

En famosas series de televisión, vemos a médicos que miran dramáticamente pantallas, mientras deciden acerca de la vida y de la muerte. Con cara de preocupación, el protagonista toma una tableta digital y revisa la historia clínica del paciente. Luego, con determinación, emite un diagnóstico y gracias a su pericia, logra salvar el día.
¿Ficción? Por supuesto. Pero también no nos resulta extraña la posibilidad de contar con un dispositivo móvil mediante el cual acceder por ejemplo, a toda la información unificada de cada paciente: su diagnóstico, tratamiento, medicación y evolución.
¿Estamos muy lejos de esta realidad? La respuesta es compleja: sí y no a la vez. Por un lado, la tecnología y la microinformática se han comoditizado con el paso del tiempo. O sea, se han abaratado sus costos de producción y comercialización y se ha difundido su uso a escala global: smarthphones, televisores inteligentes, pantallas táctiles; ya no se trata de excentricidades, sino de herramientas y electrodomésticos de uso diario.
De manera que para una institución de salud de la República Argentina –ya sea pública o privada-, adquirir una buena cantidad de dispositivos móviles no resultaría un desafío imposible de cumplir. El verdadero desafío tiene que ver con el problema fundamental de la sociedad del conocimiento: que la información esté disponible en forma actualizada, en el momento indicado, en el lugar indicado. Y para ello, necesitamos un verdadero sistema integrado de gestión de la salud pública.
Transformar digitalmente
Uno de los temas de gestión que hoy se discute en empresas e instituciones públicas y privadas del mundo es la transformación digital de las organizaciones. En su definición tradicional, se trata de la aplicación de capacidades digitales a procesos, servicios y activos para mejorar la eficiencia, así como el valor hacia el paciente, gestionar el riesgo y descubrir nuevas oportunidades de generación de recursos. Y resulta fundamental para alcanzar sistemas integrados de datos que den soporte a las áreas operativas de las organizaciones de salud.
En términos sencillos: para que un médico cuente con un celular en donde pueda verificar la historia clínica unificada de un paciente, debe contar con un sistema tecnológico integrado (de hardware, software y aplicaciones) que le servirá de soporte y le permitirá acceder en tiempo y forma a dicha información. Pero también exige pensar en estrategias y procesos fundamentales.
La transformación digital nos obliga a repensar los roles y áreas de una organización moderna, centrándonos en su misión fundamental, que en nuestro caso, es el paciente. Y por supuesto, también supone un cambio cultural que requiere que las organizaciones desafíen constantemente el status quo, que experimenten con los procesos de cambio y se sientan cómodas con el fracaso.
No es el celular ni la tablet. Sino pensar cómo podemos ser agentes de cambio, desde una gestión centrada en la tecnología, la eficiencia y la transparencia como vectores. Y ese es nuestro desafío como administradores públicos.
Director administrativo del Hospital de Pediatría Garrahan


