"Te llamo en un rato, ahora es un lío". Un fabricante pyme intentaba digerir el nuevo escenario, a una hora de oficializada la devaluación de 22 por ciento, y pidió un tiempo para hablar. Poco después, coincidía con otros testimonios de empresas pequeñas, medianas y grandes, de distintos sectores: el salto cambiario tendrá un impacto directo e inmediato en los costos y en los precios y faltaban, hasta este mediodía, precisiones de parte de los funcionarios que administraban la macro y la micro y que se volvieron, en el último año, contacto frecuente para acordar precios y destrabar importaciones. Silenzio stampa.
El mundo económico comenzó la mañana con una devaluación oficial y una suba en la tasa de interés de entre 21 y 22%, que llevó el tipo de cambio mayorista a $ 350. El Banco Central, dijeron fuentes oficiales, adelantó la depreciación del peso prevista para los próximos meses, por lo que no habría más movimientos diarios del dólar oficial.
Los funcionarios esperan que el impacto en precios sea acotado, tanto por la suba de la tasa como porque, sostienen, los márgenes de renta de las empresas crecieron en los últimos años y formaron un colchón que les permitiría absorber esta devaluación. Ningún empresario comparte este diagnóstico.
Sin precios
"Hace quince días que ningún proveedor me pasa un precio", se quejó el fabricante de muebles del interior. Los problemas comenzaron con el impuesto PAIS que encareció 7,5% todas las importaciones y que continuaría vigente, aun con un dólar mayorista de $ 350.

Otro empresario del interior relató que cualquier operatoria bancaria cotidiana estuvo frenada durante la mañana. Un importador dijo que el sistema María, de administración del comercio exterior, estuvo paralizado. "Todos esperan listas de precios y todos suspendieron ventas, parados arriba de la mercadería hasta ver en dónde termina esto", relató un consultor de trato cotidiano con pymes.
Sin respuestas
El mundo de las grandes empresas, con nexos más fluidos con el Ministerio de Economía y la Secretaría de Comercio, no tenía mayores precisiones. En grandes alimenticias, firmas de consumo masivo, electrónicas, automotrices, autopartistas y energéticas consultadas, la falta de información era absoluta.
Una alimenticia tenía el dato de que Matías Tombolini convocaría a supermercados. En supermercados circulaba la versión de una reunión con la industria alimenticia. Fuentes oficiales confirmaron que "todavía no" se agendaron reuniones. Los ejecutivos de grandes empresas esperaban llamados o whatsapps que, al cierre de esta edición, no había llegado.

Las grandes empresas de alimentos y consumo se preparaban para el esgrima con Tombolini en el nuevo contexto. El fin de semana, Economía hizo circular un informe de Comercio Interior en el que calculaba en 1,2% promedio el impacto del impuesto PAIS en los costos, en 36 empresas que explican el 70% de la góndola. Política Económica, a su vez, detalló que el margen bruto de las empresas prácticamente se duplicó en los últimos seis años.
Ese background con el que se sentarían a negociar el esquema de costos, importaciones y precios de cara a las elecciones generales de octubre cambió radicalmente con una devaluación del 20%.
Control de daños
"Estamos trabajando en medir el impacto en costos; si ya era todo insostenible, ahora aún más", dijeron en una gran empresa de consumo masivo ante la consulta obligada posterior a la devaluación. Otra empresa que suele reunirse con Tombolini descontaba un fuerte impacto en alimentos y bebidas: "Están sujetos al dólar oficial".
Los fabricantes de electrónica y electrodomésticos también hacían números. Coinciden en que el traslado a precios de una devaluación no es lineal y que el consumo ya da muestras de agotamiento, por lo que el margen para aumentar también se acota. El martes 15 vence el acuerdo de Precios Justos y, dicen, todavía no tuvieron convocatoria para renovarlo. En tanto, fabricantes de motos amenazaban con bajarse del acuerdo de precios ante el nuevo escenario.
En la industria automotriz y autopartista el impacto es doble. Por un lado, porque el 65% de los insumos de las terminales son importados. Por otro, porque el 35% que abastecen las fábricas locales tienen entre 25 y 30% de componente importado y, ante cada salto cambiario, tienen que negociar con las terminales la nueva estructura de costos.
Los bancos leían la letra chica del ajuste en la tasa de interés que dictó el Banco Central y esperaban que la definición del FMI ratificando que el directorio votaría el desembolso calme el escenario.




