, el comercio, en todos lados. Ahí está el efecto del paro.
-¿Cómo sintetizaría el objetivo de estas 36 horas: un llamado a atención al Gobierno, un freno de mano a su política..?
-Indudablemente hay cuestiones que están deteriorando la calidad de vida de los trabajadores y fundamentalmente de los jubilados y sectores vulnerables. Si no se revierte, indudablemente nos va a encontrar siempre en un conflicto.
-¿Y lo ven receptivo ustedes a Milei por su característica particular?
-No, al contrario, y creo que además empezó una reacción en la misma sociedad. No es casual, es decir, el Gobierno está cometiendo muchos errores, errores institucionales, indudablemente de gestión, bueno, todo eso la gente lo percibe y lo está viendo. Por eso, esta reacción.

-Y del otro lado de la mesa, ¿qué mirada advierte en los empresarios acerca del devenir del Gobierno?
-Depende de qué sector, porque en realidad los bancos están contentos y felices, por ahí la Sociedad Rural también, pero la industria está con el aluvión de importaciones que viene, es un riesgo muy grande para ellos. Muchas pymes ya han cerrado y la industria más o menos mediana o grande está preocupada porque si le invaden con importaciones también van a tener grandes dificultades. Además se complica el mundo internacional porque al acero y al aluminio le pusieron el 25%, eso también afecta a empresas nuestras importantes. Bueno, toda esta cuestión está trayendo también un mar de fondo. Todo ese sector empresarial está muy golpeado.
-Que vuelva a aparecer la posibilidad de un nuevo acuerdo con el FMI en el horizonte, ¿creen desde la CGT que puede llegar de la mano de nuevas exigencias como una reforma laboral más profunda o una reforma jubilatoria en el mediano plazo? Son temas que no escapan a la agenda del Gobierno...
-Esa amenaza siempre está, ya hay varias intenciones en la comisión de Legislación del Trabajo de Diputados de plantear proyectos que en realidad no son reformas laborales, sino que afectan o van directamente contra la estructura sindical. Por eso han fracasado hasta ahora porque hemos tenido nosotros muñeca para hablar con varios legisladores y que no se apruebe, pero la amenaza siempre está con este muchacho (el diputado Martín) Tetaz del radicalismo permanentemente buscando alguna manera de reflotar esos proyectos. Son once en total, tanto de reforma laboral como sindical, pero hasta ahora lo hemos campeado bien, por supuesto.
-Si el día de mañana se decidiera avanzar, por ejemplo, con una reforma previsional para elevar la edad jubilatoria, ¿la CGT estaría dispuesta a salir a la calle a pelear contra ese cambio?
-Sí, por supuesto, no sé si la calle o qué acción, pero sí estaríamos en contra de una cuestión como esa, porque volvería a ser realmente el sector más vulnerable de los jubilados la variable de ajuste de este Gobierno. Seguimos siempre cabalgando sobre lo mismo.

-Por último, el Gobierno se publicó un nuevo informe desde el Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado en el cual hablaban ya de 42.000 trabajadores menos en el sector público, ¿cuál es la reacción desde UPCN frente a esas estadísticas?
-Bueno, no estamos viendo aún un freno a la motosierra porque sigue avanzando aunque ese número mezcla la administración pública con las empresas del Estado. En la administración pública tenemos menos bajas, pero de cualquier manera es una cifra considerable, son compañeras y compañeros de trabajo, muchos con ellos con gran experiencia y que se encuentran de la noche a la mañana en la calle. Eso es fomentar la desocupación lisa y llana. Por eso digo que todas estas cuestiones son negativas: no es momento de ajustes así brutales, sobre todo en un mundo que está muy convulsionado y es una bomba en este momento. Todo lo que genere problemática de empleo, de ingreso, es perjudicial para la clase trabajadora.
-Luego del proceso de evaluación a las y los estales, ¿hay alguna intención de conseguir una solución para el ahorro que no implique más despidos del Gobierno?
-La pelota está en el campo de ellos. Hace tiempo que tendrían que haber convocado a un consenso práctico, concreto y respetar ese consenso. No lo han hecho, así que eso depende de ellos. Nosotros no tenemos ningún problema, si nos convocan en serio con los empresarios y con el Gobierno, a discutir la política laboral y social. Pero tienen que tener planes claros. Hoy no ni siquiera interlocutor, porque a veces viene el jefe de Gabinete (Guillermo Francos) o (el asesor) Santiago Caputo, pero a veces hay otras personas que intervienen y que no sabemos, como (el ministro Federico) Sturzenegger que recorta permanentemente, desregula cuestiones que no las vuelven a estructurar y son delicadas. El Estado está siendo desarmado. Una cosa es reestructurar el Estado para eficientizarlo y otra cosa es desarmarlo cuando el Estado tiene que dar respuesta a un montón de espacios y no la está dando, este es el problema.
-Respecto al tema de las paritarias, ¿en qué situación quedó la negociación estatal?
-La última oferta que tenemos es el trimestre de marzo, abril y mayo que cerraría el año 2024 y nos han ofertado el 1,3%, 1,3% y 1,3% cada mes y nosotros estamos pidiendo un bono de $45 mil pesos aproximadamente para mayo. Si esto más o menos se cumple, bueno, cerraríamos este trimestre con estos guarismos.
-¿Le sorprende terminar acordando con un techo del 1% siendo UPCN uno de los gremios fuertes en la CGT?
-Sí, pero nos pasa a todos, hasta Camioneros que es un gremio también importante tuvo que cerrar por esos porcentajes. Estamos todas las actividades perdiendo ingreso.



