El asesinato de Charles James Kirk, un activista político de derecha, autor y personalidad relevante de los medios de comunicación estadounidenses, es un hecho que se diferencia de otros actos de violencia que vienen ocurriendo desde hace muchos años en Estados Unidos. No es un hecho aislado, es la expresión de una creciente inflexibilidad en la discusión de ideas políticas en Estados Unidos y otros países del mundo.

En otras situaciones de violencia con uso de armas la misma encuentra explicación en el fácil acceso a la compra de armas de fuego por parte de casi todos los sectores de la sociedad americana o la falta de control sobre la salud mental de la persona que busca comprar un arma de fuego.

En el presente caso de Charles Kirk el presunto asesino no hubiera podido ser arrestado porllevar un rifle a la Universidad en Utah. En efecto en este Estado los estudiantes de tan solo 18 años pueden portar armas abiertamente en el campus universitario o tener también armas ocultas en el mismo. Las razones de la reciente escalada de violencia hay que entonces buscarla en otras causas.

Fuente: EPACRISTOBAL HERRERA-ULASHKEVICH

La violencia política actual encuentra sus raíces en la incapacidad creciente de discutir ideas sin recurrir a la agresión verbal y la descualificación del otro por opinar diferente, facilitada por el acceso irrestricto a medios de comunicación masivos y fomentada por muchos políticos. Los medios de comunicación masiva son canales tecnológicos y organizativos diseñados para difundir información simultáneamente a audiencias amplias. Ideal para un político.

Hoy en día, estos medios no solo informan: moldean la opinión pública, establecen la agenda de temas relevantes y actúan como agentes de cambio social y cultural. En un mundo hiperconectado, entender su funcionamiento, evolución y retos es esencial para cualquier empresa, comunicador, político o ciudadano.

Este artículo se refiere a la violencia verbal o física a través de esos medios para dirimir controversias en una democracia y sus causas y no como acto revolucionario para cambiar el statu quo existente en una sociedad injusta.

Los nuevos medios de comunicación han facilitado la difusión de ideas básicas o simples manifestaciones sin otra finalidad que la de descualificar al "mensajero". Una vieja practica que encuentra por la evolución tecnológica un amplio campo sin control o supervisión alguna. En los medios tradicionales (diarios, revistas, radio) las opiniones deben estar basadas en una investigación y análisis previamente realizado y se debe ofrecer de forma clara y concisa, evitando ambigüedades o posturas que puedan llevar a confusión. En los medios de comunicación moderna dicha supervisión ha desaparecido.

La posición libertaria extrema dice que el control de veracidad lo otorga el mercado a través de la libre expresión y que debe dejarse al libre albedrio de los actores la confrontación de ideas, la que por efecto de la propia discusión limitara los efectos nocivos. La realidad de Estados Unidos demuestra que ello es peligroso.

Si bien, la libertad de expresión es un derecho fundamental debe tener límites legales o reglas de juego. La Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos protege ampliamente la libertad de expresión, un derecho fundamental que permite a las personas expresar sus pensamientos e ideas sin interferencia del gobierno. Si bien este derecho es amplio, no está exento de límites por ejemplo un discurso que incita directamente a la violencia o representa una amenaza inmediata para la seguridad pública. Pero para que se considere incitación a la violencia el discurso debe cumplir con una prueba doble: debe estar dirigido a incitar o producir una acción ilegal inminente, y debe ser probable que incite o produzca dicha acción.

Además hay otras áreas más grises que son igualmente nocivas a la democracia, como el constante uso de insultos y palabras denigratorias en el discurso político. Las palabras ofensivas son una categoría muy restringida en donde es muy difícil probar la conexidad entre ellas y el daño causado. Las declaraciones falsas de hechos que dañan la reputación de otra persona generalmente no están protegidas por la Primera Enmienda. Esta área aborda la difamación que daña la reputación mediante afirmaciones falsas. El marco legal debe equilibrar la libertad de expresión con el derecho a proteger la reputación de ataques infundados.

La difamación es una declaración falsa de hechos sobre una persona que daña su reputación. Por ejemplo, publicar falsamente que el dueño de un negocio local cometió fraude lo que provoca que los clientes eviten su establecimiento, o difundir un rumor falso de boca en boca sobre que un vecino es un ladrón, lo que lleva a su exclusión social.

El estándar para probar la difamación varía dependiendo de si la persona que reclama el daño es una figura pública o un ciudadano particular. Las figuras públicas (por ejemplo, políticos, celebridades) enfrentan una mayor carga de la prueba. Para ganar una demanda por difamación, una figura pública debe probar "malicia real", lo que significa que la declaración falsa se hizo a sabiendas de su falsedad o con un desprecio temerario por su veracidad. Este es un standard que puede dar lugar a un reclamo de dano moral en Argentina: cuando la declaración falsa se hizo a sabiendas de su falsedad o con un desprecio temerario por su veracidad.

El estándar de "malicia real" para las figuras públicas se originó en New York Times Co. v. Sullivan. En esa decisión de 1964, la Corte reconoció la necesidad de una amplia protección del discurso público, incluso con errores fácticos, para garantizar un debate sólido. Para los ciudadanos particulares, el estándar es más bajo. Por lo general, sólo necesitan demostrar que la declaración falsa se hizo por negligencia, lo que significa que no se ejerció un cuidado razonable al determinar su veracidad.

La táctica de "desacreditar al mensajero" ha adquirido gran efectividad en los medios de comunicación modernos y en los procesos judiciales debido a la libertad que brindan estos medios de comunicación..

Las redes sociales han revolucionado la forma en que nos comunicamos. Plataformas como Facebook, Instagram, Twitter y TikTok han transformado radicalmente nuestras interacciones, permitiendo a las personas conectarse en tiempo real sin control o supervisión alguna.

Por supuesto que no todo es negativo. Esta transformación trae consigo tanto ventajas como desventajas que afectan la forma en que nos relacionamos con los demás. Las redes sociales permiten a las personas conectarse de manera instantánea, facilitando la comunicación a nivel global. Las plataformas ofrecen una gran cantidad de información sobre diversos temas. Los usuarios pueden aprender, compartir y discutir puntos de vista diferentes, lo que enriquece el debate público.

Las redes sociales han dado voz a grupos marginados, facilitando la organización de movimientos sociales y campañas de concientizacion. Esto ha permitido que diversas comunidades encuentren apoyo y visibilidad global y se han convertido en una herramienta clave para la construcción de relaciones profesionales, la búsqueda y la creación de oportunidades laborales.

Pero no son el medio ideal para un intercambio de ideas o un análisis político profundo. Aunque permiten una conexión constante, las redes sociales a menudo promueven interacciones superficiales. La comunicación a través de mensajes cortos, "likes" y comentarios breves que buscan causar impacto más que esclarecer un debate, no profundiza los temas lo que puede llevar a la distribución de desinformación y noticias falsas. En efecto, la facilidad para compartir contenido rápidamente ha aumentado la propagación de información falsa. La difusión de noticias incorrectas y anónimas puede causar confusión y manipulación de la opinión pública.

Las redes sociales han cambiado drásticamente la forma en que interactuamos con el mundo y entre nosotros. A pesar de los numerosos beneficios que han traído, también han generado nuevos desafíos que debemos abordar. Es importante encontrar un equilibrio en su uso, aprovechando sus ventajas sin caer en sus trampas, para fomentar una comunicación más saludable y significativa en la era digital.

Este fenómeno refuerza la necesidad de un ejercicio responsable del derecho de libertad de expresión y el uso de los instrumentos judiciales disponibles, sobre todo para quienes detentan un cargo público o estén a cargo de la administración de justicia. Algo difícil de lograr para los políticos cuando están en campana.

El uso de insultos en el discurso político y el elogio de manifestaciones violentas es altamente peligroso. Una vez manifestado, no hay forma de controlar su propagación en las redes dada la mera repetición de este en las redes sin comentario alguno. Ello da lugar a que las manifestaciones violentas se respondan con manifestaciones equivalentes alejando la posibilidad de un dialogo constructivo. El desafío de esta década es restablecer canales de comunicación institucionales. Revalorizar los partidos políticos y las comisiones interpartidarias.

Los partidos políticos son espacios de discusión donde se presentan diferentes puntos de vista sobre temas cruciales. Este debate es vital para la salud de la democracia, ya que fomenta la deliberación y ayuda a construir un consenso social en torno a políticas y decisiones importantes. La diversidad de opiniones enriquece el proceso democrático y permite una mayor inclusión.

La importancia de los partidos políticos en la democracia es innegable. Son actores esenciales que representan intereses, fomentan la participación, formulan políticas y actúan como control del poder. Aunque enfrentan desafíos y críticas, su rol en la estabilidad y el desarrollo de sociedades democráticas es fundamental. Por lo tanto, fortalecer y revitalizar los partidos políticos es clave para garantizar un futuro democrático robusto y participativo, que permita reducir la creciente inflexibilidad en la discusión de ideas políticas.