Las reglas del juego democrático establecen las formas y los límites a la participación ciudadana en el proceso electoral. La Constitución nos asegura un régimen de alternancia y pluralidad de partidos, pero también nos obliga a respetar sus condiciones.

Vivimos con los beneficios de un sistema de gobierno que nos permite cambiar el rumbo mediante nuestro voto, y que establece procedimientos democráticos establecidos en la Constitución. La democracia no se trata únicamente del sufragio universal, también es un principio fundamental para el liderazgo político, y una forma de administrar las instituciones del Estado.

La Constitución, además de establecer las reglas de la democracia, crea un sistema de participación universal con la finalidad de dirimir la conducción civil de la Nación por medio del sufragio. El voto es una gran herramienta para canalizar las tensiones de poder que conviven en una sociedad política. Sin embargo, lejos de ser un sistema perfecto, la democracia requiere la participación y el respeto tanto de las mayorías que dan legitimidad, como de las minorías que manifiestan disidencia.

Es hasta las revoluciones liberales del siglo XVIII y XIX en donde los conflictos sociales pasan a ser administrados por un gobierno de iguales, mediante el nacimiento del Estado liberal: República y Democracia.

En 1776 y 1787 (Independencia y Constitución), los Estados Unidos cohesionaron los conceptos de República y Democracia creando una nueva Nación basada en tres poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), consagrando un sistema presidencial de administración del poder, sujeto al sufragio de los ciudadanos. Por supuesto que el voto popular fue un fenómeno progresivo, no siendo verdaderamente universal hasta la participación de la mujer y de todas las minorías raciales, ya bien entrado el siglo XX.

La historia nos demuestra que los procesos democráticos en épocas convulsionadas son posibles. La pandemia global y la segunda ola que estamos atravesando, representan un gran desafío al proceso electoral argentino, de eso no cabe duda, pero también es una gran oportunidad de poner a prueba la capacidad y calidad de la conducción política en tiempos extraordinarios.

El sistema democrático descansa en gran medida sobre la capacidad de afrontar emergencias sin quebrarse. Desde la acefalía a los desastres naturales, nuestras instituciones democráticas deben preservarse ante cualquier adversidad. La democracia argentina atravesó hiperinflaciones, mega-devaluaciones, estallidos sociales y levantamientos militares sin interrumpirse. Organizar elecciones en todo el país en un contexto social y sanitario tan difícil, claramente será un suceso definitorio para nuestra joven democracia.

La reciente noticia sobre el acuerdo entre el gobierno y la oposición para postergar un mes las PASO y las elecciones generales, pone de manifiesto la importancia de generar consensos básicos en momentos de extrema dificultad.

El proceso electoral del 2021 representa un desafío sin precedentes, estando en juego no solo la legitimidad de nuestra forma de gobierno, sino también, la capacidad del sistema democrático para sobreponerse a la adversidad.

Nada puede ser más importante que preservar la legitimidad en el ejercicio del poder político. En un momento crítico, es necesario fortalecer el compromiso cívico: defender el proceso electoral es una tarea de todos: administradores y administrados.

El 10 de diciembre de 1983, un presidente que daba su discurso inaugural en el Congreso Nacional, pronunciaba una histórica frase que hoy se encuentra grabada en la memoria colectiva de los argentinos: "Como dijimos muchas veces desde la tribuna política, los argentinos hemos aprendido, a la luz de las trágicas experiencias de los años recientes, que la democracia es un valor más alto que el de una mera forma de legitimidad del poder, porque con la democracia no sólo se vota, sino que también se come, se educa y se cura" (Raúl Alfonsín).

Leonardo Güi es abogado y docente de Derechos Humanos desde la Perspectiva Internacional, Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, sede San Isidro, extensión áulica Tigre, Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES).