El gobierno nacional se mantiene firme en la decisión de cambiar históricas reglas del juego de las relaciones laborales y trabaja desde hace meses con el objetivo de presentar un proyecto de reforma que va más allá de un replanteo de la Ley de Contratos de Trabajo, sino que busca la rediscusión de Convenios Colectivos que, en muchos casos, tienen décadas de vigencia.
El Cronista pudo saber que el borrador del proyecto de la modernización laboral ya está listo y, de hecho, se discutió en la reunión del Consejo del pasado miércoles. Entre los 10 títulos de la reforma -todos resonantes- hay uno que se refiere a la “Ultraactividad”, un término que está asociado a un viejo reclamo de las cámaras empresarias y que los gremios entienden como un pilar fundamental.
¿Qué es la Ultraactividad?
En Argentina existe una tradición que se puede rastrear hasta fines del Siglo XIX y es lo que se conoce bajo el título genérico de “Convenios Colectivos de Trabajo” (CCT), acuerdos suscriptos entre los sindicatos y las cámaras empresarias que condensan, con fuerza de ley, cuáles son las condiciones en las que se desarrollarán las tareas específicas de un sector.
Establecidos con rango constitucional en el artículo 14 bis, para los gremios, los CCT son documentos condensan años de luchas y derechos que consideran adquiridos.
En situaciones normales, las partes se reúnen para discutir en paritarias y, tradicionalmente, esos encuentros sirven para la definir la pauta salarial. Sólo en algunas ocasiones, se modifica algún punto del CCT, pero son casos excepcionales.
La ultraactividad supone que los CCT mantienen su vigencia y aplicación incluso después de que haya vencido su plazo original de duración y, por sobre todas las cosas, no hay mecanismo que imponga la revisión forzosa de lo pactado con anterioridad.
Durante años, diversos sectores patronales han pedido el fin de ese mecanismo para poder volver a replantear de cero los CCT. Si bien muchos gremios han accedido a discutir sus convenios, otros no lo han hecho y mantienen esquemas laborales pensados para décadas pasadas.
El fin de la ultraactividad supondría que los gremios deben renegociar sus CCT antes de una fecha límite o pierden todo lo conseguido, pasando a lo que dicte la norma general, es decir, la Ley de Contratos de Trabajo.
Voces críticas
La reforma laboral que intentará el Gobierno Nacional ya ha despertado reacciones, en particular de las organizaciones sindicales y de las bancadas opositoras al oficialismo.
Por ejemplo, el líder de la UOCRA, Gerardo Martínez sostuvo que la Confederación General del Trabajo no aceptará una reforma que “lesione derechos de los trabajadores”.

El dirigente es el representante de los trabajadores en el Consejo de Mayo, un órgano consultivo creado por Javier Milei en el que se habría dialogado sobre el tema. Pero además, el gremio de la Construcción que él conduce es uno de los que siempre es mencionado como ejemplo de modernización de su CCT, en particular, por la aplicación del fondo de cese que reemplaza la indemnización.
“Hablaron de que tienen una cierta cantidad de proyectos. No estamos de acuerdo con los conceptos vertidos en este Consejo, que es consultivo y no vinculante” dijo Martínez para defender su participación en el foro que se desarrolla en Casa Rosada.
Mientras tanto, para expertos en Derecho Laboral, el fin de la ultraactividad podría suponer “la caída de todas las conquistas acumuladas en años de lucha, para empezar las negociaciones de cero”.
“Hoy los trabajadores si no consiguen mejoras en el convenio, no acuerdan y mantienen lo que tienen. Sin ultraactividad, están obligados a negociar o se le cae todo lo que ya tienen acordado”, ejemplificó un legislador nacional del peronismo.
Claudio Aquino, abogado especialista en Derecho Laboral que se desempeñó como director nacional de Asociaciones Sindicales de la secretaria que comanda Julio Cordero, en cambio dijo que se debe “mejorar es la conciliación y el arbitraje para discutir entre las partes a ver cómo instas positivamente a que sean convenios nuevos".
Antecedente histórico
El fin de la ultraactividad es un reclamo histórico de ciertos sectores patronales que han tenido más o menos eco en los distintos gobiernos.
A fines del siglo pasado, la administración aliancista de Fernando De La Rúa impulsó una reforma laboral que pasó a la historia como la Ley Banelco.

La 22.250 fue votada en el año 2000. El gobierno fue denunciado por haber comprado votos en el Senado y la crisis fue de tal magnitud que terminó con la renuncia del vicepresidente Carlos “Chacho” Álvarez.
“La Ley Banelco estableció el fin de la ultraactividad de los convenios. Duró cuatro años la ley. No cayó ningún convenio”, recordó un especialista en derecho laboral.




