

No hay dudas de que el mundo se está enfrentando a una situación que tendrá profundas consecuencias en todos los ámbitos de la sociedad: desde la forma de trabajar y relacionarnos, hasta la geopolítica y la economía a nivel global.
Sin dudas, podemos ser optimistas. La humanidad ha superado crisis terribles, y hoy tenemos los medios científicos y tecnológicos para poder enfrentar a este “enemigo oculto que es el Covid-19. Pero, mientras dure esta “tormenta , todos debemos adaptar nuestras acciones para sobrellevar lo mejor posible este tiempo, pero manteniendo (y reforzando) nuestros valores y cómo vivimos de acuerdo a ellos. Y las organizaciones no pueden quedar exentas de esto.
Para las empresas, la actual situación posee dos tipos de cuestiones diferentes, pero interrelacionadas: las eminentemente “prácticas y otras de mayor profundidad respecto a su “forma de ser .
Las cuestiones de índole práctico son aquellas que se refieren a cómo puede y debe una compañía seguir funcionando en un contexto de Aislamiento Social, siendo el home office el ejemplo más claro y que más se ha extendido en todo el mundo.
Sin dudas que el trabajo a distancia es una herramienta indispensable, que permite proteger a los equipos de trabajo mientras siguen conectados. Incluso se suele dar un mejor y más productivo uso del tiempo que en el trabajo in office.
Sin embargo, como todo, tiene sus puntos flacos. Siempre se siente la ausencia del otro, aunque lo veamos de manera virtual. La falta de contacto presencial dificulta la construcción y la contención de los equipos. Y, necesariamente, se pierden aquellos momentos informales (almuerzos, cafés en los pasillos) que tanto bien nos hacen a las personas. Sin dudas se puede mantener un buen espíritu de trabajo en equipo, incluso en las circunstancias más adversas, y eso es algo sumamente positivo, pero la “Unidad en la Separación sigue estando un escalón por debajo del contacto “frente a frente .
Y eso me lleva al segundo tipo de cuestiones, que tienen que ver con la cultura de las organizaciones. Desde hace tiempo existe una tendencia hacia la “humanización de las empresas, pero no cabe duda que esta pandemia a la que nos estamos enfrentando debe empujar a toda compañía u organización a poner cada vez mayor énfasis en su gente, y en generar contextos que puedan acompañarlas y contenerlas. Es indispensable que los líderes puedan planear cómo se transitará la crisis sin perder la esencia de la cultura y los valores de la organización, y hacer partícipes a sus equipos en cómo se transitará este tiempo.
Las organizaciones deben ser cada vez más “empáticas para con sus colaboradores, clientes y las comunidades donde se encuentran, entendiendo sus situaciones particulares. Tienen que ser “flexibles , para adaptarse (y acompañar a las personas para que se adapten) a situaciones impensadas como las que estamos viviendo. Esto puede incluso tener derivaciones “prácticas : una organización puede, en este contexto, descubrir que ella misma y sus miembros poseen capacidades y experiencias que no había notado antes, y eso puede derivar en nuevas actividades y posibilidades de trabajo presente y futuro (el tan conocido refrán “crisis es igual a oportunidad ). Para poder lograrlo, es indispensable que al interior de los equipos y entre ellos y el liderazgo de la organización exista diálogo y escucha activa.
Como parte de una organización que basa su accionar en el valor de cada ser humano, sea cual sea su origen y cultura, creo que, a fin de lograr organizaciones más humanas, es necesario dar algunos pasos más, profundizando en valores tales como la dignidad, el tomar las diferencias como un espacio de aprendizaje para crecer, la armonía, la sensibilidad y la tolerancia.
Asimismo, las organizaciones deben actuar “hacia afuera en base a valores muy firmes. En nuestra organización trabajamos para formar “Ciudadanos Globales , desarrollando su “Inteligencia Cultural a través de experiencias educativas internacionales. Y creo que son aquellos valores que buscamos formar en nuestros participantes, los que deberían ser asumidos por parte de las organizaciones.
¿Qué características debería tener una empresa para ser “Culturalmente Inteligente ? En primer lugar, enriquecernos a partir de las diferencias, tanto entre sus colaboradores como hacia el resto de la sociedad. Por otro lado, deben ser conscientes de que existe un mundo “más allá del propio mundo , a la vez que comprender que son actores responsables en sus comunidades directas, y también a nivel global (sobre todo, ante una situación de crisis tan extendida como la actual Pandemia). Finalmente, personas y organizaciones deben ser conscientes de que sus acciones impactan en el mundo que las rodea, adoptando los roles que les caben para proteger nuestro planeta para un futuro sustentable en todo sentido.
Para lograr eso a nivel de una organización, se debe fomentar una cultura de pensamiento crítico, cuestionando suposiciones y siendo flexibles. Para ello, es necesario generar confianza, ampliar las perspectivas y desarrollar habilidades prácticas en los miembros de los distintos equipos para comunicarse y colaborar con los demás. Se trata de habilidades sumamente necesarias y valoradas en la actualidad, y significan un gran crecimiento para las personas y, por extensión, para las organizaciones que éstas conforman.
Se trata, al fin y al cabo, de que personas, organizaciones y comunidades, puedan convivir de la mejor manera, abrazando las diferencias, y sabiendo que el mundo es más fuerte y mejor gracias a ellas. Así como las personas que desarrollan su Inteligencia Cultural también incrementan su capacidad de liderazgo, aquellas organizaciones que lo hacen estarán más preparadas para ser líderes en su propio ámbito.
Está claro que el mundo que surja una vez que esta pandemia se acabe será muy distinto al que conocíamos hasta hace apenas unos meses. Por eso es imperativo que todos, y especialmente las organizaciones y sus miembros, desarrollen este tipo de capacidades, que serán indispensables para que, más juntos en todo sentido, podamos seguir adelante.



