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El día después de las PASO tuvo un condimento especial que nadie esperaba. Luego de evitar durante mucho tiempo que la idea de una devaluación orgánica se instalara, incluso pese a la presión que impuso el Fondo Monetario Internacional (FMI), finalmente el Banco Central le dio un fuerte empujón al dólar oficial, y lo llevó hasta los $ 350.

Esta medida aparecía en el camino hacia las presidenciales de octubre, aunque no de forma tan abrupta (en tiempos y en porcentaje). El resultado de las elecciones apuró los tiempos; es preferible hacerlo ahora y que la economía se acomode lo mejor que pueda a este nuevo escenario y, si todo sale más o menos bien, en octubre -hasta cuando estará vigente el nuevo valor dólar oficial- ya será un recuerdo.

De yapa, el Fondo avanzará en 10 días con el tratamiento del desembolso en la reunión de directorio. Se trataría de u$s 10.700 millones en lugar de los u$s 7500 millones previstos originalmente tras el acuerdo con el staff.

El ministro de Economía y candidato a presidente del oficialismo sabe que la cuestión económica tuvo y tendrá un peso muy fuerte en sus aspiraciones, y busca mejorar la percepción de bolsillo.

En el medio, claro, pasarán cosas. O mejor dicho, ya están pasando. Con el argumento de la inercia inflacionaria y ahora también de la devaluación de 22%, ya hay fabricantes de insumos claves para muchas industrias que este lunes comenzaron a pasar a sus clientes cuadros tarifarios con subas de hasta 25% y con medias de 15%. Algunos, incluso, prefieren parar la pelota, reacomodarse y ver cómo siguen.

Hasta la semana pasada algunos proveedores de grandes supermercados, por ejemplo, no querían hablar sobre los precios de esta semana; sabían que algo cambiaría, pero la devaluación no estaba en sus planes. "La discusión ahora será más compleja", advierten desde el sector.

Todo esto tendrá un destino final obvio y repetido: precios, es decir que habrá impacto sobre la inflación. Para estos días está previsto que el secretario de Comercio, Matías Tombolini, comience a reunirse con empresas para trabajar sobre el nuevo acuerdo de Precios Justos. Economía no quiere ir más allá del 5% pautado, pero lo cierto es que muchos proveedores de insumos ya están por encima de esa marca.

La clave aquí pasará por cómo lograr que dentro de este contexto la inflación no se dispare. Previo a la devaluación las consultoras privadas ya hablaban de un crecimiento del IPC para los próximos meses -que podría rondar el 7,5%-8%, pero ahora el cálculo podría ser mayor.

Mejorar el poder adquisitivo

Del otro lado de la soga aparece el poder adquisitivo. Massa apura el anuncio de una suma fija para todos los trabajadores y una mejora en los haberes de los jubilados. El ministro ya logró el aval de la CGT para avanzar en este sentido, aunque no logra el de los industriales, ya que la UIA dejó en claro que entiende que toda mejora de haberes debe quedar atada a las paritarias.

Aquí se abrirá otro capítulo. Porque el avance de la inflación previsto también llevará a que muchos gremios intenten reabrir las negociaciones, un nuevo frente de presión para el IPC.

Lo que buscará Massa en los próximos días tendrá que ver con una suerte de recomposición de la situación económica -sobre todo de la micro, lo más palpable para los bolsillos, algo que resultará clave a la hora de pensar en las chances de ganar terreno en las generales de octubre.

Aquí también aparecen, por ejemplo, cuestiones como la modificación de Ley de Alquileres, sobre la que Massa intentará que se avance en el Congreso, también para aportar "soluciones de bolsillo".

Lo que todavía no está claro es en qué momento podrían comenzar a aparecer estos y otros puntos, aunque se estima que se darán luego de que pase el shock devaluatorio.

También habrá que ver en qué queda el plan de 10 medidas económicas que armó el equipo de Massa y que estaba previsto para los primeros días post PASO, que tenían que ver con cuestiones relacionadas a la macro.