Hay un mundo cargado de escepticismo sobre la sostenibilidad financiera de la Argentina. El anuncio del Banco Central de que se consiguió habilitar el swap de u$s 20.000 millones acordado con el Tesoro de Estados Unidos, fue visto por los mercados casi como un evento más. Con el plan de recompra de deuda que activó horas más tarde Economía sucedió algo similar. Le permitió a los tenedores de bonos recuperar algo de lo perdido en estas ruedas, pero hasta ahí.
Los inversores miran esta puesta en escena con incredulidad, porque en realidad esperan algo nuevo que les cambie el panorama. O mejor dicho, que lo mejore. Es cierto que este dato era parte del armado que ofreció Scott Bessent en sus primeros tuits. Dicho en jerga financiera, ya estaba descontado. Y según se conoció ayer, su activación no engrosará el número total de reservas. Eso solo sucederá cuando el Banco Central resuelva activar y usar un tramo.

La recompra de deuda es una iniciativa nueva, aunque para algunos en la City su contenido suene repetitivo. Esta semana estará en Buenos Aires el CEO global deJP Morgan, el banco que se encargará de estructurar la propuesta. También fue vista como anuncio para hoy, plan para mañana.
El swap, un intercambio de monedas entre los bancos centrales de Estados Unidos (la Fed) y el BCRA, le permitirá al gobierno argentino tener una canilla que podrá abrir a voluntad para que salgan todos los dólares que necesite para pagar deuda hasta 2027. El Tesoro de EE.UU. además sigue vendiendo divisas y absorbiendo pesos.
Nada parece calmar la sed de los ahorristas locales, que presionaron el precio al alza hasta que Bessent intervino. Esa ansiedad no está ligada a las explicaciones (inapropiadas) que uso ayer Donald Trump ante la prensa americana para justificar su apoyo a la Argentina. "No tienen nada, se están muriendo", argumentó el mandatario, volviendo a levantar polvareda con titulares polémicos, como cuando señaló que la asistencia estaba condicionada al resultado electoral.
Lo que miran inversores y analistas es una cuenta en la que la Argentina no acumula reservas, en parte porque creen que el precio al que debería negociarse el tipo de cambio debería ser más alto. La pregunta que no se hacen todavía es dónde entran, en esa ecuación, el swap de u$s 20.000 millones y los fondos que aporten bancos privados para financiar la recompra de deuda.
A la Argentina no le faltan dólares: tiene medio PBI ahorrado en billetes verdes y activos externos. Solo el Banco Central tiene menos divisas de las que necesita, porque el Gobierno le dio libertad para comprar a los ahorristas, que en cinco meses demandaron nada menos que u$s 20.000 millones. Solo desde el 7-S hasta ayer, las compras ascendieron a u$s 3000 millones.
Muchos análisis contradicen la opinión del propio Bessent en defensa del régimen cambiario actual. Consideran que en los hechos prefiere levantar el techo y que se devalúe el peso, aunque eso perjudique las "inversiones" del Tesoro. La moneda está en el aire, y puede caer del lado donde hoy el mercado no espera.




