Hasta este jueves a la mañana, la decisión del equipo económico era defender el techo de la banda cambiaria mientras prepara un paquete para buscar dólares por distintas vías para fortalecer las reservas y garantizar el pago de la deuda el año que viene.
En medio de una venta masiva de bonos argentinos y con disparada del riesgo país, y cuando las cotizaciones paralelas llegaban a $ 1500, una alta fuente del equipo económico aseguró:
"Yo creo que tiene sentido defender el techo de la banda". Ante la pregunta de este diario sobre si como dice Carlos Melconian gastar reservas ahora no es tirar "margaritas a los chanchos" si después de la elecciones se eliminan los topes, el funcionario razonó que el máximo de $1473 actual todavía contribuye a "anclar expectativas".

"Después de prácticamente 35 años de tipos de cambio fijos, controlados y control de capitales, soltar todo de golpe a la vez puede ser muy riesgoso. Las bandas por más amplias que luzcan, contribuyen en un nivel de anclaje de expectativas", abundó, reconociendo la pulseada desatada en este momento entre el Gobierno y los mercados.
Los tiempos se aceleran. El 2 de julio fue el día del discurso en el que el ministro de Economía, Luis Caputo, soltó el "compra, campeón". El 1 de agosto fue el stream en el que él Presidente y su equipo gritaron "flota" para reírse de los que advertían sobre intervenciones cambiarias. Y el 5 de septiembre anunciaron ventas del Tesoro para dar "liquidez" al sistema. Por eso el timming y la credibilidad de lo que vayan a hacer es todo.
Ayer, de hecho, el mercado estuvo marcado por el informe de la consultora 1816 que habla de posibles escenarios para la divisa, con el fin de las bandas cambiarias como el más probable y la vuelta del cepo como el que tiene menos chances. La gestión económica pareciera querer plantar cara a esa suposición cada vez más extendida de que el esquema se rompió.
Así, desde las elecciones bonaerenses, el Palacio de Hacienda está intentando recuperar la autoridad con negociaciones en distintos niveles para mostrar respaldo, es decir que pueden aparecer divisas de algún lado.
Cómo se escribió en este diario, Caputo sueña con que se gatille una línea de ayuda del Tesoro de Estados Unidos como alguna vez había dicho que podría ocurrir su titular Scot Bessent.
Además, hay trabajos para en algún momento lleguen líneas extra de organismos multilaterales. O al menos aspira que se crea que hay chances de eso. Pero por ahora no surte efecto el mood "conejo de la galera". Además, querrían aprovechar algún viaje a Estados Unidos en las próximas semanas para propiciar un cambio de clima, pero todo parece lejano.
Por eso en el mientras tanto, hay otros técnicos que apuran algún tipo de financiamiento con la banca internacional y, según se supo en las últimas horas, la apuesta incluye también acelerar el anuncio de la venta de empresas públicas como un intento in extremis de mostrar un posible ingreso de divisas. Aunque sea todo "poco" y con pinta de "parche", el objetivo es exhibir una "hoja de ruta" de que la vida sigue pese a que muchos financistas huelen un punto de inflexión.
Empresas públicas
Si hace unos meses la mención era una posible privatización de la empresa de aguas y saneamientos Aysa, para juntar entre u$s 500 y u$s 1000 millones, ahora la nueva joya para tratar de sacar fondos de las piedras es Nucleoeléctrica Argentina, la empresa estatal que maneja las centrales nucleares. El intento es al menos poner en manos privadas el 49% de la compañía.
En el Gobierno dejan trascender que según el Tribunal de Tasación de la Nación los activos que controla -las centrales de Atucha y Embalse- valen alrededor de u$s 11.000 millones, lo que arrojaría que la empresa podría costar el 20% de eso de acuerdo con los criterios habituales de valuación previstos en el la Ley de Bases.
Hay sondeos con grupos locales interesados en la energía nuclear y serían los que pican en punta para el ingreso de capitales privados. Además, la inclusión de fondos para NASA en el Presupuesto 2026 puede buscar mejorar su perfil financiero de cara a un traspaso, indicaron fuentes al tanto. "Lo que pasa es que el contexto actual le baja el precio a cualquier compañía pública y vuelve difícil que se venda salvo que la regalen", aclararon en el mercado. "Salvo que la regalen" queda flotando en el aire para todas las operaciones en marcha.
Encima, hay temor de que el peronismo apunte en el Congreso contra la conducción de la compañía en manos del asesor presidencial Demian Reidel. Un pedido de informes de la diputada de Unión por la Patria Agustina Propato puso el foco en gastos llamativos de la conducción de la compañía y en el presunto uso particular de vehículos de la compañía pública, otro posible agujero negro que se vuelve una posible una amenaza cuando da la impresión de que al Gobierno le entran todas las balas.
En el combo de privatizaciones que ratificó el vocero presidencial Manuel Adorni esta semana también hay centrales térmicas, concesiones viales y venta masiva de terrenos públicos, todo lo cual procurará recuperar el relato dominante hasta hace nada de que el equilibrio fiscal garantiza el apoyo del mercado y de los votantes, todo lo cual habilitaba el sueño libertario de reformas y hasta reelección en 2027, un devenir que hoy asoma como ciencia ficción y que por ahora no tiene narrativa de reemplazo.
A todo esto, la irrupción de Joaquín Cottani, el ex viceministro de Economía, hablando de que nunca le había cerrado el plan económico mientras era funcionario, además, acentuó la desconfianza sobre el programa y las dudas sobre cuánto de improvisación tiene todo lo hecho y lo que se prepara ahora.
En el Palacio de Hacienda y el Banco Central, sin embargo, niegan que haya habido mala praxis e insisten con el "riesgo kuka" y el discurso de la "desestabilización", una postura que vista de lejos genera más dudas que comprensión o empatía de los actores económicos. No reconocen que debieron comprar reservas, no admiten que se equivocaron con lo de que "no había pesos" para correr al dólar y a lo sumo mascullan que hubo una descoordinación interna en el desarme de las Letras Fiscales llamadas Lefis, pero no mucho más.






